Comunmente en mis mañanas lo que solía hacer durante los fines de semana era bajar a desayunar y después regresar a mi habitación evitando ver a mi tia Abrianna. Ahora, justo un domingo por la mañana, me encontraba en la parada de autobuses viendo como mi tia terminaba de comprar sus boletos que la llevarían hasta Nebraska, que era en donde vivía uno de sus hijos.
-Quiero que riegues mis plantas todos los días, Virgnia.-Me recordó lo que me había pedido en todo el camino.-Probablemente regrese la próxima semana, de no ser así te llamaré.
Asentí. Esperé hasta que su autobús partiera para poder regresar a su casa. Si ya de por si esta daba miedo por ser enorme, ahora no podía imaginarme lo lúgubre que sería estando yo sola.
Cuando llegué, salí al patio trasero y pasé por la enorme alberca que tenía para poder llegar a su invernadero. Ella de verdad tenía mucho tiempo libre como para poder regar todas estas plantas todos los días por si sola. Empecé con la idea de poder terminar a medio día, no es que fuese una holgazana, pero eran demasiadas plantas para una sola persona.
Al medio día un claxon sonó afuera de la casa, salí a toda prisa recordando que se suponía que hoy Fred estaría esperándome una cuadra afuera de esta.
-Me ofende que lo hayas olvidado, niña británica-dijo cuando me incliné para poder verlo adentro del auto.
-Que atrevido de tu parte venir a tocar el claxon aquí afuera.
Fred rió.
-Tu tia sigue pensando que soy tu compañero de trabajo ¿No es así?.-Enarcó una ceja.-Entonces no debes preocuparte.
Mordí mi labio inferior.
-Hoy no podré ir contigo.-Hice una mueca.
-¿Por qué no?.-Uno de sus típicos mohines, el cual se basaba en hacer resaltar su labio inferior apareció en su rostro.
-Mi tia Abrianna no está y... tengo que terminar de regar todas sus plantas.
-Ya veo.-Asintió.-¿Cuánto tiempo estará fuera?
-Como una semana... eso según ella.
Movió la cabeza, como si estuviese pensándolo.
-Iré por un par de cosas y después te ayudaré a terminar con tus deberes ¿Bien?
Asentí confundida ¿Iba a entrar a la casa?
Me sonrió y frunció los labios.
-Mi beso...-Murmuró aun con los labios así.
Sonreí y tuve que meter la mitad de mi cuerpo por la ventana para poder alcanzarlo. Le di un beso corto porque en esta posición era lo único que se me permitía.
-Vendré en seguida-dijo antes de irse.
Volví a entrar y suspiré al darme cuenta de que me llevaría más tiempo del que creía y probablemente para mi tia era sencillo ya que lo único que tenía que hacer en todo el día era eso, regarlas, quitando el hecho de que dejaba cinco minutos para estar hostigándome. Ni siquiera sabía como le haría para regarlas entre semana que debía de ir a clases.
Cuando el timbre de la casa sonó, me apresuré a abrir la puerta. Fred levantó unas cuantas bolsas que había traido.
-¿Qué es todo eso?
-Me imaginé que podrías tener hambre.-Se encogió de hombros.-Y traje esto.-Me extendió una de las bolsas.
Saqué el contendido y sonreí extrañada.
-Sabes que hay una alberca enorme en el patio trasero ¿Verdad?-dije sosteniendo el empaque de la alberca inflable que había traido.
-Por supuesto, todas las casa de esta residencia tienen una.
ESTÁS LEYENDO
𝙹𝚞𝚗𝚝𝚘 𝚊 𝚎́𝚕
RomanceVirginia es nueva en la ciudad de Kansas y para ella, probablemente el estar en América es la peor decisión que su padre ha llegado a tener, más aún después de conocer a Fred quién no duda ni un segundo que su nueva manera favorita de divertirse es...