Capitulo 29

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Los explosivos de los fuegos artificiales lanzados al cielo, lo despertaron. El día de la susodicha fiesta, llegó y con ello, el día de su regreso a su mundo, al lado de donghae.

Al abrir la puerta, se encontró con su hanbok que ya lo esperaba para ser usado. Era un bonito conjunto de telas típicas de la época, usaría el gorro a conjunto, al no tener una cabellera larga como todos las demás personas.

Gente corriendo de un lado a otro, nobles paseando por el precioso jardín y la gente del pueblo aglomerandose en las enorme puertas del Palacio. Cientos de señoritas que acompañaban a sus señores, algunas concubinas risueñas cerca de la fuente y fuertes caballeros de armadura plateada. Era como estar en una película de la prehistoria, pero mucho mejor.

Se llevó a la boca, un bollo de cacao de la mesa de alimentos.

Siguió recorriendo el lugar. En los alrededores, carpas blancas con personas alrededor, gritando y empujandose entre sí, por obtener un poco de lo que daban en ese lugar. Pergaminos en cada esquina de la edificación, y al final del pasillo, el emperador con su imponente presencia, vistiendo las típicas ropas de ceremonia y con sus largos cabellos negros, peinados en un chongo. Donghae se encontraba a su lado, viéndose igual de imponente que del hombre al que acompañaba, saludaba a las personas que se acercaban y sonreía con verdadera felicidad a los niños que corrían a entregarle algún dulce o flor cortada del jardín.

—Ministro.

—Emperador Yunghui.

Siwon en cuanto noto su presencia, se acercó con velocidad hasta él, siendo seguido de cerca, por donghae.

—¿Que le parece?

—Es muy diferente a como se celebra en donde vivo, Emperador, pero al mismo tiempo familiar, es un tipo de nostalgia lo que me hace sentir.

—¿Nostalgia??

—Cuando era niño, iba con mis padres y hermana a los santuarios.

Siwon pareció no entender a que se refería y él, no se dio el tiempo para explicarle, o podría revelar información demás.

—El entretenimiento no tarda en llegar, ministro. Los bufones y damas danzantes, están a poco de presentarse. Acompáñenos.

—Será un honor, Emperador.

Camino al lado de ambos emperadores, en silencio y tratando de no destacar demasiado.

El espectáculo dio comienzo, unas hermosas doncellas envueltas en telas costosas danzaban. Sus movimientos eran elegantes y con una sensibilidad que le tocó el corazón, cada movimiento era un deleite a los ojos, la forma de desplazarse de un lugar a otro. Sino fuera por qué podría afectar el pasado, hubiera llevado su teléfono para grabar y tomar fotos de cada lugar. Sin duda está experiencia sería la envidia de los historiadores y antropólogos.

Los aplausos no se hicieron esperar, en cuanto las mujeres desocuparon el centro, entraron los bufones del emperador.

Así transcurrió la hora del entretenimiento, hasta que entraron unos hombres de dudosa reputación, portando navajas.

—¿Ellos son parte del show, señor Emperador?

—No, ellos no forman parte del programa que hizo el organizador, o al menos no me comentó sobre ellos—murmuro—Tal vez olvidó mencionarlo.—le restó importancia.

El acto de los hombres era lanzarse entre ellos navajas y esquivarlas, algo sorprendente así como peligroso. Al haber muchas personas alrededor de ellos, era muy peligroso hacer algo así, más ellos parecían no darle tanta importancia y lanzar cada vez más navajas al mismo tiempo.

Al otro lado de la Puerta [Eunhae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora