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acto 2; capitulo 5
P O R L O Q U E V A L G A
—ESTOY CANSADO—MURMURÓ Peter, cerrando de golpe su libro de pociones y apoyando la cabeza en la tapa.
—Apenas has leído un capítulo—James, quien estaba junto a él, sacudiendo la cabeza—Puedes con esto. Este es el último examen antes de las vacaciones de invierno, entonces serás libre de descansar tanto como quieras.
—Lo sé, pero es que las Pociones son tan... aburridas—respondió Peter, soltando la ultima palabra en un suspiro.
—¡Oye! Como tu compañero de Pociones, me ofende que digas eso—se opuso Remus junto a Peter— ¿No consigo hacer que las clases sean divertidas?
—No si te la pasas regañándome cada vez que intento preparar algo— dijo Peter, poniendo los ojos en blanco—Y tus divertidas 'curiosidades' del día son lo opuesto a la diversión.
—Sólo intento asegurarme de que lo hagas bien y que te mantengas interesado— dijo Remus, levantando las manos simulando rendición antes de devolver su vista al libro.
—Cielos, ¿quién orinó en tus cereales esta mañana, Colagusano? ¿Estas un poco insolente, no crees? —se burló Sirius—A mi me gustan tus curiosidades divertidas, Lunático.
—Gracias, Canuto. Me alegra que alguien aquí las sepa apreciar.
Los cuatro merodeadores, acurrucados sobre una mesa en la sala común, continuaron estudiando para su próxima prueba de pociones. Sobre la mesa había pilas de libros, pergaminos, un puñado de púas y botellas de tinta derramada. Mientras se encorvaban para compartir ensayos ya calificados, exámenes anteriores y las notas cuidadosamente escritas de Arabella, no notaron que alguien había entrado.
—James.
Los cuatro chicos miraron hacia arriba y se encontraron a Lily Evans de pie delante suyo con aspecto bastante nervioso y evitando el contacto visual con todos los presentes.
—¿Qué pasa? —preguntó James, mirando a la pelirroja con una pequeña sonrisa en el rostro.
—Necesito hablar contigo.
—Claro—James se giró en su asiento para mirarla y le indicó con señas que continuara hablando—¿De qué?
—La verdad es que esperaba que pudiéramos hablar en privado—dijo Lily, estirando las mangas de su jersey.
Las cejas de Sirius se levantaron tan pronto como las palabras abandonaron la boca de Lily, las campanas de alarma empezando a sonar dentro de su cabeza.
—¿Por qué tiene que ser privado? Lo que sea que tengas que decirle a James, puedes decírnoslo a nosotros también.
Las mejillas de Lily comenzaron a calentarse al mismo tiempo que el sudor comenzaba a acumularse en su piel.
