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  —Muy bien, Eaton —dijo la psiquiatra—. Dentro de poco, te le retiraremos la medicación y le recetaremos una unica pastilla que deberá tomarse ocasionalmente.

  —Gracias, doctora —agradeció el captor—. He seguido sus consejos al pie de la letra.

La doctora Kareem abrió su agenda y anotó lo esencial de los treinta minutos que habían estado conversando. El señor Eaton —nuestro captor— era un paciente muy especial para ella. Un psicótico potencialmente peligroso que había ingresado varias veces en prisión; con una codena de 15 años.

  —Y me alegro, veo que está dando resultados —comentó la doctora Kareem mirando detenidamente al captor—. ¿Recuerda el concepto del que le hablé, Eaton?

La doctora Kareem era una mujer de cincuenta años de origen árabe. Era morena y de cabello rizado hasta los hombros; su pelo era negro e intenso, al igual que sus ojos. De complexión ancha, mucho más que la del señor Eaton.

  —Ataraxia...

  —"Estado de ánimo que se caracteriza por la tranquilidad y total ausencia de deseos o temores. Serenidad absoluta" —puntualizó Kareem.

  —Ya la he encontrado. He hallado mi ataraxia, y nadie va a perturbarla. Por encima de mí...

La doctora Kareem consultó su reloj. Ya había finalizado la sesión por lo que guardó sus apuntes y, levantándose de su silla, despidió a su paciente.

  —Lo está haciendo muy bien, Eaton. Siga así —acabó.

El rostro del captor se iluminó. Eaton se fue de la consulta muy feliz, mientras Kareem se quedaba dentro sin saber lo que el desquiciado de ojos grises estaba tramando.

Ataraxia ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora