Los días en el orfanato para Sky, dejaron de ser pasajeros y se convirtieron en permanentes. Ya no parecía que ella estuviera ahí por una tiempo definido, más bien parecía indefinido. Ya no sentía que en cualquier momento ella podría salir de la casa; el orfanato se había convertido en su hogar.
Dieciséis años de edad, once años en el orfanato y para Skyler era como si esa fuera su casa. Pero aún tenía ese sentimiento de saber que algún día tendría que marcharse, que alguien la escogiera ella.
Eran pocas las entrevistas que recibía desde los catorce años que las retomó luego de su altercado en su última entrevista hace unos años.
Skyler se había empeñado cuidar no sólo de sí misma, también cuidaba de sus amigos y de los más pequeños de la casa. Junto con Kenzie y Erik, ayudaban a cuidar de ellos e incluso se ofrecían de voluntarios para las clases y ayudarlos en sus dificultades.
Sky había cogido el significado de empatía, ella mejor que nadie sabía lo que se sentía estar sola a tan corta edad. Ella hubiera deseado haber sido tratada de tal forma en su infancia en el orfanato, fue por eso que ella decidió tomar las riendas y marcar la diferencia.
Y eso era lo que la caracterizaba, su sentido de amabilidad y solidaridad.
—Extrañaré a Diana.
—Yo igual, siempre decía algo lindo para que no me sintiera mal por mis dibujos deformes —bromea Kenzie.
—Diana sabe dibujar mejor que tú, y sólo tiene siete años.
—Todos saben dibujar mejor que Kenzie —menciona una sonriente Sky, quien se encontraba ordenando el salón de estudios de los más pequeños junto a sus dos amigos.
Kenzie hizo un puchero con sus labios luego de reprocharle a su amiga.
—Me siento ofendida —reprochó ésta.
—No es una ofensa si es cierto lo que te dicen.
— ¡Cállate, Erik! Nadie pidió tu opinión —espetó molesta.
—No te enojes, Kenzie. Algún día tus dibujos mejorarán —la ánimo Sky, pero Kenzie no dejó escapar su tono de burla.
Emitió un bufido de frustración y al ver que sus amigos no la dejarían en paz, optó por guardar silencio y darle fin a la conversación sobre su carencia de talento en el dibujo.
Skyler terminó de apilar los cuadernos que había recogido para ordenar y los llevó a una repisa donde ya hacían otros cuadernos más. Los ordenó en dos columnas y cogió otros para guardarlos en una caja y depositarla en el sótano de la casa.
Un cuaderno de pasta color celeste le llamó la atención, lo cogió entre sus manos y acarició la portada. Como si de un flashback se tratara, Sky sonrió con melancolía y reconoció el cuaderno.
Le pertenecía a ella cuando era una niña y tomaba sus clases en ese mismo salón donde se encontraban.
—Pensé que lo había perdido —susurró para ella misma.
Estrecho el cuaderno entre su pecho y brazos y volvió a sonreír, Erik y Kenzie se dieron cuenta de lo que sucedía mas no entendían qué pasaba sobre la mente de su amiga.
—Sky, tenemos que dejar la caja en el sótano.
Skyler reaccionó y miró a su amigo.
Procesó sus palabras y asintió con la cabeza, cogió la caja donde había metido los cuadernos que sacó del estante y se la entregó a Erik.
—Iré a dejar..., iré a la habitación; los veo en la biblioteca.
Se desvió hacia las escaleras con rumbo a su habitación, dejando a unos muy confundidos Erik y Kenzie en medio de la sala de estar.
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Los Comienzos De Sky [Bilogía Adoptada #1] ✔
Novela JuvenilSkyler Jensen antes solía llamarse Skyler Dawson, una niña llena de vida y consentida por sus padres. Pero la pequeña Sky no estaba destinada a vivir felizmente con su familia como ella pensaba, Sky pasó la mayor parte de su infancia y adolescencia...