12. Poder

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MEEREEN

Un gran tumulto se produjo bajo las murallas. La gente se arremolinaba adentro en sus calles para contemplar a los visitantes con la clara intención de querer anticipar lo que iba a acontecer.

Cientos de ojos se posaron sobre los soldados. Eran varios cientos más que ellos, sin embargo, solo la curiosidad lograba distinguirse en su mirada.

Se conocía perfectamente a esos soldados. Sus armaduras, sus lanzas, sus escudos o sus cascos eran propios de los inmaculados quienes en tiempos pasados ostentaban el cargo de guardianes de la ciudad.

Su tarea actual era liberar todas y cada una de las ciudades de Essos. Pero Meereen ya era una ciudad libre de esclavos desde hacía tiempo, vendrían a verificar si lo seguía siendo, se decían todos al igual que el actual líder de la ciudad, Daario Naharis, quien tras escuchar con fastidio la última de las peticiones de un vasallo y dar su sentencia dio por finalizada la sesión con gusto. A él no le gustaba nada gobernar sino batallar. Pero entonces, al segundo siguiente maldijo exasperado, solo se había pospuesto, ahora tenía que atender otro asunto. Con el mismo fastidio se dirigió hacía uno de los Segundos Hijos.

-¿Está seguro de que son inmaculados? -Daario debía asegurarse antes de dejarlos entrar. Podía ser una trampa.

-No me cabe duda mi señor -afirmó el interrogado con el fuerte acento ghiscario de la ciudad-. Pero si es cierto que hay algo extraño en todo esto, varios siervos de R'hllor les acompañan, ruegan que se les escuche.

Daario enarcó una ceja incrédulo.

-Bueno quizás al menos nos reímos un poco y esto termina antes de lo previsto -predijo con despreocupación tras varios segundos-. Hágalos pasar pues.

Entonces varias personas en representación del grupo fueron dirigidos hacía el salón principal de la Gran Pirámide. Desde lo más alto de la escalinata en su asiento impuesto Daario contemplaba atónito la escena.

Sólo pudo reconocer a uno de los presentes pero fue suficiente para provocar su reacción. Grey Worm se encontraba allí con la misma expresión seria y taciturna de siempre pero con un aspecto sorprendentemente demacrado. Su comitiva por su lado le parecía tan extraña como peculiar. Varios compañeros suyos que no podría recordar, dos Sacerdotisas Rojas que por su vestimenta no se podían apreciar, un siervo-soldado del Templo Rojo aún más cubierto y una bebé.

Tras detallar a cada uno de los presentes Daario volvió a mirar a Grey Worm. Y entonces sólo pudo reírse.

-Mi viejo amigo Grey Worm -se dirigió finalmente Daario con guasa- la verdad me sorprendes, no soy creyente pero si estaría interesado en escuchar el motivo que te hizo abrazar la religión.

Grey Worm le miró con la misma expresión seria en su rostro.

-Daenerys Targaryen -indicó con vehemencia.

El ex capitán mercenario arrugó su frente ya totalmente confundido no sabiendo a donde quería llegar el líder de los inmaculados con tal respuesta.

Entonces, justo en ese momento una de las Sacerdotisas Rojas se retiró la capucha que cubría su cabello y parte de su rostro.

Como si la hubiesen llamado Daenerys en un solo movimiento se dejó mostrar completamente dejando perplejo al anfitrión.

-No... tú... no puede ser ¿a qué clase de magia estáis jugando? -consiguió preguntar Daario finalmente no pudiéndose creer lo que veía.

No sabía si ella era real o no pero de igual manera no pudo evitar desnudarla con la mirada. Sea como fuera ella era tan perfectamente hermosa como siempre o incluso hasta más. Se veía más mujer que la última vez que la vio, desde aquella vez cuando decidió abandonarle para cruzar el mar Angosto. Entonces su mirada se perdió en su figura. Daenerys forzó una sonrisa.

El retorno de Daenerys TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora