24 (Final)

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Al llegar a casa, mire alrededor. Todo estaba demasiado callado y eso era de tener miedo. Miré a mi alrededor. Subí las escaleras y lo primero que hice fue revisar en la habitación de mi hijo. Estaba vacía.

Caminé por el pasillo hasta mi habitación y sonreí al encontrármelos a ambos. Fred estaba acostado boca abajo en la cama y Dallas a su lado, de forma perpendicular a él con sus piernas sobre la espalda de su padre y los brazos extendidos. Ambos dormían.

Como siempre decía Sasha, era un momento digno de una foto.

En estos momentos era cuando mas extrañaba que viviera con nosotros. Algo que nos había sorprendido a Fred y a mi, había sido el hecho de que con solo cinco meses de noviazgo ella y Felix habían escapado a las vegas solo para casarse.

A Fred casi le daba un infarto cuando ella regresó con el anillo en el dedo anular diciéndonos que iba a irse a vivir con Felix.

Me acerqué a mi novio, sentándome a su costado. Mis manos pasaron por las hebras rubias de su cabeza. Alguien necesitaba un corte urgente.

-Llegaste.-murmuró con una sonrisa hermosa. Aún estaba adormilado.

-Se ve que se divierten mucho cuando no estoy.-Reí.

Lo escuché quejarse mientras escondía su rostro contra el colchón.

-Tiene demasiada energía. Fue muy difícil lograr que se durmiera.

Hace un par de semanas que había empezado a caminar y... estaba imparable. La verdad es que todo el tiempo estaba al pendiente de él, porque era muy curioso. Días atrás casi se tira el televisor encima cuando había jalado del cable.

Nos habíamos mudado de casa. Gracias al trabajo de Fred, habíamos comprado una nueva. Una muy hermosa que... era completamente nuestra. Era grande a diferencia de la que vivíamos antes, tenía dos pisos y las escaleras eran lo más peligroso ahora sin duda alguna.

-¿Por qué no tomas una ducha? Aprovechando que está dormido.

-¿Insinuas que huelo mal, niña británica?-enarcó una ceja.

Me incliné para dar un pequeño beso. O al menos ese era mi plan hasta que él me sostuvo sin dejar que me separara. Reí contra sus labios, pero aún asi me dejé llevar, sintiendo como mis ojos se cerraban. Suspiré cuando la yema de su pulgar acarició mi mejilla.

-¿Mami?-escuché separándome un poco de mi novio. Ambos volteamos, ahí estaba Dallas.

Su cabellera rubia había oscurecido un poco a comparación de como solía estar cuando recién había nacido. Pero esos ojos seguían igual de preciosos.

Fred me sujetó con fuerza, alejándome de las manitas de Dallas cuando las estiró para que lo tomara. Mi niño soltó un quejido al ver que su padre no estaba dispuesto a dejarme tomarlo.

-Mami...-Tenía un puchero en su boquita. Sus ojitos se cristalizaron.

-Ella es mia.-declaró Fred.

-Fred...-pedí con diversión.

-¡No! Mami...-pidió nuevamente mi bebé.

Se había puesto de rodillas en la cama y sus manitas se abrían y se cerraban.

Estaba el hecho de que era muy posesivo conmigo... no le gustaba que Fred me tocara. Pero tampoco le gustaba que otras personas que no fueran él y yo tocaran a su padre.

-Ven, mi amor.-como pude, estiré mis brazos, él se acercó a la orilla y sabiendo que Fred no dejaría que cayera, le pedí que se acercara más. Solo entonces, cuando lo tomé para cargarlo, fue que él me soltó.

𝙹𝚞𝚗𝚝𝚘 𝚊 𝚎́𝚕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora