Comienza la guerra

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Ayer fue un día bastante movido, pero nada comparado con lo que se va a avecinar hoy. Una tarjeta roja en mi taquilla y adiós a mi vida de infraganti; pero tampoco podía huir.
Me puse el uniforme y me puse una coleta alta con un lazo. Si hoy querían guerra, guerra iban a tener.

Me fui antes de tiempo. Prefería ver mi taquilla sin que nadie estuviese delante y así estaría preparada ante cualquier posible ataque. De camino a allí me encontré con un chico guapísimo que se suponía que era el chaval al que pegaron. Parecía otro vaya.

- ¿nerviosa?
- Un poco... Oye, ¿me prestarías la crema esa milagrosa que te has echado?
Empezó a reírse: - Mañana te la traigo no te preocupes. Oye si quieres esta tarde podemos ir a tomarnos algo, yo invito.
- Si no estoy muerta, cuenta conmigo.

Al llegar había un silencio que me daba escalofríos. Entré en el edificio con Taylor y se colocó detrás mía mientras yo abría lentamente la taquilla... Que no esté, que no esté, que no esté, que no esté... Estaba. Allí estaba. Tarjeta roja.

Taylor me dio un golpecito en la espalda: - no te preocupes. Eres una chica, no creo que te ocurra lo mismo que a mí.
- pero soy la primera chica, no sabes que me puede pasar.
- También es verdad.

Taylor tenía un año menos que yo así que no podría estar en mi clase ni acompañarme.

Mi miedo aumentaba en cuanto iba acercándome a la clase. Miré por la ventanilla de reojo y vi que no había nadie. Bien, salvada. Entré y me senté en el primer sillón a leer. Entonces empecé a escuchar unos extraños ruidos. Miré hacia atrás y empezaba a haber un montón de humo. Intenté abrir la puerta pero estaba cerrada. Dios, aquel humo era asfixiante. Las ventanas. Cogí mi mochila, abrí una de las ventanas y salí con mucho cuidado. Tenía que llegar a la ventana de al lado. Estaba en un segundo piso, si caía podría morir. Joder, a este paso no sobrevivía ni para llegar a almorzar. Llegué a la ventana más cercana, pero estaba cerrada. Vi al fondo de esa clase como salían dos chavales. La habían cerrado a propósito.

Me senté en el bordillo de la ventana. ¿qué iba a hacer?.

Un montón de pintura negra me cayó de repente de arriba. Miré y vi como me empezaron a tirar plumas desde la ventana de arriba. Adiós a mi uniforme. Mis padres me iban a matar.

- eh tú, ¿te arrepientes?

Miré hacia abajo. Estaba todo el instituto expectante de mis pintas de pájaro. Y cómo no, en medio estaban el famoso D4, y entre ellos subido en una silla y con un micrófono Damon Kingdom riéndose como cuando a un niño se le regala una piruleta.

- ni loca.
- Si me besas los pies dejo por alto tu bofetada de ayer, pajarraco.

Miré hacia adelante y lo ignoré.

-¿esa es tu respuesta? Pues dile hola a tu pesadilla.

Tenía que bajar de allí y darle otra bofetada a aquel capullo. Entonces miré a mi derecha y ví un conducto del agua. Me colgué la mochila y me dispuse a bajar por ahí, mientras los ricachones me tiraban piedras. Casi me caigo, pero yo no me iba a rendir tan fácilmente. Conseguí llegar al suelo. Abrí mi mochila y busqué mi lata de Coca-Cola mientras intentaba esquivar las piedras. La batí y lo abrí en su chaquetón con cuello de pelo. Luego le di una buena patada y salí pitando de allí, no sin antes decir:

- bicho malo nunca muere.

Esta noche subo un último capítulo. No os lo perdáis va a estar bastante interesante :D espero vuestros likes y comentarios

Diamantes antes que chicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora