²| Desconocido

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20, January.

Mi madre, enojada por las calificaciones que había obtenido en la escuela, me ordenó estrictamente que limpie nuestro jardín. Desde que tenemos a Roco, nuestra casa se convirtió en un campo de minas de mierda de perro ¿Por que tenía que hacerlo? El animal no me pertenece.

Antes de ir a cumplir con mi castigo, pasé por la cocina y tomé varias bolsas para juntar toda la basura que había allí.

Sali de mi casa, cerrado de un golpe fuerte la puerta y pude escuchar el grito de mi madre como respuesta.

- Amelie, ¡cierra con cuidado la jodida puerta!.

- Amorosa mi madre -Murmuré con sarcasmo.

Coloque una de las bolsas en mi mano comencé mi sentencia.

El sol estaba demasiado fuerte y sentía como las gotas de transpiración comenzaban a caer por mi frente y espalda. Todo mi cuerpo se encontraba cubierto por una leve capa de sudor. Deslice el dorso de mi mano por mi rostro y me detuve un minuto.

Me quite la blusa, quedando en sostén. Hoy lleva uno que compré hace años en VS, cuando no costaban un pulmón. Puedo comprarme otros si quisiera, pero no pienso gastar tanto en un pedazo de tela.

Por otro lado, no me preocupa para nada estar en ropa interior. Me encontraba en mi patio trasero y los únicos que podían llegar a verme eran mis vecinos, y ellos nunca salian, o mejor dicho, nunca estaban. Se la pasaban de vacaciones todo el jodido año, los cabrones.

Media hora después, había terminado con las heces de Roco y decidí adentrarme en mi casa para beber un poco de agua. Olvidé llevarme una botella para así no tener que entrar cada vez que estuviera sedienta.

Me dirigí directamente a la cocina y Abrí el refrigerador.

-Mamá, donde esta mi botella rosa, tengo sed y hace calor! - Grité con la mitad de mi cuerpo dentro de este. Tenía mi propia botella con agua fria, no me gusta compartir mis cosas.

-Lo siento, aquí está. No sabia que era tuya. - Dijo alguien detrás mio. Automáticamente di un pequeño salto del susto y golpee la parte trasera de mi cabeza con el borde del congelador.

- Puta madre. -Murmure mientras tocaba la zona golpeada en busca de alguna herida.

Me di media vuelta dispuesta a insultar de todas las formas posibles a aquel extraño, por tomar mis cosas y por asustarme, pero cuando lo tuve frente a mi, me congelė. Jamás había visto a un hombre tan guapo.

- Lo siento. No quería asustarte. - Rió a causa de mi torpeza.

No sabia que decir, ni que hacer. Ambos nos quedamos mirando el uno al otro durante unos segundos eternos, sin embargo él rompió aquella conexión cuando habló nuevamente.

- No lo malinterpretes, me encanta verte de esta forma, pero estas en sostén.

Abrí mis ojos de par en par ¡Mierda! Lo había olvidado. Quedé tan sumergida en su mirada, que había olvidado el hecho de que estaba en ropa interior.

- Y-yo... Gracias. - ¿A caso le agradecí?.

Mire por última vez a aquel imponente hombre y corri escaleras arriba hacia mi habitación. Una vez allí decidí ignorar lo recientemente ocurrido, a causa de la vergüenza constante que sentía y me quite cada prenda que quedaba sobre mi cuerpo para adentrarse en el baño que tenía dentro de mi habitación.

Ya dentro de la tina, coloqué jabón líquido en mi mano y tallé cada parte de mi cuerpo con él.

Una vez que quité la espuma de mi piel, recosté mi cabeza sobre la pequeña toalla que cubría el borde de la bañera. Cerré mis ojos y la imagen de aquel hombre atravesó mi mente. Su mirada lucía hambrienta, llena de deseo. Era alto y su cabello daba la impresión de estar peinado, pero a la vez no. Seguramente rondaba entre los veinticuatro y treinta años, No lo conocia pero estaba ansiosa por hacerlo.

-Amelié, Llevas media hora encerrada aqui, termina lo que estés haciendo y baja a cenar que hay invitados. -Dijo mi madre con su tono de voz elevado para que yo pudiese escucharla.

Viré mis ojos y a pesar de no tener ganas, me dispuse a lavar mi castaño cabello. Me coloqué shampoo y luego acondicionador.

Quité el tapón que impide que el agua fluya hacia las cañerias y envolvi mi cuerpo con una toalla grande y mi cabello con una más pequeña.

Caminé fuera de aquél baño lleno de vapor, y me detuve delante del gran espejo que yacía a un lado de mi armario. Deje caer ambas toallas al suelo y me coloqué la ropa interior que había escogido antes de ducharme.

Me gustaba mi cuerpo y estaba orgullosa de él.

Conecté la secadora en el enchufe y sequé mi cabello, decidida a dejarlo de tal forma.

Escoge mi outfit, mi top favorito y una falda que hace que mi trasero luzca con más forma y volumen.

Me maquillé; Solo me coloqué un poco de mascara, corrector y gloss.

Lista, mi cabello al natural me gustaba sin embargo lo até en una cola y dejé que algunos rizos adornen mi rostro a los lados.

- Mamá ¿Quienes son los invitados? -Pregunté mientras bajaba las escaleras a paso veloz.

Cuando llegué a la planta baja, mi padre, mi madre y dos parejas más, estaban observando desde la mesa con la cena servida. Uno de aquellos hombres, era aquel que había logrado déjame atónita ante su belleza.

-Lo siento, -Murmuré avergonzada y me uní rápidamente a ellos.

- Entonces, tu eres la famosa Amelie ¿ No? - Preguntó una de las mujeres que obviamente no conocía.

-Nop.-Contesté marcando la "P"

Al instante todos rieron, excepto la rubia que intentaba ocultar su molestia. No era de bromas, se vé.

- Es obvio que soy Amelie, pero ustedes ¿Quienes son? -Pregunté observando a cada uno de ellos.

El señor de ojos café observó a sus compañeros y al notar que nadie hablaba, se presentó:-Yo me llamo Jefnier Osorio, ella es Rosie -Dijo mirando a la extravagante mujer rubia que se encontraba a su lado-Y Ellos son Luke Centineo y su novia Anne.

-¿Y de donde se supone que conocen a mis padres? No quiero sonar irrespetuosa pero jamás he oido hablar de ustedes. - Pregunté mientras introduce un trozo de verdura en mi boca.

- Jefnier y Luke son los inversionistas de nuestra empresa, Amelié. Se amable. - Murmurar entre dientes mi madre cerca de mi oído.

Viré mis ojos y agrandé la distancia entre su asiento y el mío. Me fastidia como quiere fingir algo que no es. Mi padre es dueño de una empresa constructora. Básicamente construyen edificios y luego los rentan para cualquier fin, normalmente oficinas. Él siempre fue de familia prestigiosa, a diferencia de mi madre. Ella proviene de una familia de bajos recursos, y finge que eso jamás sucedió. Lo cual no tiene nada de malo ¡Sientete orgullosa, mujer!

-Así que, ¿Ellas son sus novias?.

Los cuatro que miraron entre ellos y solo Luke y las dos chicas asintieron. El señor Osorio sólo optó por ignorar mi pregunta, y obtuvo una fulminante mirada de parte de su acompañante.

Wasabi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora