POV. Tom.
A veces me pregunto, ¿qué hubiera pasado si...? y cada una de las veces cambia el final de la historia, a veces, simplemente me pregunto si hubiera sido mejor quedarme en Los Ángeles, si hubiera sido mejor no seguir en contacto con Bill, si hubiera sido mejor haber saltado de aquel puente cuando Gustav y yo fuimos de excursión por la ciudad, si hubiera sido mejor haber acabado con todo aquella noche donde me enteré que Bill estaba en el ejército Alemán...si hubiera...
Hay noches en que deseo que todo fuera un sueño, en que todos los golpes, todas las heridas, todas las muertes...todo esto, fuese eso, un mero sueño del cual despertar y seguir con el día a día, donde despertará con la dulce voz de mi madre diciendo que el desayuno ya estaba casi listo, con mi padre preguntándome el cómo me iba en las clases, en donde corría para alcanzar el bus que nos llevaría a nuestro, y donde, de ser posible, encontrar a Bill parado junto a su auto convertible recién salido de la agencia de carros.
Pero despierto en medio de la noche, temblando con un frío que cala hasta los huesos, ese frío que se te pega como grima y que puedes sentir la muerte subiendo por tu cuerpo y se asentaba en tu corazón, marchitándose poco a poco, usurpando la vida de tus venas, esperando, implorando por un milagro, ya sea el de seguir con vida o el de que todo el sufrimiento se acabará y dejar de despertar al otro día.
A cada segundo...a cada respiración...el frío invernal nos estaba matando, y simplemente podíamos rogar por un poco de misericordia, implorar por un poco de compasión...rogando por un maldito final, uno que jamás llegaba, y si llegaba no te ibas con una sonrisa, te ibas con los ojos llenos de lágrimas, llenos de dolor, llenos de una frustración y desesperación palpable...con el sonido chirriante de una bala que iría en medio de tus ojos...y algunos simplemente ya se habían ido incluso en el mismo momento en que pisarán este maldito campo.
Los rezos ya no servían, los llantos desolados eran la letanía del día a día, las voces mudas de gargantas rendidas ante la impotencia, ante el dolor siempre presente, lo único que se escuchaba era la ausencia de vida, éramos cuerpo deambulando en esta tierra, el sentido ya se había perdido desde hace mucho, la esperanza había sido masacrada por patadas de botas brillantes y bonitas, ya no sabíamos si valía la pena seguir viviendo, pensábamos que respirar sólo era un desperdicio de oxígeno...ya no valía pena seguir.
Sólo pedíamos una cosa...sólamente una...y eso era que la misericordia se apiadara de nosotros, y acabara con esto de una maldita buena vez.
Habían pasado ya varios días desde que salí de reposo total, y del nido que Bill y yo habíamos hecho en ese cuarto de la enfermería. Mis heridas seguían cicatrizando, pero ya no se veía la carne expuesta y las costras apenas y las sentía. Lo único que sí podía sentir, eran los huesos rotos que cicatrizarían poco a poco, pero gracias al brutal clima que azotaba sobre nosotros, y el escozor infernal de los cortes en mi piel, el dolor incrementaba con cada helada ola de invierno que se cernía sobre el campo.
Y aún con la tempestad y el horrible dolor que sentía hasta los huesos, tenía que empezar otro agonizante día en este infierno.
En el marco de la litera pude ver a Andrew, y a Gustav recargados sobre la misma, sus sonrisas no alcanzaban a llegar a sus ojos, pero les agradecía que no comentaran algo acerca de las últimas cosas que habían pasado.
—Vamos Tommy—un susurro apenas el llamado de mi amigo.
Salía de la barraca para empezar el día a día.
—Mierda...—traté de equilibrar mi cuerpo, pero el lodo a medio congelar me impedía caminar de manera normal, sobre todo con la muleta mal hecha que Anis me había hecho con partes de las literas.
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Love is death.
FanfictionRompió en el llanto más amargo y lamentable que una persona jamás hubiera visto, el dolor era palpable, la angustia se hacía empática, el dolor...era real. -No...-apenas era audible su voz entre tantos sollozos que lograba soltar el pelinegro-no...p...