"Husmear está mal" (Parte 2)

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- NO-SE-MUEVAN – Los señala y luego cierra la puerta.

Ambos se quedaron ahí parados escuchando los pasos de Henry alejarse a través de los pasillos.

- (Se supone que nos encontraríamos en el local, ¿Por qué rayos vino?... ¿Los habrá encontrado?) – Se preguntaba él mientras se colocaba una bata marrón sin diseños, con dos bolsillos y una cinta a la cintura – (...Dios, espero que aún no).

Al llegar a la puerta, dio un vistazo por el visor encontrando al mismo sujeto insistente del que habían hablado Lefty y Helpy, tocando nuevamente la puerta esperando ser atendido.

Henry suspiró, acomodó su cabello y tomó una postura recta para después abrir la pueta.

- Michael... – El nombrado volteó a ver a Henry con una expresión fastidiada e impaciente.

- Pensé que me quedaría aquí a dormir en la puerta -.

- Lamento la tardanza, no esperaba tu visita -.

- No estaría aquí si no fuera algo importante -.

- ¿Qué sería? – Henry estaba cada vez más nervioso, empezando a formar un montón de especulaciones para nada agradables en su cabeza.

- ... ¿Al menos me dejarás pasar? Como ya te dije, es importante -.

- ... – Giró su vista un momento hacia la sala para después ver al chico nuevamente – Sí, puedes... Pero limpia tus pies al entrar -.

Michael solo se limitó a girar sus ojos y obedecer.

Ya dentro, Henry se dirigió a la cocina para preparar café y hablar adecuadamente. Dejó la tetera en la estufa y fue nuevamente a la sala.

- ¿Hace cuánto esperar afuera? -.

- Hace como 20 minutos – Se sienta en el sillón más grande alrededor de una mesita en el centro – Escuché unos ruidos detrás de la puerta, pensé que no me abrirías -.

- ...Sí me había asomado, pero estaba durmiendo, por lo que tuve que devolverme por mi bata y calzado – Mintió.

- Ya veo, pero lo que tengo aquí no es para menos.

- ¿Encontraste algo sobre el resto? -.

- Lo encontré a él...O ellos...O yo qué sé, pero, como es de esperarse, no está para nada en buen estado. Solo es un montón de piezas y cables -.

- ... – Henry se quedó ahí, estático, sintiendo un escalofrío trepar por su espalda.

Intentó decir algo, pero al momento en que abrió la boca para articular palabra, el chico habló.

- Tengo solo piezas, Henry. No pienso rearmarlos hasta que esa pizzería esté lista. -.

- ¿Los tienes a todos? -.

- Solo uno, el conejo no sé cómo buscarlo... O en todo caso, qué hacer si está en una sola pieza. Tuve suerte con este, supongo. Tendré que volver al mismo lugar a buscar a la otra, pero no quiero que me atrapen.

- Lo sé, tampoco debes ser imprudente, pero debes pensar que en todo caso de que lo encuentres, no creo que pueda hacer mucho.

- No me asusta el animatrónico ni las condiciones en el que esté, sino quien lo maneja... Sabes a lo que me refie...-

- Sí, más que nadie -.

Un silencio pleno quedó presente después de lo último pronunciado por el mayor, pero en vez de ser incómodo, era un silencio reflexivo. Siempre se habían tomado la libertad de hablar de esos monstruos mecánicos y las pizzerías, pero al sacar el tema de lo que había mucho más dentro de estos seres, provocaba a ambos un sentimiento moribundo y pesado, tanto como la culpa o el pesar. Ninguno de los dos se había tomado el interés o la iniciativa de hablar de sus actos o pensamientos, solo siguieron así, en silencio, uno largo y sepulcral.

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