xxii. sadie's father

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CAPÍTULO 22
El padre de Sadie

—¿Mencione que amo a los gemelos?— habló Sadie mientras iluminaba el pasadizo con su varita

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—¿Mencione que amo a los gemelos?— habló Sadie mientras iluminaba el pasadizo con su varita.

—¿A parte de las ultimas cuatro veces?

—Lo siento, es que son geniales, estoy pensando en salir de nuestro grupo donde cada año intentan matarnos y unirme al de ellos, donde cada año los intentan expulsar.

Harry la miró incrédulo pero aún así sonrió sabiendo que bromeaba. Sadie había demostrado bastantes veces que haría lo que sea por sus amigos, y por nada los abandonaría, si no los abandonó después de enfrentarse a un maniaco fusionado con Voldemort, a un basilisco y a una posesion del mismo Tom Riddle, nada más podría hacer flaquear su lealtad.

El pasadizo se doblaba y retorcía, más parecido a la madriguera de un conejo gigante que a ninguna otra cosa. Harry y Sadie corrieron por él, con las varitas por delante, tropezando de vez en cuando en el suelo irregular.

Diez minutos después, luego de haber escalado doscientos escalones, subieron por una trampilla y tuvieron que esconderse cuando alguien entró al sótano en el que estaban. Sadie no podía creer que habían logrado escapar a Hogsmeade, la cosa ahora era procurar que no los vieran.

Rápida y sigilosamente, salieron del escondite. Al mirar hacia atrás Sadie vio un trasero gigantesco y una cabeza calva y brillante metida en una caja, por un momento tuvo la tentación de darle una bofetada a la calva simplemente para escuchar el golpe tronar, pero Harry la jalo del brazo rápidamente para llegar a la puerta que estaba al final de la escalera, la atravesaron encontrándose tras el mostrador de Honeydukes. Agachando la cabeza, salieron a gatas y se volvieron a incorporar.

—¿Viste eso? ¡Somos como espías! Piénsalo; tú, yo, misiones como aurores, seríamos la sensación.

—Seríamos los jefes— asintió Harry riendo.

Harry y Sadie se apretujaron entre una multitud de chicos de sexto, y vieron un letrero colgado en el rincón más apartado de la tienda («Sabores insólitos»). Ron y Hermione estaban debajo, observando una bandeja de pirulíes con sabor a sangre. Ambos se acercaron a hurtadillas por detrás.

—Uf, no, Harry no querrá de éstos. Creo que son para vampiros —decía Hermione.

—Y a Sadie le gustan las fresas, tiene una obsesión con eso— dijo Ron buscando algún dulce de fresa—¿Y qué te parece esto? — continuó  acercando un tarro de cucarachas a la nariz de Hermione.

Sadie y Harry se miraron entre ellos intentando no reír, bastó con alzar las cejas para que ambos entendieran lo que el otro pensaba.

SADIE SHEPHERD Y EL PRISIONERO DE AZKABAN [3]  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora