18. Tradiciones

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DESEMBARCO DEL REY

La copa era llenada nuevamente por el mismo líquido especiado dorniense. Sus diminutas manos se aferraron a ella solo durante un instante antes de retomar el estridente tintineo, producido por el choque de uno de los tantos anillos que lucía contra el cristal de la copa.

Tyrion emitió un largo suspiro. Sabía que un nuevo sorbo al vino no convenía si quería mantener la cordura. Aunque a veces lo olvidaba y otras veces simplemente no importaba. Pero ésta no era una de ellas, o al menos no debía serlo.

Sus ojos permanecieron fijos sobre el último de sus compinches, Ser Bronn de Aguasnegras, más bien por imperativo que por gusto.

—¿Y bien? —inquirió el enano con más impaciencia de concluir la reunión que por saber la respuesta.

El interrogado procedió a mover de lado a lado la cabeza. Bronn se dejó caer en su asiento con una notoria desgana. Solo entonces dejó arrastrar las palabras.

—Las negociaciones con las compañías de mercenarios se han complicado todavía más —informó el Consejero de la Moneda—. Sus mercancías de esclavos han ido mermando aún más a causa de los inmaculados y el coste por soldado es por tanto más elevado. No hay dinero suficiente en las arcas del Reino para costear tal operación.

Tyrion asintió con premura. Todo aquello lo sabía, nada más necesitaba que fuera explicado en voz alta. Sólo así estaría fuera de peligro ante su principal obligación.

La deuda que había dejado su hermana para su suerte era demasiado elevada, el saldarla había dejado a la capital casi sin recursos. Si al Rey le había servido como excusa para no reconstruir la ciudad para él ahora no sería menos con su misión encomendada.

No obstante, la tensión no abandonó el semblante de la Mano del Rey. La razón era una reciente noticia en forma de rollo sellado que había recibido.

—En unos días tendremos aquí a unos invitados muy importantes, gente muy dispuesta a ayudarnos —informó tratando de aparentar voz neutral—. Entonces continuaremos con las negociaciones.

Bronn enarcó una ceja fruto de la sorpresa. Tyrion no le había dado aún información certera de para qué quería contratar los servicios de una compañía de mercenarios aunque se lo podía imaginar. Las reuniones acerca de ampliar las fuerzas de guerra eran muy rutinarias pero las posibilidades de acercar posiciones en cuanto a eso siempre habían sido prácticamente nulas hasta ahora.

—No serán las putas de Dorne —espetó Bronn con diversión en clara alusión al último altercado.

Tyrion ensombreció su mirada, pero solo un segundo antes de relajarse y disponerse a llenar otra copa de vino. Lo cierto es que la mala gestión suya con aquellas tierras sureñas parecía perseguirlo. Había dejado escapar finalmente a Yara Greyjoy y a Ellaria Sand simulando un accidente pero su acuerdo amistoso no bastó para que una de las tierras en su poder, Dorne, terminara declarando oficialmente la independencia de los Seis Reinos.

El enano deslizó la copa de vino dorniense poniéndola frente al exmercenario.

—Tanto que pensáis en las mujeres de Dorne, debistéis dejar allá algún asunto pendiente cuando fuistéis con mi hermano ¿queréis que os encomiende acaso una misión a Lanza del Sol para que lo solucionéis?

Bronn puso cara de pocos amigos.

—No pienso ir a arreglar tus platos rotos —le aseguró con desdén—. No otra vez.

—Tampoco creo lo arreglarais la otra vez— Tyrion suspiró de nuevo, el recuerdo de su sobrina Myrcella le abrumó por unos segundos—. En realidad se trata del Banco de Hierro, varios de sus representantes nos visitarán en unos días.

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⏰ Última actualización: Apr 12, 2021 ⏰

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