29. Discusiones.

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Pepe:

Nos encontrábamos terminando de acomodar todas y cada una de las cosas que venían dentro de las cajas que el camión de la mudanza nos había llevado. Así es, ya nos instalamos en nuestra nueva casa, es de dos pisos en un tono mostaza, dentro era color beige que como la gran parte de todas, quedaba con los marcos de madera, había escaleras de madera también, cocina, sala, dos baños y tres habitaciones. Además de un patio grande.

Era muy acogedora, bonita y perfecta para los dos por el momento en lo que se viene la llegada de un nuevo miembro a nuestra futura familia.

*-*-*-*-*-*-*-*

- ¿A dónde con esa vestimenta? -pregunté con el ceño fruncido mirándola de pies a cabeza. Llevaba puesto un vestido negro de puro encaje rabón junto a unos tacones rojos. Aún no se le notaba la pancita que por ello se le miraba espectacular-. Te ves muy... provocativa.

-Ya te lo había dicho hace un par de horas, iré a la reunión del trabajo, celebración porque me ascendieron de puesto y voy a ir. -me contesta seria y sin preocupación.

-Ajá ¿y es por eso que irás así? -enarco una ceja. El hecho que vaya a ir así no me tiene del todo conforme.

- ¿Tan mal me veo? -hiso un puchero.

-Para nada cariño, te ves perfecta, como siempre -le contesto y sonrío de lado-, sólo que... -suspiro y niego con la cabeza- olvídalo.

-No quieres que vaya ¿cierto?

-Frena el coche nena, no es eso.

-Ve al puto grano José. -bufa y se cruza de brazos.

-Bueno yo -rasco mi cabeza y dejo de verla. No mamen zorras esto es difícil para mí- te voy acompañar.

¡¿NETA?! ¿ES NETA CABRÓN? Me reprocho.

Su ceño está fruncido y me mira no tan convencida de lo que le digo. Se acerca a mí y me susurra al oído que me esperará a que me cambie de ropa por una más "elegante" que me haga resaltar junto a ella.

Siento que ese embarazo me la está cambiando un chingo, digo, ella no es tan fanática de andarse arreglando como esas famosas que van hacia alfombras rojas con tal de resaltar mucho más que las otras, al contrario, ella es más sencilla. Se le han alborotado las hormonas. La amo como no han de tener una pinche idea pero el hecho de que vaya a estar cambiando y más con tal de impresionarme, no me gusta.

Bajo por las escaleras con un traje negro, si ella va arreglada con ese vestidito, obviamente debo de vestir así. Tomo las llaves del auto y salgo junto a ella de la casa no sin antes asegurarla; subimos al auto sin articular palabra cursi o sólo para entablar una conversación amena, conduzco hasta la dichosa empresa en la que se está llevando a cabo la fiesta de la que me comentó.

El silencio se apodera del trayecto, reina en el pero luego es arrastrado a un lado por los sonoros clacksons de los otros autos que nos hacen compañía esperando a que el semáforo cambie a luz verde.

-Espero te comportes, José. -habló por fin, rompiendo ahora la tensión que se situaba en ambos y voltea a verme con suma seriedad.

- ¿Acaso crees que soy capaz de avergonzarte? -solté una sonora carcajada. Mira nada más.

-Eres capaz de todo, te conozco perfectamente, amor. -me está hablando a pausas, eso... me atemoriza un poco-. Sólo sé cómo eres pero no la cagues.

-No lo prometo pero haré el intento. -digo y entrelazo mi mano con la suya.

-Gracias, quiero que mi jefe se dé cuenta que eres un magnífico esposo para mí.

Problemas. [3ra. Temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora