Capítulo 11

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Capítulo 11

TERMINADA la cena, Esteban guio a María de regreso al coche aparcado junto a una bodega con música en vivo. Las notas de una conocida canción de amor llenaban la noche.

–¿Te gustaría entrar un rato? –le preguntó a María, que lucía una expresión melancólica.

Ella basculó el peso del cuerpo de un pie al otro, como si sopesara entre echar a correr o entrar.

–Nunca he escuchado música en vivo. Y nunca he estado en una vinoteca ni bailado con alguien.

–Pues entonces vamos –Esteban le tomó una mano–. Bailemos.

Poco después bailaba con María entre sus brazos. Ella apoyaba la cabeza en su pecho, los cabellos haciéndole cosquillas en la barbilla y su fragancia floral deleitándole el olfato. Su cuerpo se movía en perfecta sintonía con el suyo, como si hubiesen bailado juntos toda la vida. La naturalidad le recordó el ritmo cuando hacían el amor, como si sus cuerpos estuvieran en sintonía, reconociéndose como la pareja ideal.

«¿Pareja ideal? Tú no eres nada de eso».

El aguijonazo de su conciencia le hizo tropezar y tuvo que sujetar a María para evitar que chocara con otra pareja.

–Lo siento –se excusó–, perdí la concentración –o quizás hubiera perdido momentáneamente la cabeza pensando en un posible futuro con ella.

Un futuro que no podía ofrecerle.

Al principio un matrimonio de seis meses le había parecido muchísimo tiempo, pero ya no. Evitaba pensar en el inevitable divorcio. Sentía náuseas al imaginarla haciendo el amor con otro. No era celoso,pero no soportaba la idea. ¿Y si no la trataba con respeto? ¿Y si no tenía paciencia con su fobia? ¿Y si no comprendía lo sensible que era?

–Qué divertido es esto –María lo miró con ojos brillantes y rostro sonriente–. No se me ocurre nada que me guste más.

Las siguientes dos semanas fueron frenéticas. Iban al hospital a ver al abuelo de Esteban, hacían excursiones, picnics en el campo... Esteban le explicó la técnica para elaborar vino y cultivar aceitunas y le mostró los viñedos y olivares de su finca. Le ofreció románticas cenas en restaurantes de prestigio, y otros menos famosos donde la comida era igual de buena y la atmósfera íntima y acogedora. La llevó de compras y le renovó completamente el guardarropa, incluyendo una colección de trajes de baño y preciosa lencería.

Pero cuando más disfrutaba ella era por la noche en casa. Simplemente estando con él, charlando o viendo una película, o escuchando música, ella con la cabeza apoyada sobre su pecho y rodeada por sus brazos. Un ejemplo de lo que sería su vida si permanecieran juntos más de los seis meses estipulados. Esteban seguía trabajando y a menudo estaba al teléfono o respondiendo al correo electrónico, pero se le veía más relajado y sonreía y reía más a menudo. ¿Se debía a que su abuelo mejoraba y había accedido a la quimio, o a que ella le había hecho ver que en la vida había algo más que el trabajo?

Dulce DespertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora