¹²| Te extrañe

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February, 13

Amelié

Hoy era el día, estaba nerviosa hasta el último pelo. Dependía de mi decisión lo que sucedería esta noche. Sentía un enorme peso sobre mí, sin embargo era lo que yo había elegido.

Después de una noche demasiado eterna para mi gusto, había elegido. Cambié de opinión varias veces, de vez en cuando el enojo se apoderaba de mi y quería mandar todo a la mierda. Pero joder, ¿a quien le gustaría ser ayudado?

En este momento me encontraba en la acera de mi casa, tenía mi bolso en uno de mis hombros y de vez en cuando una pizca de arrepentimiento atravesaba mi mente.

Mis padres habían salido, la casa estaba sola pero aun así tomamos la decisión de discutir lo sucedido en su casa. Me iba a meter en un terreno peligroso, pero yo no le tenía miedo a nada.

Observé el reloj en mi muñeca, eran las 8:05 pm. La noche estaba fría, y si no fuera porque él me aviso que estaba a unas pocas calles, estaría dentro de mi acogedora casa.

Escupí el chicle de menta que llevaba media hora masticando y en ese momento pude divisar el auto del señor Osorio acercándose cada vez mas a mi ubicación. Abrió la puerta y me adentré en el coche.

-Hola, Amelié. -Lo notaba diferente, quizás hasta un poco ¿Arrepentido?.

-Hola, señor Osorio. -Me incliné a su lado, él me observó detenidamente creyendo que iba a besarlo, pero de igual forma deposité un beso en su mejilla, seco y corto, diferente a todos los que nos habíamos dado.

Sin decir palabra alguna, encendió el coche y comenzó el camino hacia su casa. El ambiente estaba tenso, ninguno de los dos hablábamos ni mucho menos nos mirábamos. Llevábamos 10 minutos de viaje y me miró de reojo.

-Estas hermosa. -Aquellas palabras me paralizaron, me había tomado desprevenida.

-Oh, gracias. Creo. -Contesté con mi voz débil.

-Te extrañé. -Soltó, ni él ni yo nos esperábamos tal cosa. ¿Yo lo extrañé?

-Mmh, creo que yo también. La verdad es que estaba tan enfadada que no pensé en eso. -Confesé. Era la verdad, todos estos días no pensaba en nada más que abofetearlo.

Sonrió de lado, se había relajado. Yo por mi lado todavía estaba preocupada, ¿Como reaccionará ante mi decisión?

[✦✦✦]

Bajamos del coche y nos dirigimos a la entrada. Él se posicionó delante mio y abrió la puerta para luego colocarse a un lado, permitiéndome el paso.

-Gracias. -Murmuré.

Su mansión se encontraba tan pulcra como siempre, el aroma a su perfume invadió mi olfato. Si lo había extrañado. Caminé a paso lento hacia la sala, visualicé las escaleras y automáticamente mi rostro se tiño de un color rojizo.

Estaba deleitándome con los vistosos cuadros a un lado de la escalera cuando unas manos rodean mi cuerpo y terminan posándose en mi vientre.

-Estuve esperando esto toda la noche. -Susurró sobre mi oído, mientras bajaba sus manos lentamente hacia el borde de mi vestido.

Los recuerdos de aquella noche atacaban mi mente, había quedado tan inmersa en mis pensamientos que el roce de su mano en mi brazo me tomó por sorpresa causando que me sobresalte.

-Amelié, ¿Me escuchas? -Preguntó un poco preocupado.

-Oh, si. Solo... Estaba pensando en otra cosa. -Balbucee con mi rostro aun mas rojo.

Él rió levemente, e hizo ademán con su mano para que nos sentemos en el sofá.

Ambos nos mirábamos y hasta este momento no había notado lo atractivo que se encontraba esta noche. Llevaba su camisa blanca al cuerpo, con los primeros botones desabrochados,, las mangas estaban a la altura de sus codos y en sus manos llevaba varios anillos adornando sus dedos. Era un jodido Dios griego.

-Como veo que estas ocupada observándome, empezaré yo. -Amaba intimidarme. -Lo lamento, hay cosas de mi que no sabes y no tienes por que soportarlas. Yo... me gustas. No estoy diciendo que te amo, ni que tengo sentimientos hacia ti, no te asustes. Me gusta pasar tiempo contigo, y creo que eres hermosa.

No lo podía creer. Cada palabra sonaba cierta, lo decía con tranquilidad y parecía que había meditado esto durante varios días.

-Yo... -Él me observaba ansioso por mi respuesta. - Señor Osorio, no me esperaba esto. Yo- No pude continuar con mi oración cuando él se abalanzó sobre mi cuerpo y atrapó mis labios con los suyos.

Estaba hambriento, sus manos se posaron sobre mis caderas y de un solo movimiento se recostó sobre mi.

-Me encantas, Amelié. -Gruño sobre mi boca.

-Me gustas, señor Osorio. -Rodeé su cuerpo con mis piernas y pude sentir su miembro sobre mi feminidad a pesar de nuestra ropa. - Necesito tenerte dentro mio. -Susurré a centimetros de su oido.

No sabia de donde logre tener tanta valentía pero lo necesitaba, necesitaba compensar todos estos días sin vernos.

-Mierda, vas a matarme. -Colocó sus manos en mi trasero y se reincorporó en el sofá, sentándose conmigo encima.

Comenzó a besar mi cuello al mismo tiempo que quitaba mi abrigo de un movimiento brusco.

Wasabi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora