xxiv. a second slower

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CAPITULO 24
Un segundo más lento

Sadie estaba acostada cómodamente en su cama con las cobijas tapándole cada parte de ella, un domingo por la mañana, cuando la puerta de su habitación se abrió toscamente y alguien saltó encima de ella, se levantó confundida de golpe pero no logró...

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Sadie estaba acostada cómodamente en su cama con las cobijas tapándole cada parte de ella, un domingo por la mañana, cuando la puerta de su habitación se abrió toscamente y alguien saltó encima de ella, se levantó confundida de golpe pero no logró ver nada por qué un montón de escarabajos saltaron por su rostro. 

—¡¿QUE MIERDA?! ¡AAAAAH QUÍTAME ESTO, SUSAN!

—¡No soy Susan!

Sadie abrió los ojos de inmediato al reconocer la voz, y con demasiada confusión, miró a Ron parado sobre el colchón.

—¿Pero...? Tú...— miró la puerta y luego al suelo, a todos lados menos a Ron, acababa de despertarse y descubría a su mejor amigo en su habitación a las nueve de la mañana lanzándole escarabajos en el rostro— ¿Que demonios?

—Me invitaste a una fiesta navideña o algo así, ¿No?— preguntó lanzándose de un salto para sentarse al lado— Dime que no me confundí porque mi papá acaba de irse.

—¡Ohh! Lo había olvidado, ¡Pero quítame estos animales! ¿Quien crees que soy? ¿La nieta de Newt Scamander?

—No son animales de verdad— dijo riendo mientras agarraba los escarabajos para meterlos a un bolsillo— Son explosivos.

—¡Eso me tranquiliza muchísimo!— exclamó sarcásticamente.

—No te harían daño, de lo contrario no te los hubiera lanzado, solo explotan cuando hay mucho ruido, y no son explosivos peligrosos, cuando revientan sueltan moco de dragón.

—¿De donde demonios sacaste eso? ¿Hagrid te los trafico ilegalmente?

—Fred y George— contestó Ron con una ceja alzada—, los inventaron, lo cual me sorprende y a la vez no.

—A mi no me sorprende— dijo Sadie parándose de su cama—, son brillantes. Peligrosos pero brillantes.

Se adentró al baño sin decir nada y tardó unos minutos en salir con ropa normal en vez de su pijama, además de haberse cepillado el cabello y lavado los dientes.

—¡No has abierto nuestros regalos!

Casi por instinto, Sadie miró el cuello de Ron y sonrió al comprobar que tenía puesto uno de los collares que había comprado a juego para sus amigos. Se dirigió nuevamente a la cama dando saltitos y se sentó al lado del pelirrojo para acercarse demasiado, las mejillas de Ron enrojecieron tanto como su cabello pero aún así no se alejó.

SADIE SHEPHERD Y EL PRISIONERO DE AZKABAN [3]  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora