Capítulo 33

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Después de estar pegado al televisor todo el día y hasta incluso, ausentarse en el trabajo con tal de no perderse ninguna noticia, Niall terminó con un ligero dolor de cabeza por tanta preocupación; la prisión seguía siendo gobernada por sus reos y los rehenes no habían sido liberados, algunos habían intentado escapar, sin resultados favorables. El rubio temía por Harry y John, se preguntaba incesante, si Harry logró su cometido, o si todavía permanecía en la prisión; vivo o tal vez… muerto. De imaginarlo así, frío y pálido, bañado en sangre y falto de vida, a Niall se le cortaba la respiración, sus ojos celestes lloraban silenciosamente a la vez que rogaba a todos los dioses un mejor destino para su ex amante. Con estos pensamientos Niall cayó rendido en brazos de Morfeo, pero no por mucho tiempo.

En la madrugada, el joven cito despertó, víctima del frío y la sed. Se incorporó, observando su ventanal abierto de par en par, el aire fresco se colaba por las cortinas largas y satinadas, éstas se levantaban a causa del fuerte viento y hacían curiosas figuras fantasmales. Tomó la jarra de agua que siempre llenaba cada noche y se sirvió en un vaso; lo bebió todo y volvió a servirse. El cuarto estaba  completamente oscuro, y Niall no era capaz de mirar siquiera la palma de su mano; se levantó y caminó por el alfombrado con seguridad; aunque no pudiera ver nada, conocía a la perfección su recamara, llegó al ventanal y salió por el balcón; desde allí podía divisarse el jardín y las calles, todo era paz y el único que se veía inquieto, además de él, era Ío. El perro le miraba desde abajo con una pequeña pelota colorada en el hocico, y la cola bailando con ímpetu. Niall sonrió, y enternecido por la escena, se acercó al final del mirador; sus pies descalzos pisaron sobre arena y cuando Niall agachó la cabeza, su corazón se detuvo. La iluminación de un farol cercano le permitió observar con mayor claridad; había pasado sobre tierra lodosa, pero ésta tierra tenía horma, y era de perfectashuellas
que se dirigían a su dormitorio. Niall quiso gritar, pero el terror se lo impidió; respiró con dificultad y salió del balcón con las piernas entumidas, dispuesto a pegar una carrera, sin embargo, las cortinas se enredaron en su cuerpo y Niall se desorientó, el terror se convirtió en una horripilante pesadilla cuando dos brazos fuertes y ágiles le sujetaron de la cintura y le despegaron del suelo. En el acto, le taparon la boca y lo estamparon sin miramientos contra ñ una pared; Niall pataleó desesperado, pero el atracador, haciendo un mínimo esfuerzo, le abrió de piernas y se posicionó entre ellas, anulando sus débiles movimientos.

Niall escuchó la respiración pesada del individuo muy cerca de su oreja, sus torsos estaban unidos y ambos podían sentir el corazón del otro latiendo con bravura; tembló, cuando unos labios fríos se deslizaron sobre su cuello, de abajo hacia arriba, inhalando su fragancia hasta el embriago.

──Tranquilo, Niall. No quiero hacerte daño.

La fuerza huyó de su cuerpo, y hubiese azotado en el suelo si Harry no le sujetara con tanta firmeza. El miedo le había impedido reconocer su intrínseco aroma maderoso y cítrico que ahora percibía flotando libremente en la habitación, corroborando la presencia del rizado. Él aflojó el agarre, y le destapó la boca; aprovechándose de la situación, Niall escapó de sus brazos y corrió hasta una lámpara de mesa, la encendió y la visión de Harry le hechizó por completo.

No le cautivó su soberbia figura; alta y fuerte como una columna romana, su misteriosa forma de vestir, el cabello bien recortado o la falta de vello facial, fue simplemente, el hecho de verlo allí; frente a él, en su habitación, ¡Vivo, y en una pieza! Antes que pudiera razonarlo, se le lanzó derramando lágrimas discretas.

──Estaba tan… asustado – Sollozó con el rostro hundido en el amplio pecho del rizado. Él lo abrazó y le consoló acariciando los largos cabellos rubios ──Pensé que habías muerto…──Susurró apesadumbrado ──¿Cómo… cómo? ──Niall alzó la cabeza mirándole con las pupilas brumosas y a Harry le pareció la expresión más hermosa.

Invicto »n.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora