XXXIV.

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¿Sabes lo qué es que te arranquen el corazón de un tajo?

¿Qué te dejen sin voluntad de vivir con solo unas pocas palabras?

Si tu respuesta a esas preguntas es no, lo siento por mí solamente, pensaba que no estaba tan solo en esto, pero en fin.

Pero al mismo tiempo estoy feliz y tan celoso de que eso no te haya ocurrido antes. No sabes lo que duele, perder es una de las peores sensaciones en este mundo.

El piso se abre a tus pies, tus piernas tiemblan cual gelatina, tus manos no dejan de moverse de manera frenéticamente. Y aunque sabes que debes moverte, que debes salir corriendo algo te lo impide.

Cuando Susana se fue por aquellas puertas de madera que tantas otras veces ella misma había cruzado ella o yo para ir a su escritorio o para jugar el juego de la seducción de manera alegre y esperanzada conmigo y se había ido molesta como el infierno, supe que no podía dejarle ir.

No podría vivir sin ella, porque aún si lo intentará no saldría.

Corrí lo más rápido que pude y que mi mente me dejaba.

Lo admito, me había congelado, me había paralizado cuando le vi marcharse.

Y aunque quizás esto, en la mente de ella fuera solo un bache, una pelea sin sentido. Para mí se sentía como un adiós definitivo. Y yo lo que menos quería de ella, era decir adiós.

La quería para siempre, hoy, mañana y todos los días esperando paciente por mí. Sé que no la merezco, pero quiero hacerlo.

Quiero cambiar todo lo malo y dar el salto de fe por nosotros, por ella y por el futuro que podamos tener si tan solo lo intentamos.

Por eso es que aunque podía subir al auto y alcanzarla cuando llegará a casa o quizás conseguir interceptarla a lo largo del trayecto hacía ella, decidí optar por la opción más difícil.

Tomé mi voluntad, mi coraje y mi amor por ella y los use como motor para correr lo más lejos que pude.

Salí a la calle a buscarle pero no estaba por ninguna parte y aunque suena totalmente ilógico porque de verdad que pude haberme subido a mi auto, dejar que mi chófer de siempre me llevará a su casa aumentando así las posibilidades de encontrármela por el camino, caer a sus pies, rogar perdón y hacer que me ame de nuevo.

Pero no lo hice.

Porque cuando uno piensa en amor, a veces piensas en flores y corazones, en todos colores y en que nunca se lastimará de ningún modo a la otra persona.

Pero no, el amor es complicado.

Las relaciones lo son, tanto que en algunas ocasiones parecen armas de doble filo, si las usas de la manera correcta no te cortarás el pecho, pero si la usas de la manera incorrecta muy seguramente terminarás con un puñal atravesándote el corazón para darte una muerte dolorosa y terrible.

Hace unos días, no muchos, mi perspectiva del amor es que lo único que podía lograr era a través de las series y películas que tanto les gustan a las mujeres de hoy en día.

Y aunque a todo grito un hombre jamás lo admitirá de manera abierta, la verdad es que secretamente hemos visto una que otra de esas películas.

Y no, no comprendo ese romance desenfrenado, ese amor tan intenso que lo perdona todo, ese sentimiento que te hace querer cruzar un océano por la persona amada, dejar todo lo malo atrás y dar el salto de fe.

No.

Corrección.

Ahora lo entiendo, mientras corro a dar el mismo salto de fe por ella, por nosotros y por un futuro pienso que aunque no conozco a esta mujer cautivante desde hace mucho tiempo es en lo único que puedo pensar cuando me he de levantar por las mañanas para iniciar un nuevo día.

Sr. Hamilton "Trilogía: Tú, Yo y Nosotros".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora