Capítulo 30: El nuevo profesor.

52 3 5
                                    

— ¿Cómo fue que terminé aquí?— se preguntaba alguien.

Era una zona vacía, rodeada de oscuridad. No sé podía ver nada, ni siquiera tu propia naríz.

Quien se preguntaba su ubicación era nuestro protagonista.

Paul se preguntaba qué hacía en ese desconocido sitio.

Lo último que recordaba era a Lily, el beso que se dieron.

— «¿Qué lugar es éste?»— inquirió Paul, sin lograr ver nada que reconozca.

Se supone que debía estar en la casa de Lily, porque recordaba que se había quedado a dormir con ella, ya que no se sentía bien para regresar a su casa.

Poco a poco, el sitio se hacía más nítido y Paul captaba árboles, solo árboles.

— «¿Acaso, estoy soñando?»— dudó Paul.

Le dolía la cabeza, pero no sabía por qué.

Comenzó a caminar esperando encontrar una respuesta de qué hacía en ese extraño bosque.

Pero nada.

Ni siquiera alguna animal exótico o normal. Ni personas.

Parecía estar desierto.

Luego de lo que él creyó que fueron veinte minutos de caminata sin rumbo, escuchó una voz.

— ¿Qué estás haciendo aquí, Dante?— preguntó una voz que a Paul se le hizo muy familiar.

— Trabajar. Y eso mismo te iba a preguntar yo— contestó una voz diferente a la anterior.

Ésta, Paul no la reconoció.

Se escondió detrás de un árbol y siguió escuchando.

— Ya sabes porque estoy viniendo constantemente a Gran Bretaña— contestó la primera voz, y no cabían dudas de quién era.

— Vergil, tal vez están muertos— dijo Dante, sonando un poco triste.

— ¡No! Estoy seguro de que sigue, mínimo uno, con vida— dijo Vergil, Vergil Valdus—. O eso quiero creer.

— Mira, Vergil, han pasado casi 14 años desde aquel día— decía Dante, con voz melancólica—; las probabilidades de que Elián y Diana siguen con vida son pocas, sabiendo lo que sabes.

Estando muy curioso de quien era la persona que hablaba con Valdus, Paul se asomó ligeramente para mirar al tal Dante, pero antes de que pudiera hacerlo, todo volvió a ponerse negro.

Ya no veía nada otra vez.

Se frotó los ojos y posteriormente, lo que alcanzaban sus ojos era una superficie de color blanca, pero Paul se sentía raro.

— «¿Era un sueño?»— se preguntó Paul, sabiendo que estaba acostado.

Se enderezó en el lugar en el que estaba, pero sintió como un brazo le impedía el cómodo movimiento.

Paul volteó a su derecha y vió a Lily durmiendo plácidamente.

El castaño sonrió al ver a la chica dormir tan tranquilamente hasta que recapacitó.

— «Estoy durmiendo en la misma cama que Lily— Paul se puso a pensar detenidamente—. Estoy durmiendo en la misma cama que Lily— el castaño verificó una cosa, y suspiró felíz—. Por suerte, solo fue eso. Solo, dormir juntos.»— decía mientras hacia esfuerzos para salir de la cama sin despertar a la chica.

Se le quedó viendo un segundo y volvió a su cabeza las imágenes de anoche.

Pero no específicamente las del beso que tuvo con ella, sino los rituales.

Los descendientes de los fundadores. (PAUSADA INDEFINIDAMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora