Era curioso que, después de todo el tiempo que había transcurrido entre ellos, aún viese reflejadas en ella todas las facciones que conservaba en sus recuerdos. Ahora estaban los dos, frente a frente, el uno contra el otro.
—¿Dónde está mi hija, Frédéric? —interrogó de nuevo Tania, sin apartar la vista.
El señor Eaton se mantuvo en silencio, mirando de arriba a abajo a la mujer que tenía delante. Suspirando con lentitud, muy tenso. Ella, por el contrario, se limitó a dar tres pasos al frente y a señalarle con el dedo acusador.
—¿¡DÓNDE ESTÁ MI HIJA!? —chilló la señora Rousseau.
El captor se tensó todavía más, sin dejar de observar a su amiga de la infancia. La rabia se apoderó de él, el recuerdo de aquella promesa reapareció; sus ojos se inyectaron en sangre. La odiaba.
—Kaela es mía, puta —dijo Frédéric irguiéndose y caminando lentamente hacia ella.
Tania, desconcertada, retrocedió varios pasos sintiendo el temblor de sus piernas. Tragó grueso y vio cómo se acercaba Frédéric hacia ella. Una única pregunta apareció por su mente cuando el miedo le hubo invadido: ¿quién era aquel hombre?
Lo próximo que percibió fue la brutal envestida del secuestrador de su hija, quien se abalanzó sin perder más tiempo. Tania no era como Kaela, le costó mucho más reducirla. Ella cerró los ojos gritando que le devolviese a su hija, lanzando puñetazos al aire e intentando zafarse del agarre del captor. Frédéric, entre empujones y arañazos, miró más de cerca a Tania; emborronando y distorsionando su rostro, confundiéndolo con su yo del pasado. Por un momento, se recordó a sí mismo dentro de aquel horripilante orfanato: llorando y solo. Por su culpa.
—¿¡Vienes a salvar a tu hijita!? —gritó Frédéric mientras golpeaba contra una pared a Tania—. ¿¡Cuánto tardaste en olvidarte de mí cuando me dejaste tirado, zorra!?
Pronto sus manos cesaron el agarre, sabía que no aguantaría mucho más. Cada puño que recibía era más fuerte que el anterior y no tardó mucho en sentir el calor de la sangre que comenzaba a brotar. Intentó desviar su vista buscando algo con lo que atizarle en la cabeza, pero Frédéric era tan salvaje que sus intentos por desprenderse de él fueron rapidamente interceptados. Sintió su cuerpo caer, sin embargo, algo dentro de ella le obligó a que, de ninguna manera, perdiese el conocimiento.
Kaela. Su hija...
Un fuerte golpe en la entrepierna de Frédéric fue el causante de un estallido de dolor y de su posterior caída a tierra. Tania abrió los ojos, observando al captor retorcerse en el suelo, sin embargo, no perdió ni un solo segundo más en avanzar hacia el resto de la casa llamando a su hija. Entró primero al salón, muy agitada y asustada: no estaba allí. Inmediatamente, salió de él y esta vez, caminó hacia lo que sería la cocina. Antes de regresar, se tomó la libertad de coger prestado uno de los cuchillos de Frédéric. Ella, con el corazón aún agitado y el alma en vilo, registró una a una las habitaciones. En ninguna estaba su hija.
«No puede ser...» Pensó Tania, notando su rostro humedecido por las lágrimas, el escozor de la sal al chocar con sus heridas.
Abandonó el cuarto del señor Eaton, quedando frente a la puerta de este, aumentando el agarre del cuchillo y sujetando el mango como si su mano y él fuesen una. Alzó el puño y admiró la hoja, viéndose reflejada en él. En aquel momento, la culpa de la muerte de Kaela —porque asumía que ya le había asesinado— nubló su juicio, al punto de dejar de ver su reflejo como el de una madre afligida. Ahora veía a una asesina.
Porque iba a matar a Frédéric.
Volvió sobre sus pasos sin expresión en el rostro. Llevaba la ropa rasgada, el pelo alborotado y el cuerpo lleno de moratones por la lucha que había tenido contra aquel monstruo, parecía un cadáver viviente. Ya estaba otra vez en el salón, giró hacia la derecha y dio pasos lentos y encorbados.
ESTÁS LEYENDO
Ataraxia ✓
Mystery / ThrillerKaela ve el mismo cuadro rayado de luz cada día, la ventana abarrotada que le impide escapar de donde quiera que esté. Ella y sus pensamientos. Y su captor. ¿Quién es? ¿Qué quiere de ella? *Como todas mis obras, está registrada en la página https:...