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El lugar era blanco, pulcro, limpio y, en pocas palabras, solitario. El cielo y el suelo parecían que eran una sola cosa, lo que hacía que ella no pudiera distinguirlos. Era como si estuviera en medio de la nada.

O bueno, era lo que pensaba Ayleen luego de haber despertado. No recordaba mucho, sólo que la Todopoderosa les había gritado a ambos que tuvieran cuidado, para después sentir que alguien los tomara por detrás.

Buscó con la mirada a su amigo, quien estaba en el suelo a unos pocos centímetros de ella, aún inconsciente. No tardó ella en reaccionar, ya que debía despertarlo. Fue directo hacia él para tomar su hombro y empezar a sacudirlo con cuidado.

—Darren. Darren, despierta.

El chico despertó, algo confundido y asustado. Se alivió un poco al ver a su amiga con él, pero volvió a asustarse al ver a su alrededor. No era necesario preguntar dónde estaban, porque ella tampoco sabía. Se puso de pie, aún más asustado de lo que estaba antes.

—Sea lo que sea éste lugar, no creo que sea el Cielo— habló Ayleen, mientras era ayudado por el chico híbrido para poder levantarse. 

—Yo tampoco creo que sea el Cielo, no veo a ningún ángel por aquí— dijo Darren, mirando por todos lados.

—Es porque este lugar NO es el Cielo, niños.

Una voz resonó por todo el lugar, haciendo que ellos se asustaran. Darren, como siempre, se había puesto como escudo para proteger a su amiga. No conocían esa voz, lo que puso en alerta a los dos.

—Sería imposible que fuera el Cielo porque éste lugar no tiene ninguna esencia celestial en alguna parte. —habló la voz, que aparentaba ser un hombre adulto— O bueno, ¿ustedes ven algún ser celestial por aquí?

Los niños seguían en alerta, esperando a que ése desconocido se revelara. Aparentemente estaban solos en esto, sin ninguna guía al cual acudir.

De pronto, una luz se encendió enfrente de los híbridos, no era tan fuerte debido al brillo del lugar donde estaban. En segundos, la luz dejó de emitir para después evidenciar al supuesto desconocido.

Un hombre de cabellera castaña oscura y algo larga, su cabello era casi liso, según la perspectiva de los niños. Tenía una ligera barba castaña que casi no se notaba, pero que se dieron cuenta cuando éste se acercó. Sus ojos eran marrones, mostrando una mirada casi neutra, pero seria. Su vestimenta era un misterio: portaba una camisa blanca con extrañas hombreras de tela color grises, pantalones negros con algo de polvo, guantes que cubrían parte de sus manos; y zapados que aparentaban ser de un soldado.

Cuando él estaba cerca de ellos, sin avisar, algo salió detrás de su espalda que volvió a asustar a los híbridos. Tenían plumas de muchos tonos oscuros, mayormente gris, blanco y negro. Las abría lo más que podía para mostrarlas, logrando que los niños se emocionaran al verlas, aunque mantenían su alerta.

—Jamás pensé que pudiera conocerlos y aquí los tengo frente, sin duda estoy sorprendido de mí. —dijo con orgullo, cruzándose de brazos— Es más, ni siquiera sabía que mi plan funcionara de esta manera.

Los híbridos, muy asustados, parecían no poder entender la situación que estaban atravesando. Mantenían sus miradas encima del desconocido.

—Pero bueno, eso ya no importa ahora. —su tono de voz parecía estar ronca, pero no había pizca alguna de querer herirlos— Porque al fin tengo la oportunidad de conocerlos.

Dio un aplauso con orgullo mientras sonreía. Se acercó a los niños, asegurándose de que todavía tenía su atención. Se agachó para poder estar a su altura, mientras los miraba.

😈😇The Little Hybrid😇😈 Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora