10. Tortuga Negra

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Bao intentó ponerse de pie en aquella opresiva oscuridad purpúrea. ¿Cuántas veces iban ya? Había perdido la cuenta, aunque se obligaba a levantarse. Tenía que hacerlo, sin importar que cayera mil veces. Dado el caso, se levantaría mil y un veces. Inspiró con fuerza y se puso de pie tambaleándose. «Este dolor no es real, sabes que no lo es —pensó—; no sé qué soy en este momento, pero sabes que este no es tu cuerpo real».

Relajó los músculos de... Un momento. «¿Las almas tienen músculos?». Una risa genuina brotó de sus labios, para después ponerse en posición de ataque. Concentró su Chi y de esa opresiva realidad, una espada apareció en su pata. Una buena espada de doble filo, junto con un escudo en su otra pata.

Alzó la mirada hacia la enorme bestia que se alzaba ante él, con tonos morados y negros suaves. Tortuga Negra, que arremetía contra aquella oscuridad por su propia cuenta. Cada golpe que la Constelación daba a las paredes de energía causaba un destello de luz que cegaba por instantes.

No le llevó mucho deducir que aquella oscuridad era su mente, quizá. Y Tortuga Negra quería salir, poseerlo. Cuadró la mandíbula y apretó la espada y escudo con fuerza. Habían muchas grietas, demasiadas, muchos agujeros y rupturas. «¿Cuánto falta para que ella salga? —pensó—. ¿Minutos, segundos?».

—Bah —suspiró Bao—, si voy a morir de todas formas, al menos puedo hacerlo a mi manera: siendo un rompe pelotas como los dioses mandan.

Gritó al cargar contra la inmensa Constelación, tan alta como el Palacio de Jade.



Po se irguió con el traje de Guerrero Dragón aleteando por un viento sin procedencia. La energía latía dentro suyo, Seiryu resonaba con su alma, con ansias de detener a esa loba para poder progresar. La conversación con Tigre Blanco le encauzó los pensamientos y comprendió, por fin, cómo aprovechar de verdad el poder de su Bestia Sagrada. Sólo tenía que encontrar el equilibrio entre ambos: Po quería proteger, Seiryu buscaba el progreso, el crecimiento. Pues, que así sea, él protegería el Valle para hacerlo crecer cuando hubiera tranquilidad.

Tigresa dio un paso adelante, transformando el suelo, creando un camino de pura obsidiana allí por donde pasaba. Caminó con gracia, hermosa como era ella, aunque con un aspecto de una diosa que venía a impartir muerte. Se concentró en su oreja izquierda, sí, no había nada de atractivo en una oreja izquierda, porque en ese momento a Po estaba yéndosele la mente pensando en lo sexy que se veía ella en lugar de la gravedad del asunto por el que pasaban.

«Un ataque enemigo —se centró—. Una saltadora completa. Bao siendo poseído. Prioridades, Po».

—¿Quién eres? —preguntó Tigresa, con un tono contenido.

La loba, vieja hasta decir basta, con grietas en la comisura de los labios y la punta de los ojos como el papiro, los observó con interés y molestia. Verdadero desdén; le recordó a Po como Tai-Lung le miró cuando atacó el Palacio hace tanto. Vestía sedas delicadas y para su sorpresa, una piel de tigre sobre los hombros que caía hasta la cintura por detrás, a modo de chaleco o capa. «Quizá por eso la ira de Ti», pensó.

—Ustedes saben quién soy —dijo, con una voz que difería de su edad, pues sonaba aterciopelada—. O mejor dicho, de dónde vengo.

Tigresa estiró un brazo a un lado y la tierra se licuó, ondulándose como el agua y fue hasta su pata, formando una lanza de diamante, desde la base a la punta. Tai-Lung soltó una risa y creó una kusarigama de Chi, roja como la sangre, que tenía llamas vivas en su interior, mientras que Po invocó su bastón de jade con el filo divino. Era frío al tacto.

No hubo palabras o gestos; sólo ataques.

La loba ni siquiera movió un músculo para que un enorme portal, del tamaño del mismo Valle, apareciera en el cielo. Oscureció el sol por un momento, en el que centenas de rocas encendidas descendieron como una lluvia de granizo sobre el pueblo. Tigresa alzó la vista al cielo, y brillo con fuerza, tanta que Po tuvo que apartar la mirada porque se le aguaron los ojos.

Equilibrio (Los Ocho Inmortales 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora