El vestido

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Subí a mi habitación y encontré el bolso del vestido. Siempre me jactaba de mi poca importancia en la vestimenta, sobre todo las que no incluyeran pantalones, pero debo admitir que tenía curiosidad. Bajé el cierre expectante.

Lo que allí encontré superó toda expectativa. Lo estiré sobre la cama para poder apreciarlo mejor, y al final decidí probarlo. Obvio antes, me di un buen baño, lo último que quería era ensuciarlo antes de tiempo.

Cuando lo tuve puesto me paré frente al espejo completo de la habitación. La tela era gruesa, abrigada para la ocasión, y de color verde pino. Todo el vestido estaba cubierto en arabescos sobrios. El torso era apetado y a partir de la cintura se abría una falda, no demasiado esponjosa.

Me admiré en el reflejo, voleando en todas las direcciones posibles. Luego, noté que había más cosas sobre el tocador. Me acerqué y encontré nuevos accesorios.

Un collar de plata en forma de serpiente, dos aros, como delgadas líneas, del mismo material y una tiara, que era probable que no usara. También había, un par de guantes de terciopelo negro, que me agradaban bastante. Por último, los zapatos eran dos elegantes botas altas, de cuero negro.

Estaba más que conforme con el trabajo de Guido. Me sentía bonita. Entonces llamaron a la puerta.

- ¡Ahí voy! -respondí mirando de un lado al otro.

Me daba vergüenza que me vieran así. Alcancé la bata de baño y me la puse sobre el vestido, de manera algo inútil.

- ¿Sí? –contesté abriendo la puerta, tratando de que no se me viera con el vestido elegante.

-Oh, puedo volver en otro momento-se disculpó Royse, que ya no lucía tan enojada.

-No, no, pasa.

¿Qué hacía allí? No importaba, tenía que aprovechar el momento, ver de arreglar las cosas. La bióloga entró, sentándose en la cama y sonrió un poco cuando vio el vestido debajo de la bata, pero no dijo nada.

-Entonces...supongo que es mi turno de pedir perdón-solté, con todo mi esfuerzo, sentándome a su lado.

-Sí, actuaste como una completa imbécil-coincidió ella- ¿por lo menos encontraste algo útil?

-No, solo teorías y más teorías.

"Que todas suponen la muerte de mi madre" pensé. Me distraje del horrible pensamiento enfocándome en que ella aún no había admitido su exageración o disculpado por su forma de tratarme.

-Dijimos cosas muy hirientes el otro día, ¿eh? -dije.

-Sí bueno, todas ciertas.

Un golpe bajo. Me dolía el orgullo, pero podía aguantar un poco más, tenía que.

-No sé, quizás exageramos, como auténticas reinas del drama-intenté bromear.

-No lo creo, ¿sabes? Sí nos preocupamos mucho.

-Sí bueno, tengo edad para cuidarme sola.

-No es necesario.

-Tampoco lo era tratarme de esa forma-me defendí-Yo ya me disculpé, pero tú sigues actuando como si no hubieras cometido ni un solo error.

-Es que no lo hice, te esperé, dispuesta a perdonarte si tu historia lo ameritaba. Pasadas dos noches decidí salir a buscarte.

-Nadie lo pidió.

-Yo quise. Mirko y Nessa se ofrecieron voluntarios. Cabalgué por horas con el corazón en la garganta, ¿y para qué? Para encontrarte en una guerra de nieve.

(2º Libro) De Regreso al ArmarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora