January, 29.
Jefnier.
Jamás traía a nadie a mi cuarto, menos a dormir. Sin embargo Amelié había provocado algo en mi, y eran ganas de mandar aquel "escudo" que había formado para protegerme, a la mierda.
Había despertado hace al menos media hora. No podía dejar de observarla. Sus largas pestañas, su pequeña nariz, y sus mullidos labios, eran capaces de enloquecerme.
No entendía que carajo me estaba pasando, pero había quedado hipnotizado con su belleza desde el primer momento en que la ví, a pesar de que estaba despeinada, sudada y totalmente malhumorada, logró cautivarme.
No hablo de sentimientos, es muy temprano para sentir amor hacia alguien que apenas conozco y apenas me conoce ¿o no? Aún así mis instintos me decían que debia cuidarla, que iba a ser mía.
Con la yema de mi dedo pulgar acaricie su mejilla. Cada parte de su piel era igual de suave y delicada.
-¿Mmh? -Quité mi mano de su rostro y fingí descansar. No quería asustarla.
-¿Jefnier? -Susurró.
Lucía tan dulce e inocente mientras entallaba sus ojos con sus puños.
Al no oír una respuesta de mi parte, sonrió con ternura. Me observaba tal cual como lo hice con ella.Llevó una de sus manos a mi cabeza y acarició mi cabello con sus pequeños dedos.
-Eres tan guapo. -Murmuró.
Estaba acercándose lentamente a mi rostro dispuesta a besarme cuando no pude contenerme y respondí: -Lo sé.
Se sobre saltó y su rostro se tiñó de un tono rojizo por completo, amaba verla de esta forma.
-No se vale, creí que dormías. -Cruzó sus brazos por encima de sus senos e inconscientemente mis ojos se desviaron hasta aquella voluptuosa zona.
Pude notar en sus ojos, como seguramente cada recuerdo de la noche anterior pasaba por su mente una y otra vez. Como a mi también me sucedía.
Su piel se erizaba cada vez que sentía mi tacto, sus gemidos eran música para mis oídos y la sensación de tenerme dentro suyo, eran la combinación perfecta.
No sólo gemia mi nombre, si no que también lloriqueaba por más placer.
Intenté no dejarme llevar por mis pensamientos, pero se me hacía imposible ignorar su hermoso cuerpo desnudo junto al mío.
Me coloqué de un sólo movimiento sobre ella, causándole sorpresa, lo pude notar en su rostro.
Para no aplastarla con mi cuerpo, recargue todo mi peso sobre mis codos.-Lo siento. -Estaba a punto de preguntarme por que carajos me disculpaba, pero la interrumpi, besándola totalmente desesperado. Necesitaba sentir lo de anoche, nuevamente.
- Espere, señor Osorio. -Puso sus manos en los hombros para apartarme de ella unos centímetros.-Lo siento, y-yo... Me gustaría cepillar mis dientes. -No pude contener mi risa al oírla. Nuevamente se sonrojó.
Cuando bajó su vista, con mi mano en su mentón elevé sólo unos milímetros su rostro y hablé: -¿Quieres que te folle, si o no?
Sólo bastó con que asintiera, y nuevamente ataqué su boca con la mía. Nuestras lenguas bailaban y se rozaban continuamente.
Mi mano libre masajeaba uno de sus pechos y pude sentir como rodeaba mi cintura con sus piernas.
-Señor Osorio, por favor. Folleme de nuevo. -Sólo bastaron esas palabras para que cada neurona que me mantenía cuerdo desaparezca.
Con mis dedos pellizcaba su pezón hasta dejarlo erecto. Mientras que con mi miembro acariciaba su entrada. Estaba tan mojada y ni siquiera habíamos comenzado.
Encorbé mi espalda y dirigí toda mi atención a sus senos. Intentaba meter cada parte de ellos en mi boca, sin tener éxito.
Lamia al rededor de sus pezones y de vez en cuando succionaba en aquella zona sensible.
Amelié, por su parte gemia. No intentaba ocultarlo y eso me encantaba.
Cuando creí que estaba lo suficientemente mojada, la penetré de un sólo movimiento. Sus ojos jamás se despegaron de los míos, sin embargo su boca se abrió permitiendome escuchar un delicioso gemido.
Sin previo aviso, tomé ambas piernas y las mantuve sobre mis brazos.
-Señor Osorio, por favor. -Chilló. Me sentía tan adentro de ella que lágrimas de placer caían por sus mejillas.
Asenti y mis embestidas aumentaron de velocidad. Sus senos se balanceaban de arriba hacia abajo como resultado de mis movimientos.
-¡Oh por Dios! -Gritó.
Toda mi fuerza estaba colocaba en aquellas penetraciones, y quería verlo reflejado en su rostro.
Por reflejo lleve una de mis manos al respaldar de la gigante cama y otra a su cuello, obligándole a que sólo me observe a mi.
-Señor Osorio. -Gritó.
Sus piernas comenzaron a temblar y dar pequeños espasmos, estaba a punto de llegar.
-Vamos, Amelié. Mojate para mi. -Ordené.
Deposité sus piernas nuevamente en el colchón y comencé a mover rápidamente de un lado a otro mis dedos sobre su clítoris sin detener mis movimientos un segundo.
-¡Dios mío! -Gritó. Ya no eran gemidos, si no pequeños gritos de placer.
Bastaron segundos más de aquella tornura para que luego, no sólo sienta uno de los mejores orgasmos de su vida, si no que también mojó mi cama y parte de mi pelvis con su líquido transparente y para nada espeso.
Aquella imagen eran tan excitante, qua rápidamente quite mi miembro fuera de ella y eyaculé sobre su vientre y senos.
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Wasabi
Fanfiction•Tenia tan sólo 17 años y había logrado conquistar a Jefnier Osorio, el atractivo socio inversionista de mi padre, quien tenia 20 años. Portada por Editorial Silver y -xsusxjx Adaptación.