EN NARNIA

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Abrí los ojos confundida. Acaba de sentir como si un agujero negro me hubiera absorbido, poniendo patas para arriba mi cuerpo y mente. Me encontré sentada en el pasto amarillento de un bosque. Sobre mi cabeza el cielo oscuro de una noche repleta de estrellas, lunas y planetas se asomaba entre copas de árboles con pocas hojas.

Me puse de pie sorprendida por el paisaje, ya que hace un instante estaba allanando un local de antigüedades en Londres. Me giré sobre mi cuerpo y como si siempre hubieran estado allí me encontré a mis primos, helados, tan confundidos como yo.

Lewis abrió la boca para comentar algo, como siempre, pero no encontró las palabras por lo que la volvió a cerrar. Parecía otoño, las ramas de los árboles estaban desnudas, las hojas se acumulaban en el suelo y hacía frío. Por suerte estábamos abrigados.

- ¿Qué acaba de pasar? -preguntó Mirko, siendo el primero en hablar.

-Quise alcanzar el fondo del armario y después de un instante de confusión aparecí acá-expliqué.

-Nosotros te vimos fundirte con el mueble y asustados te seguimos-agregó Adda.

Comenzamos a movernos entre los árboles del bosque. Todavía no entendíamos que había pasado, pero era inútil seguir haciendo preguntas y no tratar de encontrar respuestas.

Los troncos parecían jóvenes, pero a la vez antiguos, o quizás solo eran extraños. Las marcas de las cortezas hacían parecer como si unas manos gigantes los hubieran estirado, forzándolos a crecer.

Había Evaérnagas celestes parpadeando en el aire, no nos temían. El silencio lo cubría todo, lo era todo. Seguía aturdida, en ese estado de intentar comprender lo imposible en el que vivimos los humanos, pero multiplicado.

Mientras avanzábamos iluminados solo con la luz del cielo vimos que algo cruzó delante nuestro. Nos frenamos en seco y sentí como mi corazón se detuvo. Las hojas acumuladas delante nuestro se empezaron a mover mientras la adrenalina corría por mi sistema.

Para la sorpresa de todos los presentes emergió en la oscuridad un pequeño zorro. Eso nos tranquilizó, pero lo que siguió nadie nunca lo esperó.

-Oh, ¿Se perdieron? -preguntó el zorro poniéndose en dos patas.

Todos palidecimos, Adda se refregó los ojos y Lewis se pellizcó. Mis instintos me decían que no estábamos soñando, pero nada de lo que estaba pasando tenía ni un poco de sentido.

- ¡Que caras! Parecen que hubieran visto un fantasma-continuó el animalito- ¿Necesitan indicaciones?

-Es que estás hablando-titubeó Lewis, confundido por estar hablando con un zorro.

-No debo ser el primer animal parlante que se cruzan-respondió el pequeño como si estuviéramos bromeando, pero al ver la expresión de nuestros rostros agregó-O sí... ¿acaso nunca han salido de sus casas humanos?

-Sí, pero...-comenzó Lewis.

- ¿Dónde estamos? –pregunté de forma directa cuando una alocada idea se cruzó por mi mente.

-En el Bosque Occidental, yendo para la Ciudad del Ocaso-respondió el zorro.

Ninguno parecía ubicarse con la indicación del animal, por lo que este intentó dar más referencias.

-Tal vez vienen de lejos-pensó en voz alta- ¿Conocen el bosque que Renació del Fuego? ¿Los Árboles Milagrosos?, están allí, caminando entre los árboles que volvieron de las cenizas del peor incendio que Narnia jamás vio.

Es exacto lo que había pensado, era imposible, pero un zorro nos estaba hablando. Lewis nos llamó unos metros atrás para hablar.

-Ustedes los humanos siempre dejando de lado al animal parlante, está bien, los espero acá-dijo el zorro.

(2º Libro) De Regreso al ArmarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora