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LOS BARKER

Any

Al final estuvimos 30 minutos discutiendo entre las tres que ponerme, el ganador final fue un lindo vestido veraniego violeta.

Ahora, mientras caminaba hacia el restaurante me iba retorciendo los dedos, muy nerviosa. Me había replanteado un poco eso de decirle a Caelum lo que sentía, tal vez es muy pronto, o puede que él no sienta lo mismo.

Además, ¿cómo estoy tan segura de que me gusta? Tal vez solo estoy algo confunda por verlo después de tanto tiempo. Caelum me gustaba a los 10 años, era solo un enamoramiento infantil, no puedo arruinarlo todo, recién lo recuperé. Y también esta el problema de que Caelum es toda una gran celebridad ahora, realmente es muy famoso, debería salir con una chica igual que él. Yo solo soy un poco conocida, y mayormente es solo en Italia.

Definitivamente no puedo decirle nada, ya se me pasará.

Cuando llegue al restaurante, le dije al mesero el código para entrar y me guió hacia la mesa donde estaba Caelum.

—Caelum —lo llamé y él se giró sonriendo. Se levantó de su asiento para abrazarme y el mesero se fue.

—¿Cómo estás, Any? —ambos nos sentamos.

—Bien, aunque debería preguntarte eso a ti, según sé, lo que vas a contarme no es fácil para ti —Caelum hizo una mueca.

—No lo es, pero tú mereces saber que pasó.

Se sentía como si estuviera a punto de conocer todos los secretos del mundo con tanto misterio, aunque también, estaba muy nerviosa con lo que sea que Caelum vaya a decirme.

¿Y si es algo grave y por eso no me quiere decir? ¿Me hará cambiar la forma en la que lo veo? Espero que no porque eso me dolería mucho. No quiero cambiar mi forma de verlo, si pasaron diez años y Caelum me mostró que sigue siendo el mismo de siempre, verlo se la nada como alguien que hizo algo malo no podría soportarlo.

Antes de que alguno dijera algo más, apareció una mesera para tomar nuestra orden.

—Pide lo que quieras, yo invito —me sonrió y yo le devolví el gesto nerviosa.

No puedo creer que estoy cenando a solas con Caelum, en un bonito restaurante y con él sonriéndome a cada rato. La Any de 12 años está saltando y gritando en este momento.

Luego de ordenar la meseta se fue y nosotros nos quedamos en silencio otra vez, solo mirándonos.

Definitivamente no puedo decirle nada, pensé mientras detallaba los rasgos de su cara. No podría separarme de él, y eso sería exactamente lo que pasaría si se lo dijera. "Oh, Any, lo siento pero creo que te confundiste. Yo no siento lo mismo, eres mi mejor amiga de toda la vida, por Dios", me diría eso y luego tendría que evitarlo avergonzada, siempre que nos topemos.

Me niego totalmente a un futuro así.

—Entonces... —hablé, intentando cortar la línea de mis pensamientos —¿Qué me tienes que decir?

—Ah, sí, eso —me miró nervioso y se aclaró la garganta —. Verás, Any, primero quiero que entiendas que yo no quería no de cerca alejarme de ti ni de tu familia —lo dijo con cierta desesperación así que le creí. Asentí animándolo a continuar —. Luego de mudarme a Inglaterra inicie las clases de canto para poder entrar en L&L Records, eso lo sabes —volví a asentir.

Todo el motivo de la mudanza fue para eso, para que Caelum pudiera entrar en una de las mejores discográficas de Europa, L&L Records, por capricho de sus padres. Los señores Barker ni siquiera sabían que su hijo podía cantar como los dioses, hasta que lo escucharon una vez por accidente y fue como que el signo de dólar les brilló en los ojos, a pesar de ser de una familia muy estable económicamente, ellos querían poder presumir de su hijo. Así que a los pocos meses estaban en un avión camino a Manchester y hablando con todos sus contactos para meter a su hijo en la tan conocida discográfica. Tarde se dieron cuenta que no iban a poder meter a Caelum ahí a base de contactos (que tampoco era que él los necesitara), la empresa tenía y tiene una estricta regla de solo dejar entrar a pocas personas y con verdadero talento.

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