51. Bipolar.

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Pepe:

Habían sido unos días pesados luego de que ____ fue dada de alta. Siéndoles honesto, nuestros niños son hermosos, son gemelos, ahh, la verdad es que aunque no lo parezca, me siento demasiado entusiasmado, principalmente voy a estar a prueba para cuando mi chula mujer vaya a requerir de mi ayuda, siento que va a ser un tanto difícil pero como dicen: la práctica hace al maestro.

El día de hoy ____ estaba algo extraña, con cambios severamente repentinos de humor, primero estaba bien conmigo, luego ya me la estaba haciendo de pedo, de pronto lloraba y a la otra como si nada, siendo feliz. Quizá es algo normal luego de que recién acaba de... parir a dos gemelos. Por primera vez.

-Sh, están durmiendo. -me dice justo antes de que pueda decir u opinar algo al respecto, en el momento que la he tomado de la cintura al entrar a la habitación de los bebés.

-Si no me dices, yo ni enterado. -digo sarcástico y suelto un ligera risita.

-Te dije que silencio amor, tardé demasiado en dormirlos. -frunce el ceño zafándose de mi agarre.

- ¿Qué tienes amor? Has estado muy... extraña.

-No tengo nada, joder. -de acuerdo, error mío al preguntárselo aún sabiendo que anda de bipolar- ¿por qué siempre creen que tengo algo cuando reacciono de una manera extraña que solamente yo entiendo?

-Claro que sí, estás muy bipolar, tontita.

- ¿Qué acabas de decir?

-Ah Jesucristo ¿lo dije en voz alta? -asiente mirándome mal- perdón.

-Ugh, no me hables, no estoy de humor.

- ¿Y si vamos a nuestra recámara para quitarte ese mal humor? -propongo con picardía, mis cejas se mueven de arriba abajo sin parar esperando a que acepte y ría pero es un error mío, me sigue viendo de mala manera.

-Eres un pervertido pepe, ¡un pervertido! -sale de la habitación enseguida para bajar e ir a la cocina- ¡todo lo quieres solucionar con sexo! -la escucho decir desde abajo que no evito reírme.

- ¡Eso no es cierto amor! -le digo saliendo de la habitación de los bebés para dejarlos dormir pacíficamente.

- ¿Podrías dejar de molestarme? ¡Me estás sacando de quicio! -resopla.

-Uy qué delicadita. Ni modo, así me vas a aguantar, somos esposos ¿recuerdas?

-Jódete.

-Yo también te amo chula.

-Agh, estoy hablando en serio José. -sale de la cocina y me mira de una manera no tan digamos que, amigable. Parecía que me mataba.

-Nadie te obligó a casarte conmigo aún sabiendo cómo soy, ____. -Cristo ¿lo he hecho de nuevo?

Su mirada cambió en cuestión de segundos, sus ojos se cristalizaron tal cual como un vidrio, al principio hizo un puchero, sollozó y bueno, de ahí en fuera ni quien la detuviera en llorar. Me le quedé viendo por unos segundos, del bolsillo de su pantalón de mezclilla sacó su celular, lo desbloqueó y se puso a buscar un contacto o quizá... varios, ni puta idea.

- ¿Llamarás a yayo para que venga? -cuestioné rápidamente, fue el primero que se me vino a la cabeza, además él siempre es al primero que acude ¿y cómo no? ¡Es su hermano!

-No... -contesta fría pero sin embargo sus lágrimas siguen apoderándose de sus mejillas. Regresa a la cocina- ¿alejandro? ¿Puedes venir a casa enseguida por favor? ¡Es urgente! ... ajá... sí, adiós.

- ¿Es neta? ¿Strappy? ¡¿Qué verga?! -gruñí.

-Cállate, te odio. -limpia sus lágrimas con la yema de sus dedos.

Problemas. [3ra. Temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora