Seis

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-Solo un poco más- dije mientras hacia fuerza para elevar un poco más a Alby, a quien habíamos atado con unas lianas y lo habíamos comenzado a subir al muro con enredaderas, contábamos con que si un penitente pasaba por allí no dirigiría su vista hacia arriba.

Un ruido llamó la atención de Minho, quien asomó su cabeza hacia el pasillo siguiente. Tuve una idea de lo que se trataba al ver como comenzaba a ponerse nervioso.

-Cálmate Minho- dije sin dejar de ver a Alby- falta poco-.

-Esto no sirve- murmuró antes de soltar la liana y salir corriendo, lo que provocó que junto a Thomas casi dejáramos que Alby se nos resbalara.

-Oh por dios- comencé a entrar en pánico al sentir como el ruido de las patas metálicas del penitente se comenzaban a acercar a nosotros.

-Escucha Rose, cálmate- dijo Thomas- hay que escondernos entre la enredadera- indicó un hueco que se encontraba al ras del suelo, a lo que solo pude asentir- De acuerdo, ve tu primero, sostendré la liana-.

Rápidamente y sin hacer ruido ingresé a la abertura, la cual era lo suficientemente espaciosa para que entráramos Thomas y yo de lado.

El pelinegro aún sostenía la liana y una vez que se acomodó la ató a una raíz que estaba frente a su cara. 

Comencé a temblar y al parecer al encontrarnos en un espacio tan reducido, él pudo notarlo, ya que se dio la vuelta ,quedando así casi frente a frente y me atrajo hacia su cuerpo, dándome un reconfortante abrazo, al cual correspondí. Sentía su respiración en acelerada dar contra mi cabello y hacerme leves cosquillas.

Por su hombro pude ver las grandes púas de metal que conformaban a lo que parecía ser un gran penitente, eso me hizo querer cerrar los ojos, cosa que no hice.

-Creo que ya se fue- susurró Thomas separándose un poco de mi- por si acaso aún no salgas de aquí, te avisaré si es seguro-.

Se deslizó hacia fuera de la seguridad de las enredaderas y pude observar como se colocaba de pie.

No me quedaría allí escondida, por lo que decidí salir un momento después que él, quien me miró de manera reprobatoria, a lo que me encogí de hombros. Escuchamos como el penitente regresaba , por lo que nos adherimos a la pared del pasillo contiguo, me asomé tras unos segundos y esa cosa ya no estaba allí.

Sigilosamente comenzamos a caminar pero nos vimos interrumpidos cuando Thomas pisó una sustancia babosa que se encontraba sobre el suelo. Luego su rostro palideció al ver que esa misma sustancia le caía directo a su hombro derecho desde arriba.

Y si, efectivamente, allí se encontraba la criatura más horrorosa que recordaba haber visto en toda mi vida. Un ser amorfo, mezcla entre animal y maquina con varias patas, algunas metálicas y otras de carne, una cola con un aguijón en la punta como si de un alacrán se tratase, su rostro no tenia ningún sentido, pero lo que más resaltaba de este era su boca con más dientes de los que se puedan contar y la falta absoluta de ojos.

Soltó una especie de alarido que me erizó la piel y provocó que saliera de mi estado de shock.

-¡Hay que separarnos Thomas!- le dije mientras ambos corríamos con todas nuestras fuerzas- le será más difícil atraparnos así-

-Es muy peligroso, que sucede si va detrás de ti, podría matarte- dijo mientras girábamos a la derecha.

-Lo mismo pasa si te sigue a ti- le dije tratando de recuperar el aire- nos veremos en el lugar donde dejamos a Alby, si cinco minutos antes de que las puertas se abran el otro no aparece ,el que esté ahí se ira al Área y esperará junto a los demás- dije en cuanto nos detuvimos a descansar.

Pareció pensarlo antes de suspirar y asentir.

-Cuídate Rose- colocó su mano en mi hombro y dio un leve apretón allí, a lo que le sonreí.

-Tu igual preguntitas- dije antes de comenzar a alejarme corriendo.

Una especie de mapa se formaba en mi cabeza a medida que avanzaba.

Izquierda

Izquierda 

Izquierda 

Derecha 

Derecha

Izquierda

Todo mi camino fue silencioso hasta que el ruido metálico se hizo presente frente  a mi, obligándome así a dar la vuelta e intentar esconderme sin que ese monstruo me vea, cosa que no resultó ya que en menos de lo que pensé lo tenía pisándome los talones y lanzando sus patas hacia mi. 

Giré de manera repentina en una curva logrando que el penitente siguiera de largo y se diera contra un muro, eso lo retrasó unos segundos, los cuales utilicé para comenzar a subir una enredadera que llegaba a la sima del muro que tenia frente a mi.

Sabia que la bestia metálica me seguiría pero idearía algún plan para deshacerme de ella en el momento .

Una de sus pinzas alcanzó mi pierna derecha y desgarró la carne de esta sacándome un fuerte grito que resonó en el silencio de la noche, no era algo tan grave pero aún así me dificultaba la tarea de caminar sobre un muro de mucho más de diez metros de alto con un penitente detrás de mi.

Frente a mi vi lo que podría salvarme la vida, un precipicio y un muro de lado derecho, si lograba calcular de manera perfecta mis movimientos podría lograr que quien terminara cayendo fuera el penitente, pero de no calcularlo bien me vería arrastrada junto a él y tendría una terrible y dolorosa muerte.

Mi pie comenzó a molestarme al acelerar mi carrera, sin embargo eso no podría detenerme. Avancé hasta  casi el filo del precipicio y en el momento justo me deslicé hacia mi derecha, logrando tomar desprevenido al penitente y así provocando su caída inevitable debido a la velocidad que poseía.

Luego de escuchar como el penitente caía con un ruido seco me senté un momento para descansar y observar mi herida.

Se encontraba en la pantorrilla derecha, de unos treinta centímetros aproximadamente, no tan profunda pero de igual manera no era superficial debido a que la sangre aún salía de esta. Desgarré una parte de mi remera y la até alrededor de mi pierna con fuerza para intentar detener el sangrado.

-Okey Rose, ahora es correr o morir- suspiré mientras que con ayuda del muro a mis espaldas me ponía de pie para luego comenzar a bajar por el mismo lugar por el que había subido, lo cual costó más de lo que había imaginado debido  que la adrenalina de la huida había desaparecido por completo de mi sistema.

Una vez que terminé de descender observé todo a mi alrededor, dándome cuenta de algo muy importante.

Estaba completa y absolutamente perdida. Todos los muros se veían iguales, imponentes y provocaban que el lugar se tornara mas sombrío.

Un nuevo ruido metálico a mi lado derecho llamó mi atención, estaba segura de que no era un penitente, pero nada impedía que se tratara de algo peor.

Me comencé a desplazar hacia allí pero antes de llegar un muro se interpuso en mi camino, cerrándome el paso por completo.

-Lo que me faltaba- dije frustrada antes de comenzar a correr nuevamente en sentido contrario, evitando que los muros que se movían de lugar me aplastaran, el laberinto estaba cambiando.

Caí tres veces debido a las punzadas de dolor que atravesaban mi pierna, lágrimas de dolor surcaban mi rostro pero aún así no podía darme el lujo de detenerme a descansar, debía correr.

Llegué a un lugar inmenso lleno de placas de metal oxidado, todas perfectamente acomodadas, estaba rodeada de los pasillos que desembocaban allí. 

Una vez en las placas busca la sección más cercana

Sacudí mi cabeza al sentir esa voz rompiendo el silencio, mi voz.

Pude frenar un instante a tomar aire y observar la tela manchada de sangre que rodeaba mi pierna. Sin embargo mis escasas esperanzas de sobrevivir no duraron mucho ya que a mi espalda se escuchó un inconfundible alarido que provoca que tu sangre deje de fluir por tus venas y todos tus músculos se tensen al instante.

La hija del laberinto . The Maze Runner #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora