Capítulo 41: No hay tiempo para lamentos.

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Todo estaba oscuro y silencioso. No había luz ni ruido que pudiera decirle que estaba haciendo. Paul no recordaba estar tan asustado nunca en su vida. Era tan diferente al ambiente que él estaba acostumbrado.

La oscuridad siempre le asustó.

Desde que presenció la muerte de su abuela ciega ha tenido miedo a permanecer a oscuras, a no poder ver lo que tiene delante.

Paul a mantenido en secreto su miedo a lo desconocido porque sentía vergüenza por eso, no quería que sus amigos se enteraran de algo tan tonto para su edad. Prefería que eso se mantuviera oculto bajo siete llaves, pero él ahora estaba recordandolo.

Lo último que recordaba era que Percival Taranis lo tenía amenazado, con la varita apuntando su cuello, mientras Harry y Ginny Potter estaba frente a él, sin olvidar a Olive, su hermana; los tres lo miraban a él y a Percival. Pero el grito de Olive fue imposible de olvidar.

Tan solo fue un piquete y ahí cayó en este profundo sueño del que aún no sabe cuándo iba a despertar.

Pensaba en Neg y en lo que habrá pasado con Alberich cuando ambos estuvieron solos; no sabía nada. Vergil y Dante terminaron noqueados y él no supo por qué razón por estar tan pendiente de su oponente; nunca le había pasado eso, siempre fue muy atento con sus camaradas, pero esta vez fue imprudente.

Había visto a los Weasley llegar y atacar a los compañeros de Percival. Seguramente, Olive habrá usado el Espejo de Doble Sentido para comunicarse con Bill Weasley, el padre de Dominique, y por eso llegaron a tiempo. En el caso de Luna y Rolf Scamander, Paul no sabía cómo se enteraron ellos, pero agradecía que hayan ido, fueron de mucha ayuda.

Paul quería saber por qué fue derrotado. Siempre fue muy superior a sus oponentes, pero le estaba costando aceptar que fue superado. Tanto Wallace como Percival le dominaron el duelo hasta que él hizo algo fuera de sus planes.

Había hecho la maldición Imperius... Por fin la había realizado. Había esperado tanto tiempo para poder usarla contra alguien. Y quién mejor para ser su conejillo de indias que un integrante de la Familia Taranis, una de las tres culpables de que Paul tuviera esas extrañas visiones, que ahora estaba casi seguro de que eran recuerdos. Pero pensar en el ataque realizado por la Familia Taranis, Xangred y, sobre todo, la Familia Zoldyck, le hacía estremecerse, pero a la vez enfadarse.

Principalmente por un nombre: Darack Zoldyck. Este hombre iba a ser el culpable de que Paul sufriera su peor castigo: La muerte de Lily.

Lily. Ahora pensaba en ella y en lo que podría estar sintiendo en estos momentos. ¿Paul estará en la enfermería o en San Mungo? Si la respuesta era la primera, seguramente tendría a gran parte de sus amigos con él. Pero si la respuesta era la segunda podía especular que estará solo por unos días hasta que su familia muggle pueda ir, o hasta que Vergil dé la cara como su auténtico padre.

— «Mi cabeza es un vendaval.»— pensaba Paul, aún en ese abismo de oscuridad.

Estaba recordando que quienes se suponía eran su familia en realidad no lo son. Creció con ellos pensando que eran su sangre pero todo fue una mentira. Todo una mentira. Le dolía pensar en cómo haría para decir la verdad. Era algo que no quería hacer, pero que era lo correcto.

¿Cómo haría Olive con su situación? Ella tampoco creció con su verdadera familia. Los Rodes no son su verdadera familia. Olive también era parte de la Familia Real griega, como él.

¿Hogwarts o El Profeta dirían algo sobre lo que ocurrió en el colegio? ¿Se haría de público conocimiento que las Familias Reales han resurgido? ¿Acaso todo será como antes de que Paul descubriera la existencia de las Familias Reales?

Los descendientes de los fundadores. (PAUSADA INDEFINIDAMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora