Invicto »n.s

Capítulo 9

Las enormes montañas se alzaban soberbias con gruesas capas de nieve cubriendo la flora y fauna; los animales se escondían en sus respectivos refugios del crudo invierno que no parecía diferenciar entre día o noche, y arrasaba con  todo lo que estuviese a su paso.

En la prisión de Múnich no era diferente, los prisioneros no salían bajo ninguna circunstancia y hasta habían dejado los deportes temporalmente. Las visitas familiares habían sido pospuestas, los boiler encendidos, y la comida fría sustituida por caliente.

Apenas era la primera semana de enero; un año nuevo, y el despiadado invierno hacía su aparición. Alemania, al tener un clima de transición, estaba sometida a las influencias continentales y atlánticas y la isoterma de 0 ºC pasaba exactamente por Múnich en aquellas fechas; el que los prisioneros anduvieran bien abrigados era más que entendible.

La Navidad y celebración del Año Nuevo habían pasado como cualquier otro día, dolorosamente ignoradas; la madre de Niall y otras pocas personas parecieron recordarlo y llevaron regalos y ropa caliente a sus familiares o amigos.

En ese periodo de tiempo, el rubio se había convertido en amigo de Varek y asistente de éste en la enfermería, y lo más importante: estaba más enamorado que nunca de Harry.

Niall caminaba al lado de John hablando de cosas triviales, resplandeciendo como una piedra preciosa y sonriendo sutilmente; su mirada azulada se topó con la puerta de la bodega donde hacía un mes había hecho el amor con el rizado, se sonrojó levemente desviando inmediatamente la vista; desde aquella vez, los encuentros con su amante no habían cesado, raramente pasaba un día sin que fuera suyo, y si así era, al siguiente, se lo cobraba al triple. Además, no todo era sexo, en ocasiones, platicaban sobre sus vidas, aunque era Niall el que más hablaba, Harry se abstenía a escucharle, asentir o negar. Sólo le confesó que estaba en prisión por una traición. Y el rubio no quiso preguntar más, aquella cruel mirada que brilló en sus ojos, había sido suficiente.

En todo el mes, Harry se enteró poco a poco de la vida del rubio: de su familia, amigos, y estudios. Percatándose del porqué de su idiosincrasia. Hasta cierto punto, la vida le había tratado bien.

—Entonces… te veo en la comida —Niall asintió y se despidió de John girando en un desierto pasillo y perdiéndose en él.

Caminó tranquilamente hasta llegar a la enfermería; allí pasaba casi toda la mañana, ayudando a Varek y matando el tiempo libre que cualquier prisionero tenía de más.

Raramente llegaban enfermos, algunos iban a consultas médicas cuando tenían molestias nimias de males comunes y Varek se encargaba de diagnosticarles y darles su respectivo medicamento, sin embargo, según Varek, al menos una vez al mes, llegaba un cadáver, y casi nunca fallecido por causas naturales. Niall evitaba estar en la enfermería, la mayor parte del tiempo se encontraba en el almacén, ordenando las medicinas. En ocasiones, Varek le acompañaba, observándole con regocijo cuando no se percataba.

En el transcurso del mes, el deseo que el doctor sentía por Niall fue en aumento hasta ser casi incontrolable, sólo le detenía su posición en la prisión y la confianza que el joven le guardaba. Desesperado, comenzó a lanzarle indirectas, pero éste parecía no entenderlas y por el contrario, sonreía inocentemente, siempre preguntando por los preparativos de la boda. Más de una vez, Varek tuvo que salir aprisa porque las ganas de saltarle encima eran gigantescas. Se hallaba imaginando ser un reo más, así, sin dar ningún tipo de explicación le tomaría las veces que quisiera, nadie se inmutaría por ello, o al menos, eso pensaba. Sin embargo, no negaba que también se había encariñado con él y que no se atrevería a dañarle; se percató que no estaba corrompido como pensó cuando lo conoció y aún no comprendía el por qué permanecía inmune a la maldad que lo rodeaba, creyó que John debía cuidarlo muy bien aunado con la buena suerte del pequeño.