Capítulo 44

218 27 26
                                    

Barbara lucía bastante bonita con el vestido turquesa que le había obsequiado para esa noche en especial. El nuevo corte de cabello resaltaba sus grandes ojos azules, y el maquillaje suave hacía lo propio con las facciones. Iba entaconada, con el tiempo había aprendido a aceptar las zapatillas, y ya caminaba como si anduviera descalza. Sin embargo, lo que más llamaba la atención era su sonrisa sincera, y el que anduviera del brazo de un atractivo hombre.

En la mesa de bebidas, Maura Horan recogía un par de copas de champagne mientras hablaba animosamente con su amigo Hermann; ambos reían y saludaban a los nuevos invitados. Todo era gala, una celebración. El lugar estaba espléndido, con el lago como paisaje, la fiesta se llevaba a cabo en los bellos jardines de la residencia. Niall observaba complacido cada detalle desde un amplio ventanal, identificando a sus conocidos, preguntándose quiénes serían los extraños. Vio al padre de Louis hablando con su joven pareja y a Zayn Malik… entrando por los grandes portales, vestido igual de impresionante que siempre, llamando la atención con su sofisticada figura.

— ¿Cómo es que lo dejaste ir? — Una aterciopelada voz le hizo respingar en abrupto. Había estado tan perdido en sus divagaciones que no sintió la presencia de alguien más. Giró el cuello en dirección a la joven cita recién llegada. Era rubia, con una pesada mata de cabello rizado, los ojos celestes más bellos que jamás vería y de rostro hermoso. Una bella y muy conocida cara. —Míralo, tan guapo y elegante. Y sigue enamorado de ti.

Niall rió suavemente, desdeñando el comentario.

—Para ya con eso. Cada vez que lo ves me dices lo mismo; puedes llegar a ser muy odiosa, ¿sabes? — Ella se carcajeó en respuesta. Lo abrazó efusiva y depositó un beso en su frente despejada.

—Perdóname. Hoy es el día que tanto esperabas, tienes que disfrutarlo.¡Prometo que me comportar! Además, estoy vestida como toda una dama,¡mírame! —Abrió los brazos en señal de apreciación. Niall asintió, lleno te ternura. —Y tú… te ves lindísimo. Ésta noche serás el centro de atención. —Le cogió del antebrazo, guiándolo hasta la salida. —Vamos, no te sonrojes, ¿te pondrás nervioso en el discurso? ¿No, verdad? Yo estaré a tu lado, y también me lo he aprendido. Si tienes problemas con la emoción, intervendré tan natural que nadie se dará cuenta. ¿Te parece, hermano?

Niall frunció el entrecejo. ¡Claro que no tendría problemas con el discurso!, le había salido directo del corazón. No eran palabras burdas y vacías que se olvidarían si no las releía con frecuencia; los ojos límpidos de la joven le mataron el reclamo, y al final, sólo brotó un suspiro de sus labios.

—Por supuesto que sí, Olivia.

Desde el balcón del segundo piso, Niall se perdió en la contemplación del restaurado lugar: Las aristocráticas escaleras se curveaban suavemente, cubiertas por una fina alfombra dorada que descendía hacia el recibidor. El enorme candelabro de araña había sido lustrado en cada uno de sus cristales, y la luz que entraba por los grandes ventanales, rebotaba en ellos, bañando la estancia con destellos y halos del sol. No había allí, ni una sombra que le recordara la residencia como la conoció; el resplandor era su principal característica. Pero no había sido fácil arrancarle la oscuridad que nacía desde su mismo corazón.

Harry le había pedido que hiciera algo con el lugar, aún lo recordaba nítidamente: sus ojos esmeralda brillando como el acero, casi suplicando. Él había accedido en medio del temor, sus palabras habían sido de advertencia, y aunque le obsequió la residencia, y le dijo con embriagadora claridad que lo amaba, todo su ser gritaba: Me marcho, te abandono. Al final, su sospecha se volvió realidad.

Harry se fue, y nunca volvió. Se quiso volver loco, lo reconocía.

Intentó contactarlo, intentó hacerlo volver, con vergüenza memoró las bajezas que cometió a raíz de la desesperación, el río de lágrimas, la depresión que le halaba al abismo. Pero Harry siguió ausente, y Niall sólo conservó fotografías y escenas de él en su mente, una vieja llave, y un montón de dinero que ni en cinco vidas podría gastar.

Invicto »n.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora