A veces aceptar la realidad es lo ideal
A veces aceptar lo que sentimos, no nos dará la solución
Pero sí una paz interna, porque no nos mentimos a nosotros mismos
El sol reluciente se alzaba sobre los cielos, irradiando su abundante luz. Freya miro hacia él con las gafas puestas mientras analizaba lo mucho que había cambiado su vida últimamente, lo mucho que, algo en ella que todavía se negaba a aceptar había cambiado.
Todo había cambiado desde aquella noche en que lo conoció, por primera vez en años se había sentido atraída por un hombre que no solo miraba como una fuente de sexo. Porque desde que lo descubrió mirándola no pudo quitárselo de la mente, quiso engañarse diciéndose que solo era porque le causaba intriga pero no, era algo más, era un hilo invisible que la jalaba hacia él, que la llevaba hacia donde él estaba y con él hacía lo mismo, o eso quería creer.
Había algo más allá de lo que podía comprender que de alguna manera la unía a Giorgio, que de alguna forma siempre la hacía evocar su recuerdo. Sí, su recuerdo porque él ya no estaba en su vida, y no le quedaba nada más que añorar lo que alguna vez vivieron pero ya no sería más.
Debía admitir que extrañaba su calor, su olor, su acento, su sonrisa, sus ojos oscuros como la noche, su piel morena, sus brazos que la rodeaban en los más cálidos abrazos. Lo extrañaba a él, lo extrañaba completamente a él pero se negaba a ser una opción, ella no podía ser una opción, porque ella era una prioridad.
Suspiro llenando sus pulmones del fresco olor a girasoles que la rodeaban y sonrió, retomando su fortaleza interna y comprendiendo que aunque lo extrañara, ella iba primero.
-Dos días en Roma y ya tenemos esa sonrisa que nos caracteriza -Dijo su mejor amigo sentándose junto a ella.
-Fuiste muy asertivo al traerme aquí, por algún motivo siento paz desde que llegamos -Lo miro sintiéndose plena y tranquila con ella misma.
-Tal vez todo lo que necesitabas era un poco de aire italiano -Ambos rieron ante su chiste disfrutando del paisaje que les brindaba la ciudad.
Horas más tarde un avión privado arribaba en la ciudad, de él descendió Giorgio vestido con un traje color negro en su totalidad, sin mostrar un ápice de otro color. Desde que había abandonado Nueva York, se había encerrado en su mansión pero ese viaje fue necesario de realizar, tenía que ver con su hermana Regina, siendo impetuoso que él mismo fuera en persona.
Aparentemente su hermana sufrió una recaída por culpa de los medicamentos que se le estaban suministrando y era necesario que él solucionara el problema en persona, no quería que hubieran fallos, menos cuando se trataba de alguien tan peligrosa y volátil como lo era su hermana mayor.
Esa misma noche Giorgio fue llevado a la clínica en donde su hermana estaba internada, al ingresar fue recibido inmediatamente por el doctor Charles, hombre de confianza de su familia, mismo que ha llevado el caso de su hermana durante todos esos años.
El doctor Charles le indicó el estado en el que podía encontrar a su hermana, para que no se sorprendiera de lo que se ocultaba al otro lado de la habitación.
-Ella está decaída, su mirada se apagado señor, incluso a llegado el punto en el que se está haciendo daño a ella misma - Le indicaba con evidente preocupación en su voz -. Ella...
-Ella podría estar actuando -Lo miro y el hombre guardo silencio-. Créame, que yo a esa mujer no le reo nada.
-Es su hermana.
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Freya Michelakis
RomanceFreya Michelakis es una mujer seductora, egoísta, impulsiva y que no le importa ensuciar sus manos de sangre. Total, está acostumbrada a ello. Freya creció en una de las familias más temidas de la mafia, su infancia no fue fácil, su adolescencia muc...