Jasper Alden

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Luego de un relajante baño, obligué a mis doloridos músculos a llevarme al invernadero. Allí iba a buscar a Royse, y era normal que luego nos encontráramos con el resto en la biblioteca. Empujé las puertas dobles e ingresé en el ambiente vidriado.

Me encantaba ese lugar, la cantidad de colores que nunca pensé posibles en una planta, las enormes flores. Me recordaba a una selva, nunca había estado en una, pero suponía que así debía de ser. Era curioso lo rápido que una se acostumbra a las maravillas de un reino mágico que, hasta hace unos meses, creía solo una historia.

-Royse-llamé en medio de esa jungla-El general Farlomoni evolucionó, al parecer ser ascendida a cabo es excusa para torturarme aún más-bromeé.

-Bueno, así son los oficiales-me contestó una voz masculina que me sobresaltó.

"Finley" pensé por un momento, un instante suficiente para que mi corazón se inyectara de adrenalina, listo para huir. Divisé la puerta y comencé a caminar lento hacia ella cuando la voz habló de nuevo.

-Creo que mi hermana se adelantó a la biblioteca, así que...solo soy yo-comentó Jasper ajeno a mi susto.

Tenía puesto un delantal de trabajo lleno de tierra, unos guantes de cuero y anteojos protectores. La tierra le había ensuciado la cara, y mientras intentaba limpiarse más se ensuciaba.

- ¿Día de trabajo? -pregunté señalando su estado.

-Estuve trasplantando mandrágoras-se miró algo ruborizado.

- ¿Cómo en Harry Potter? ¿Y tus orejeras?

- ¿Orejeras? -preguntó confundido, porque claro, había olvidado que era narniano.

-No importa...algo de terrícolas.

Caminamos hasta una mesa de metal donde dejó su sucio equipamiento. Luego nos encaminamos a la salida y él se detuvo en algunas plantas a despedirse. Mientras tanto, yo hacía lo imposible por no estallar en risa. Se me debió notar en el rostro porque al girarse sintió la necesidad de explicarme.

-No está comprobado-comenzó mientras se rascaba la cabeza-...pero hablarles a las plantas hace, yo supongo, que crezcan mejor y más...

-Felices-dije aliviando su nerviosismo-Por supuesto, a nadie le gustaría que no le hablaran.

Eso había sonado algo ridículo, pero estábamos en la misma situación. Salimos a la galería, en el jardín caía nieve, como si cada copo existiera a su propio tiempo y velocidad. Jasper estaba bastante desabrigado para el clima que hacía, y aunque quisiera ocultarlo se le notaba.

-Nunca habíamos estado tú y yo solos-comentó tomándome por sorpresa.

-Supongo que no.

-Es decir, tú y Royse pasan tiempo, o con Adda...o yo y Mirko...es que, perdón, estoy nervioso-trató de explicarse, pero se trababa con las palabras. Noté que tenía un tic de hacer girar sus dedos pulgares.

- ¿Por qué estarías nervioso? -me reí, sin intensión de ser mala-Soy solo yo.

-Eres una persona, intimidante, por así decirlo-soltó y de inmediato pareció más relajado.

- ¿Intimidante? ¿Yo?

-Bueno, tienes una personalidad fuerte, un aura-hizo una seña alrededor de mi cuerpo-muy poderosa.

-Fuerte y poderosa, suena como lo que siempre quise ser. Pero no creo que lo sea.

-Créeme, si lo eres.

Entre todos los cumplidos, fuerte y poderosa son los mejores que alguien te puede decir, en mi opinión. No es que eso me generara nada, solo me parecía tierno de parte de Jasper. Tenía los mismos ojos que su hermana, pero en un marrón claro.

(2º Libro) De Regreso al ArmarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora