II

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En mis manos tenía un par de sabanas y cojines que por alguna extraña razón Fred me había pedido que bajara. Cuando llegué al jardín trasero, él se encontraba justo en la orilla de la alberca, echó aire por última vez a la pequeña alberca inflable antes de empezar a respirar con la boca abierta. Tenía la cara enrojecida y su pecho se movía muy rápido intentando recuperar el aire que al parecer había dejado en el inflable.

-Casi muero de un ataque asmático.-Dramatizó poniendo su mano en el pecho.

Me extendió los brazos pidiéndome lo que traía en estas, se lo extendí y vi como colocó una de las sabanas en el suelo de la alberca inflable y los dos cogines.

-¿Qué se supone que estás haciendo?.-Pregunté al ver que se ponía de pie y empujaba la mitad de esta dentro de la alberca que mi tia tenía en su patio trasero.

-Sube.-Señaló.

Fruncí el ceño.

-¿Enloqueciste?

Asintió.

-Me di cuenta en el momento en que pensé que inflar esa cosa con la boca era buena idea. Casi me desmayo.-Puntualizó.-Ahora sube.

-Pero es que...-Intentaba negarme, no sabía qué era lo que él quería hacer.

-Será divertido, Vicky.-Convenció mientras me tomaba de la mano y me acercaba hasta esta.

Lo seguí de manera cuidadosa y casi caigo cuando mis pies tocaron la parte de la alberca que ya estaba sobre el agua. Fred rió.

-¡No estés burlándote!.-Me quejé cuando ya estaba sentada.

-Lo siento, cariño...-Aclaró su garganta.

Empezó a empujar conmigo dentro, haciendo que soltara un pequeño grito por la sorpresa. Miré alrededor viendo como lo que empezaba a rodearme era pura agua. Fred entró y se sentó a mi lado dejando que flotaramos hasta el medio de la alberca.

Echó una mirada alrededor antes de acomodar su cabeza sobre uno de sus cojines y acostarse de esa manera tan despreocupada que tanto lo definía. Me dio una sonrisa que me mostraba sus dientes antes de palmear uno de sus brazos indicándome que me acostara sobre este. Lo observé debatiéndome en si debía de hacerlo o no, porque últimamente me gustaba hacer las cosas que él me pedía, moría por hacerlas, pero era molesto por el simple hecho de que no quería alimentar el ego que ya de por si se cargaba.

Rodó los ojos y jaló de mi mano obligándome a acostarme sobre él. Mi cabeza quedó sobre su hombro y sin soltarme pasó mi mano sobre su torso haciendo que lo abrazara.

-Sigo sin saber porqué te haces la difícil conmigo. No es necesario, Vicky, sé que te gusto mucho.

-Yo no he dicho que no.-Murmuré.-Solo... eres muy presumido.

Él me observó sonriendo a pesar de lo que acababa de decirle, su pulgar acarició mi mejilla con tanta delicadeza que por un segundo olvidé qué era lo que me decía.

¿Ésto era el estar enamorada verdaderamente?

-Y tú eres encantadora.-Comentó mientras veía como su mirada bajaba a mis labios.-Y esa boquita es muy provocativa y...-Mordisqueó su labio mientras negaba con diversión.-Ya mejor me callo, no quiero que se me vuelva a parar.

-¡Fred!.-Me quejé haciéndolo reir.

-No te alteres, niña británica. Estoy seguro de que has hecho que muchos se pongan de pie.

Enrojecí por completo. Hablar de sexualidad no era algo con lo que me habían educado.

-No quiero hablar de... cosas paradas contigo.-Puntualicé.

𝙹𝚞𝚗𝚝𝚘 𝚊 𝚎́𝚕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora