—¿No dijiste que él no vendría?
—No, yo dije que es posible que no viniera, nunca viene a ninguno de los eventos que organizamos, pensaban que le iba a pedir a Marcial que salieran ellos aparte para celebrar su cumpleaños, es lo que siempre hacen. Lo juro. —Dice ayudándome a meter a Aura en su casa, toma su brazo derecho, yo el izquierdo y la hacemos saltar la separación del piso de adentro con el de afuera.
La niña ríe, no sabe qué pasa.
Camila no sabe qué pasa.
Yo no sé qué pasa.
Nadie sabe qué demonios pasa aquí.
***
Cuando regresamos a la reunión ya había al menos una docena de personas en la gran piscina, incluidos niños y algunos adultos, para mí buena suerte esta tenía una pequeña piscina que se comunicaba con las otras y que era más que nada para que los niños pudiesen jugar dentro de ella sin correr ningún riesgo mortal.
O al menos eso es lo que me dijo Camila que era la razón porque Marcial la había puesto.
Para los niños.
Pero Camila sabía en el fondo, que esa piscina estaba más que destinada que a los niños de los otros integrantes de su familia, más que para los suyos.
Claro que Camila quería hijos, pero no ahora.
Y se lo había dejado bien en claro a su prometido, a lo que él le había respondido que se haría a su tiempo, cuando ella estuviera lista, así fuera ahora o dentro de cinco años, solo le pedía que no esperará demasiado tiempo porque el reloj biológico de ella iba más rápido que el de él.
Ella estaba tan confiada en su prometido como en ella misma, aun así Marcial puso la piscina de esa manera.
Ella lo tomó como un cumplido, no como una manera de apresurarse en cumplir los deseos de su futuro esposo.
—Camila ¿cuándo es la boda? —Dije sin más.
No me explicaba cómo es que teniendo toda una vida ya juntos, una casa y conviviendo con sus amigos y familia como si fueran una pareja casada no lo estaban.
—¿La de Marcial y mía?
—Sí, ¿cuál otra?
La chica me observó y en ella vi una cosa nada más, dudas.
No creo que dudará del amor que le tenía a su novio, pero sí de si esa decisión era la correcta.
Siempre he admirado a las mujeres que no dejan que lo que quieren les quite otras cosas, que si no quieren ser madres o si prefieren quedarse en casa criando a sus hijos lo defienden a capa y espada sin dejar que nadie se los critique o quite.
Y por suerte Camila era una de ellas.
—Si te soy sincera aun no lo decidimos.
—Puedo preguntar ¿por qué?
No iba suponer nada hasta que ella no me contestará, no iba a decir, porque creo que hacen una magnifica pareja, porque creo que haría unos bebés hermosos, porque creo que se aman más allá de lo que nunca he visto a ninguna pareja hacerlo antes, se respetan y bla, bla y bla.
Porque nadie tiene derecho a decidir en una relación más que los involucrados en la misma.
Una pareja es de dos, nada más que eso.
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Sr. Hamilton "Trilogía: Tú, Yo y Nosotros".
Roman d'amourDante Jonathan Hamilton es ahora un cascaron vacío del hombre que un día fue. Camina por las calles, va a trabajar y se ejercita diariamente sin pensar demasiado. Pero no por eso deja de ser un atractivo hombre de treinta y pocos años, además de se...