—Siempre que entres a su oficina lleva una buena grabadora, tiende a dictar los recados demasiado rápido para su propia respiración.
—No te preocupes, soy buena y rápida escribiendo a mano. —Tanto es así, que me tomé un curso para ser aún más rápida en cualquier tipo de redacción de reportes, soy como la Amy del dictado. No hay nadie que me gane y por suerte viene con una certificación que alegremente he colocado entre las cartas de recomendación que siempre llevó conmigo cuando vengo a entrevistas, es mi bebé, mi orgullo y siempre que puedo lo presumo. Pero aquí no lo había hecho, no era porque no quisiera presumir de ello, porque quería, no, era porque no quería verme pretenciosa.
Si algún día, te muestras así en una entrevista lo único que has de lograr es impresionar a la persona equivocada.
Y créeme, nadie quiere hacer eso cuando se busca tener el trabajo de tus sueños.
—Lo digo en serio, le causo calambres a más de una asistente en el pasado, confía en mí en esto. Por favor. —Dijo la chica de manera suplicante con las manos en su rostro y mientras apretaba firmemente una grapadora entre sus manos.
Bien, le creo.
Nunca debo olvidar llevar una grabadora o mi teléfono cuando vaya con él, anotado.
El teléfono fijo de mi escritorio suena a mi lado, descuelgo y hablo rápidamente.
—Oficina del Señor Hamilton.
—Señorita Ávila, venga a mi oficina de inmediato por favor.
Asiento en dirección de Camila y ella sonríe levantando los dedos pulgares para mí.
Camino hacia las majestuosas puertas de color caoba oscura que dan hasta su oficina y entró en ellas, pero no sin antes tocar, recibo la confirmación de parte de mi jefe del otro lado de la puerta y entró.
—Necesito que me envié unos correos de manera urgente, apunte... Por medio de la presente... —y como dijo Camila antes de entrar ahí he encendido la grabadora en mi celular. No tengo una personal por ahora pero ya me las ingeniaré con lo que tengo, después veré como consigo una, y por supuesto apunto a la antigua para que no note el truco de mi parte— ¿Lo tiene? —Me dice cuando parece que he terminado de apuntar.
Levanto la cabeza y sus ojos azules destellan hacia mí, parece que busca algo dentro de los míos con esa mirada.
Quizás pide ayuda, quizás es algo más.
—Sí. ¿A quién debo de enviarlo?
—Smith y Asociados, Mitchell Brooks —apunté el nombre.
—Está en la libreta junto a su computador, la dirección. ¿Ya tiene una dirección de correo de la empresa? —Me pregunta un tanto molesto.
¿Pero qué demonios espera este hombre del mundo que lo rodea?
¿De las personas que trabajan para él? Son humanos nada más, además es mi primer día, estoy apenas acostumbrándome al ambiente, a la gente, los olores, pasillos y la comodidad de este lugar.
Ni siquiera he visitado todos los lugares importantes de aquí.
Mucho menos sé dónde está el departamento de informática, Camila aún no me ha terminado de dar el recorrido porque dijo que no podíamos estar mucho tiempo fuera de nuestras estaciones de trabajo.
Y la entendía.
Yo no quería meter a nadie en problemas y aquí mismo me parece que si le digo que no al hombre es capaz de despedir a todo el departamento de informática, si es que hay uno. Porque con estos lugares nunca se saben.
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Sr. Hamilton "Trilogía: Tú, Yo y Nosotros".
Storie d'amoreDante Jonathan Hamilton es ahora un cascaron vacío del hombre que un día fue. Camina por las calles, va a trabajar y se ejercita diariamente sin pensar demasiado. Pero no por eso deja de ser un atractivo hombre de treinta y pocos años, además de se...