XLIV.

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Cuándo llegó a la oficina esa misma mañana, una Camila demasiado feliz me recibe con un gran abrazo de oso, atrapándome por completo y sin darme la oportunidad de respirar o de llegar a mi escritorio de siempre.

Incluso la chica no me deja contestar el teléfono que está sonando desesperadamente desde mi estación de trabajo.

—Camila, por favor suéltame, tengo que contestar el teléfono.

Pero nada de lo que digo hace que la chica me dejé ir, al contrario con cada palabra que digo siento que afianza su agarre contra mi cuerpo y después de eso comienza a dar vueltas desesperadas, al mismo tiempo que su sonrisa más brillante, se dibuja en su cara.

—No puedo, es que quiero decirte algo, pero sé que no puedo —la chica sigue haciéndome girar y con ello el poco desayuno que he tenido en el estómago se despierta de manera feroz, por ello es que pongo toda mi fuerza sobre sus codos y la aparto antes de que me haga vomitar— aun así, no puedo evitar estar tan contenta por eso.

—Amiga no debiste hacer eso, en serio.

Me llevó las manos a la boca y luego de un par de bocanadas de aire que tomó de manera forzada, estoy lista para gritarle. Pero aunque he empezado a gritarle de cosas a mi mejor amiga, ella no se mueve, no pelea y no contesta.

Eso me da la idea de que algo más está pasando aquí.

—Escúpelo de una vez Camila, te he descubierto.

—Lo sé, porque en realidad es lo que estaba esperando.

Pero, ¿por qué?

—Porque si tú me atrapas en la mentira es fácil, porque yo no me he delatado, yo no he flaqueado, he guardado el secreto tal y como me lo han pedido. Pero si lo descubres por ti misma, yo no he fallado en mi promesa de guardar el secreto.

—Camila, no te estoy entendiendo mucho.

—Mira lo importante que tienes que entender no es eso, es esto —con ello la chica levanta su mano izquierda y no deja de señalarla, la hace bailar y que con ello enfoqué mi mirada en ella, pasa la mano por el cabello y luego por el cuello, terminando con ella frente a su cara.

Sigo sin seguirle el paso la verdad.

Hasta que noto un artículo brillante provenir de su dedo anular.

Es su anillo de compromiso. Marcial se lo dio hace ya un tiempo pero ella no lo carga siempre porque tiene miedo de que este se le pierda antes de que se puedan proclamar amor eterno antes un juez y cura, aun así lo trae consigo en un collar que oculta siempre con su ropa para que nadie lo vea.

Pero hoy lo lleva en la mano.

Oh Dios, no.

—Oh sí. —Oh no, he hablado de nuevo en voz alta.

—Él va a proponerte matrimonio.

Mi amiga sigue dando brinquitos y aplaudiendo. Y es cuando caigo en cuenta de que no es una mentira, porque sumando dos más dos recuerdo que le vi venir de la oficina de su novio, aunque fielmente yo creía que lo que hacían ahí dentro era que estaban enrollándose o algo así, no haciéndose confesiones de ese tipo.

De cardíacas.

Se me detuvo el corazón y dejé de respirar por esa confesión.

—¿Qué él va a hacer qué Camila...?

—Sí, se lo ha dicho a Marcial hace unos días, él está seguro de que tú eres la elegida y va a hacerte la pregunta muy pronto.

Mi amiga daba saltitos en el aire, pero yo estaba que entraba en pánico por sus palabras.

Sr. Hamilton "Trilogía: Tú, Yo y Nosotros".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora