Nunca sabrás que es amor hasta que no decidas admitirlo
Nunca lo admitirás hasta que te quites el miedo a amar
Luego de que se fuera la pelirroja quedaron los tres en aquella mesa, Freya sentía las caricias que Giorgio le daba a su muslo por debajo de la mesa, anticipándola, excitándola.
Con una sonrisa lo miro a lo que él le respondió mirándola con esos ojos oscurecidos por el deseo.
-Ustedes enserio no disimulan - Dijo el ruso tomando un trago de su vaso de whisky.
Ambos rieron ante su comentario.
-Lo entenderás cuando conozcas a la mujer que produzca las mismas sensaciones que provoca esta pequeña rubia en mí -Dijo Giorgio robándole un beso a Freya, él no sabía qué era lo que le provocaba realmente pero había algo en él que no le permitía tenerla lejos.
Dimitrio guardó silencio ante sus palabras absortó en sus pensamientos. Fue en ese momento que se dio cuenta del error de sus palabras y dijo:
-Amigo...
-Sé que debo olvidarla -Dijo con evidente dolor en su voz -. Pero no es fácil, no cuando cada noche la extraño y no puedo dormir, no cuando siento que ella no está a mi lado por mí culpa, no cuando sé que la traicioné y lastimé-Freya vio la evidente tristeza en sus ojos y se lamento internamente por él, porque su hermana la tuvo hace escasos minutos a su lado y él pensaba que estaba muerta -. No sabes cuánto daría por poder recuperarla, pero no puedo.
«Sí que puedes» Pensó ella.
El moreno puso una mano sobre el hombro de su amigo para brindarle su apoyo.
-No podemos regresar a nadie de la muerte, pero la vida sigue y no podemos morir con ellos - Lo miro a los ojos -. Debes continuar con tu vida Dimitrio, si ella tanto te amaba es lo que hubiera querido -Su amigo asintió aceptando sus palabras.
Ellos estuvieron otro tiempo junto a Dimitrio hasta que finalmente se despidieron sabiendo que no podían hacer nada por él, no mientras no decidiera olvidar y Freya se prometió así misma hablar con Tamara, solo ella podía darle solución.
Al llegar al hotel entraron entre besos a su habitación, anhelándose el uno al otro. Era como si se necesitaran de una forma inexplicable, porque era inexplicable ¿cómo en tan poco tiempo podrías anhelar a una persona?, ¿Cómo era posible sentir esa necesidad férrea cuando se habían visto unas pocas veces? No era lógico, era bastante cuestionable para en sí, pero en ese momento no anhelaba respuestas, solo deseaba ser colmada por su placer y recibir eso que tan bien Giorgio le había dado la última vez.
Los besos de ella descendían por su cuerpo, mientras intentaba abrir los botones de su camisa blanca manga larga, algo de lo que se había percatado es que él no solía llevar ropa informar, siempre solía ir en trajes que le quedaban endiabladamente perfectos, hechos a su medida.
El moreno paseo sus manos por su cuerpo hasta llegar al dobladillo de su falda que levantó sin reservas y luego pegó su pequeño cuerpo contra la pared, apresándolo entre él y el muro.
-Ya no puedo esperar más - Jadeó abriendo su pantalón y bajándolo un poco para sacar a su miembro y guiarlo hacia las braguitas de encaje que hizo a un lago para entrar en ella.
Freya llevo una pierna a su hombro para que tuviera mejor acceso y la profundidad con la que entraba solo la hacía sentir que estaba cada vez más cerca del cielo. Las embestidas de Giorgio eran precisas e intensas robándole un gemido de placer cada vez que entraba en ella, solo bastaron unos minutos para que ambos llegarán a ese punto de sublime felicidad.
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Freya Michelakis
RomanceFreya Michelakis es una mujer seductora, egoísta, impulsiva y que no le importa ensuciar sus manos de sangre. Total, está acostumbrada a ello. Freya creció en una de las familias más temidas de la mafia, su infancia no fue fácil, su adolescencia muc...