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Belcebú intentaba guardar la calma, aunque estaba al borde del colapso. Gabriel lo notaba, pero como no quería hacerlo más difícil, no decía nada. Ambos querían entender lo que su hijo había dicho y hecho.

Su primogénito Darren, ¿había dicho que la hija de esos traidores lo había defendido de esos mocosos que se burlaron de él por traer una bolsa de plástico como lonchera?, y por último, ¿le agradeció acompañándola a la cafetería por su desayuno?

Los Burócratas Inefables estaban orgullosos de su hijo y sorprendidos por el bondadoso comportamiento de ésa niña, que hasta despertaron curiosidad por conocerla mucho mejor. Mientras decía eso en la camioneta, el mismísimo Satanás le aplaudía por ser un joven caballero al acompañar a Ayleen, y que no se dejara llevar por lo que decían los otros niños.

Luego de llegar a casa, y de que Satanás se regresara al Infierno, Darren se dispuso a hacer su primera tarea de la escuela en su habitación. El Lord de las Moscas y el Mensajero de Dios se quedaron en la sala, mientras aún procesaban lo que había dicho su hijo.

Aún tenían cierto coraje a los traidores, pero ya estaban por entrar en razón de que debían hacer las paces y empezar desde cero. Tal vez, la hija de esos dos no era como ellos pensaban, y quizás tal vez, podrían llevarse bien con ella.

—Creo que ella es diferente a como lo pensamos, Beelz— habló Gabriel mirando de reojo a su pareja.

—Aún así, eso no quita que ella todavía sea hija de ése par de traidores— cruzó los brazos y se sentó en el sofá de su sala.

—Además, ya viene llegando la hora de hacer paces con ellos— se sentó a su lado colocando su brazo en el respaldo del sofá. ----No creo que debamos de mantener rencores por siempre.

—Como quieras— bufó molesta. —Pero si le hace algo a mi hijo, juro por Satanás que hago que la expulsen.

—Ay, Beelz— susurró Gabriel, acercándose hasta darle un abrazo a su demonio, quien se dejo hacerlo.

—Gabriel, idiota— le dio un beso en sus labios, mientras sonreía.

Mientras que los Burocráticos Inefables se daban mimos, Darren veía la escena con algo de ternura y cariño. Estaba acostumbrado a ver a sus padres pelearse por cualquier tontería, aunque de vez en cuando veía a algunos mimos entre ellos.

Sus papás eran polos opuestos, pero no importaba. Él los quería tal y como son.

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El ser Jinetes no era del todo sencillo, a veces tenían que provocar caos por su propia cuenta, lo que los aburría muy rápido. Sin embargo, se han topado con ángeles y demonios, además de tener disputas o desacuerdo con ellos.

Diría que no les agradaban ni al bando de Dios, ni al de Satanás. Lo cual no les importaban en lo más mínimo.

Guerra. Puede ser algo altaneramente egoísta y cruel cuando hace o provoca una guerra o matanza entre los humanos, lo que hace que a Raguel, el arcángel de la justicia y la armonía, lo saque de sus casillas y lo moleste. Aparte de estar enojada con el Anticristo y con su amiga mortal Pepper por haberla derrotado quitándole la espada flameante de Azirafel, Guerra aún se siente aburrida por no poder hacer algo para entretenerse.

Polución. La causante de toda contaminación, calentamiento global y pandemias, a veces llegaba a ser algo testaruda en cuanto se trataba de contaminar al planeta Tierra. No quita el hecho de molestarse con Uriel o con Metatron de que ellos no la dejan en paz, mientras quiere descansar en un contenedor de basura como su cama.

Hambre. El responsable de que suceda la hambruna en África, la obesidad, los restaurantes de comida rápida y que en restaurantes elegantes se sirvieran pocos platillos, suele ser algo desesperado de que en sus restaurantes se genere la comida más agresiva contra la salud de la humanidad. Se siente traicionado por Belcebú, luego de que se quedara con el mensajero de Dios, Gabriel, y algo sorprendido de que ésa demonio mosca tenga un hijo híbrido con ése arcángel.

Y por último, el ser oscuro que causaba el fin de la vida del ser humano en la Tierra, cuyas alas de la noche, hechas de un material que bien pudieron haber sido estrellas.

Muerte. Si bien sabemos que él es un ser oscuro que terminaba con el tiempo de vida del ser humano, no significa que tenga sentimientos como ira o coraje con cualquier ser celestial o infernal, aunque disfrutaba de imponer miedo a los Arcángeles, él se sentía algo humillado por no poder concluir el fin del mundo, debido a ése tal Crowley y Azirafel.

Sin embargo, el ser Jinetes no sólo también era causar caos, sino cumplir con las misiones u órdenes que el mismísimo Satanás o la omnipresente y omnipotente Todopoderosa les pidiese. Algo que no les agradaba del todo.

La Todopoderosa les había puesto una misión a los Jinetes, y la verdad era una misión para nada del agrado de ellos. Por lo que en ése momento se encontraban juntos en un banco de un café.

—He creado un montón de guerras en éste insignificante mundo, causado ataques terroristas e incluso matanzas... sólo para que me pongan esta ridícula orden— se quejó la mujer pelirroja sobre la nueva orden que había recibido ella y sus compañeros Jinetes.

—Cuidar de un par de mocosos, ¡no somos niñeros! —estaba harto el moreno, mientras daba un mordisco a su hamburguesa.

—Aún estoy en mi duelo de que el anticristo no nos haga caso y nos tienen que poner a cuidar de un par de mocosos de 8 años. Por favor Dios, no seas tan cruel con nosotros— lloriqueaba Polución, pues hace minutos se hallaba dormida en el contenedor de basura de un callejón, pero se vieron obligados a despertarla.

—No vamos a cuidar, sino a proteger— explicó Muerte, con algunas fotos en su mano. —Y no son mocosos cualquiera, son los híbridos de la Todopoderosa y de Satanás.

Mostró las fotos enfrente de los otros tres Jinetes, mientras que ellos las miraban. A Muerte le divertía las expresiones de los Jinetes, era una mezcla entre asombro, sorpresa y recelo. No se lo podían creer.

— ¡¿Tenemos que vigilar a la hija del ángel y del demonio que impidieron el Armagedón?! —exclamó Guerra, enseñando la foto de Ayleen en su mano.

—También al hijo del Lord de las Moscas y del mensajero de Dios— Hambre miraba con repudio la imagen de Darren, mientras pasaba su mano por su cara.

— ¿Y protegerlos de qué, exactamente? —preguntó la Jinete albina.

—Eso es lo que no se sabe, pero la diosa ordenó que entre los cuatro los protejamos— dijo Muerte, tomando la imagen de ambos niños y los mira deductivo.

Tenía que ser una broma, pero ella era Dios, así que sobre bromas no era lo suyo.

— ¿Cuándo los conoceremos? —la Jinete pelirroja preguntó.

----Ella lo dirá...

Los Jinetes, aún dudosos, miraban el cielo, como si supieran que la misma Todopoderosa los estaba vigilando. Y era lo que exactamente estaba haciendo.

Ya tenía a los protectores, sólo le faltaba algo más. Y pronto lo conseguirá.

😈😇The Little Hybrid😇😈 Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora