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acto 2; capitulo 8

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acto 2; capitulo 8

P A R A   Q U E   E S T A N   L O S   A M I G O S

ES 30 DE DICIEMBRE, la fecha en la que se esperaba que los alumnos que habían decidido volver antes de tiempo de sus vacaciones de invierno en casa regresaran a Hogwarts. Por ello, el andén del tren estaba repleto de alumnos que esperaban el regreso de sus amigos. El espíritu de las vacaciones estaba lejos de disminuir, ya que se acercaba la promesa de un nuevo año. Los alumnos charlaban entre ellos mientras se apiñaban en grupos.

El débil sonido del silbato de un tren señaló la llegada del Expreso de Hogwarts, que avanzaba por las vías. Los alumnos que esperaban miraron en dirección al tren que llegaba, con los ojos abiertos de par en par. Cuatro de esos estudiantes eran Arabella Arroway, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew.

Remus y Peter sostenían una pequeña pancarta de bienvenida entre ellos; cubierta de varias estrellitas doradas, pegatinas con caritas sonrientes, "Bienvenida a casa, Diana", escrito con la icónica tinta azul de Ravenclaw sobre un fondo blanco nítido. Sus sonrisas se ensancharon al ver el familiar pelo rubio brillante que se abría paso hacia ellos, con los ojos encendidos de emoción. Diana los alcanzó enseguida, con el corazón latiendo con fuerza, sintiendo como una calidez le envolvía el cuerpo.

—Oh, chicos, no teníais porque hacer esto—dijo Diana, señalando la pancarta de bienvenida que aguantaban—Ni siquiera teníais que venía a recogerme al andén. Podríamos habernos encontrado en el castillo.

—Queríamos hacerlo—contesto Remus con simpleza, pasándose una mano por el pelo.

—Gracias, significa mucho para mi—sonrío la rubia, un leve rubor cubriendo sus mejillas.

Arabella la atrajo para un rápido abrazo de lado, con un brazo alrededor de los hombros de Diana.

—No hay problema, Diana.

Sin embargo, Diana no pudo evitar notar que faltaba alguien. Miró a su alrededor y finalmente preguntó:

—¿Dónde está James?

—Tenía una reunión con Dumbledore y Evans—le explicó Sirius—Cosas de Premios Anuales.

Diana asintió en señal de compresión, pero aún así sintió un pequeño nudo en el estomago por el hecho de que James no estuviera allí con ella y los Merodeadores.

—No importa—intervino Peter, con un tono alegre, en un intento de animar a Diana al ver que su sonrisa disminuía ligeramente—Tendréis tiempo de poneros al día más tarde.

Los Merodeadores y Diana comenzaron su camino de regreso al castillo, conversando sobre lo que habían hecho aquellos días en que habían estado separados. Diana les contó historias sobre su tiempo en el mundo muggle, donde sus padres vivían y trabajaban, utilizando poca o ninguna magia; a pesar de lo conveniente que era esta para gran parte de las cosas.

A Diana le gustaba ser mestiza, tener un pie en lo mágico y otro en lo mundano le impedía acostumbrarse a la monotonía en la que vivían las personas que se habían criado sólo en uno de ellos. Su madre era bruja, pero tenía una pequeña librería de Londres, alejado del mundo mágico. Diana le preguntaba a menudo si se arrepentía de no haberse metido en un trabajo más mágico, y cada vez que lo hacía, su madre respondía del mismo modo: sacudía la cabeza con una sonrisa, negando. Pasar las vacaciones con sus padres le hacía darse cuenta de que los momentos mágicos no siempre provienen de la magia real.

Sus amigos escucharon con atención sus historias, observando lo unida que estaba Diana con el resto de su familia. Después, le contaron como habían sido sus vacaciones: las peleas de bolas de nieve, las fiestas en el salón, los regalos que recibieron, todo el chocolate caliente que bebieron. Diana escuchó sus historias con una sonrisa, pendiente de cada una de sus palabras. En el proceso, notó la gran ausencia de alguien en sus historias.

—¿Está bien James?—preguntó—No lo habéis mencionado mucho.

Sirius se volvió hacia ella con una sonrisa burlona, rozando su hombro con el de ella.

—Te gusta mucho, ¿verdad?

Diana agachó la cabeza en un intento de ocultar el rubor que se estaba formando en sus mejillas. Los Merodeadores lo vieron, pero por el bien de Diana no dijeron nada sobre ello.

—James está bien—contestó Peter, aunque hubo un momento de vacilación—Últimamente se comporta de forma un poco extraña y se mantiene mucho al margen. ¡Pero estoy seguro de que no es nada!

Diana asintió, intentando alejar la preocupación que comenzaba a acumularse en su organismo.

Pronto llegaron al castillo. La mayoría de los adornos navideños ya habían sido retirados, salvo algunas coronas y espumillones tirados al azar. Sonrió y respiró hondo, asimilando todo aquello, emocionada por estar de nuevo en los terrenos. Sin embargo, esa sensación de felicidad no duró mucho, ya que se encontraron con alguien que hizo hervir la sangre de Diana.

—Diana—saludó el chico, con una gran sonrisa, antes de volverse hacia los Merodeadores y saludarles inclinando la cabeza—Cuatro de los cinco merodeadores.

—Carson—contestó Diana, con el rostro desprovisto de toda emoción y frialdad en su voz.

Carson o no se dio cuenta de su tono poco acogedor o fingió que no le afectaba, porque continuo con la conversación.

—¿Qué os trae por aquí?

—¿Al castillo? Estudiamos aquí—contestó Diana, poniendo los ojos en blanco—Pero si te refieres a que me trae a hablar contigo, entonces la respuesta es absolutamente nada. Porque no quiero hacerlo. Prefiero maldecirme a mi misma antes que gastar otra palabra contigo.

Remus y Sirius soltaron una maldición silenciosa como respuesta, Peter se quedó con la boca abierta y Arabella no pudo evitar la sonrisa de orgullo que se abrió paso en su rostro. Esa chica estaba muy lejos de la Diana que le había hablado sobre ese chico con lagrimas en los ojos.

—Ouch—dijo Carson con fingido dolor, apretando una mano sobre el lugar donde debería estar su corazón. Sacudió la cabeza—No importa. Ya nos veremos.

Carson se alejó de ellos, no sin antes de chocar el hombro de Sirius con el suyo.

—Bien, ¿quién era ese?—preguntó Sirius, con las cejas fruncidas y claramente molesto, mientras se giraba para mirar a Diana—¿Y de dónde ha sacado todo ese atrevimiento?

Diana dejó escapar un suspiro que no sabía que había estado conteniendo, claramente angustiada por lo que acababa de pasar. Arabella se colocó junto a ella, y le frotó la espalda tratando de aliviarla.

—Es el exnovio de Diana—dijo la castaña.

—¿Él?—preguntó Remus, observando la figura de Carson que desaparecía—¿Por qué?

—Parece un imbécil—comentó Peter, dándole la razón a Remus.

—Y lo es—suspiro Diana—Rompió conmigo a través de una nota, porqué, por lo que se ve, soy demasiado aburrida para él.

Las cejas de Sirius se levantaron mientras parpadeaba un par de veces para procesar las palabras de su amiga rubia. Se mordió el interior de la mejilla mientras los engranajes en su cabeza se movían. Hacía tiempo que no le gastaban ninguna broma a alguien, y ahora tenian el objetivo perfecto. Sirius se colocó la mano derecha debajo de la barbilla, pensando en la forma perfecta para vengarse.

—Oye, Diana—llamó, con los ojos iluminados—¿Qué piensas sobre la venganza?

𝖎𝖘𝖘𝖚𝖊↝james potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora