¹¹|Culpable

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february, 31

Jefnier.

El trabajo, las exigencias de mi familia, mis obligaciones y haberla cagado con Amelié, me tenía jodidamente estresado. No podía dejar de pensar en su rostro, teñido de un color rojizo e hinchado por sus llanto. Las lágrimas caían por sus mejillas y aquella imagen se repetía en mi mente continuamente y yo me maldecía por eso.

No me gustaba lastimar a las personas, pero haber provocado eso en Amelié había sido distinto, me sentí un maldito bastardo, me sentía culpable hasta la mierda. Ver su rostro angelical desbordando decepción, me había hecho sentir.

-¡Hola, soy Amelié! En este momento no estoy disponible o simplemente no quiero hablar contigo. ¡Bye!

-Amelié, por favor contesta, mierda. -Expresé con enojo. Una vez mas el buzón de voz, esta era la décima vez que intentaba comunicarme con ella y como las anteriores veces, luego del segundo colgaba.

Me levanté del sofá y me dirigí nuevamente a la mesa que se encontraba en la esquina de mi oficina, en ella tenía todas mis bebidas. Coloqué dos trozos más de hielo en mi vaso y lo llené hasta la mitad de whisky. De un solo trago vacié el contenido.

Siempre me sentí presionado por mi lugar en la empresa, por mi lugar en mi familia, sin embargo Amelié era aquella persona que lograba sacarme de mi mundo aunque sea por unos minutos.

Sentía aprecio hacia ella, y quizás me recordaba un poco a Loanne, ella era más adulta, sin embargo su carácter, mierda. Me hacia poner los nervios de punta y al mismo tiempo me tranquilizaba cuando las cosas se iban de mis manos.

Odiaba recordarla porque me llenaba de dolor, sin embargo me sentía culpable al no pensar en ella.

No quería utilizar a Amelié como un reemplazo, por eso dudaba de mis sentimientos hacia ella. ¿Me gusta o simplemente me atrae porque me recuerda a Loanne? De igual forma, no quería perderla, pero tampoco quería herirla.

Llené mi vaso nuevamente y de un sorbo lo terminé. La ira se iba colando por mi cuerpo ¿por qué siempre la cago? No tenía por que tratar así a Amelié, ella no tenia la culpa, pero ¿por qué estaba tan interesada en mi vida? ¿por qué tenía que mencionar eso?.

Jefnier, no seas estúpido, ella no sabe lo que viviste, no fue apropósito. ¡Mierda! ¡soy un cabrón!.

Segundos después, producto de la ira, arrojé el vaso de cristal contra la pared, cientos de pedazos se esparcieron en el suelo.

Deslicé una de mis manos por mi cabello, desbordando frustración. Me acerqué al sofá y me recosté en el con un brazo flexionado detrás de mi cabeza.

Amelié

Tienes diez llamadas perdidas de: Jefnier Osorio.

Viré mis ojos y me arrojé en el colchón de mi amiga boca arriba con mi móvil sobre mi vientre.

-Algún día tendrás que contestarle, Amelié. -Dijo mi amiga desde el baño, se estaba maquillando para su cita con un tal "Jake"

-No lo entiendes, Sophie. Me echó de su casa, no le hice absolutamente nada.

-¿Quieres saber que creo? -Preguntó mientras dejaba su labial a un lado para sentarse a mi lado. Yo solo asentí. -Creo que mencionaste un tema demasiado delicado para él, le hiciste recordar algo que todavía no pudo solucionar. Y tienes tres opciones: A) Te conviertes en un puto centro de rehabilitación para el, e intentas sacarlo de la mierda. B) Le dices que solo quieres sexo, que no vas a hablar mas de sus "amores" o C) Terminas con todo.

-Lo llamaré para vernos. -Tomé mi móvil y marqué su numero.

-¿Amelié? -Su voz sonaba distinta, arrastraba las silabas y estaba mas ronca de lo normal. Había bebido demasiado alcohol.

-Señor Osorio, llamaba para preguntarle si podíamos vernos, pero veo que no esta en condiciones. -Le hablé lo mas seria y cortante posible, me había molestado.

-No, no, no. Si estoy en condiciones Amelié. En quince minutos pasaré por tu casa. -Por un momento me dio lastima, sonaba desesperado, sin embargo eso no quitaba el hecho de que este ebrio.

-No, Jefnier. -Era la primera vez que lo llamaba de esa forma, estaba demasiado molesta y él lo notó. Notó que no estaba para estupideces. -Nos vemos mañana, ¿Te parece?.

-Si, claro. Gracias, Amelié. -Parecía arrepentido, dolido, ebrio hasta la mierda y perdido.

-Luego te envío el horario, adiós. -Escuché un débil "Adiós" de su parte y colgué.

Tengo hasta mañana para pensar en mi decisión.

Sophie tenia razón, él estaba perdido. Sin embargo ¿que podía hacer yo? Una adolescente de diecisiete años ayudando a un adulto de veintiocho. Ni siquiera sabia si era lo suficientemente fuerte para lidiar con sus problemas y los míos. ¿Él iba a valorar mi esfuerzo? ¿Cuantas veces tendría que soportar que me trate como la mierda?.

No lo sé.

Wasabi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora