Los Ángeles, Mayo de 1940
Corría a todo lo que me daban las piernas, se escuchaba el crujir de la grava suelta bajo mis pies a cada paso que daba, mi respiración se tornó dificultosa, jadeos pesados salían de entre mis labios Me debo poner más en forma' , sentía como me empezaba a sudar la frente y la espalda, los zapatos de cuero se estaban raspando 'Mi madre me va a dar santo regañón' , los pantalones de algodón eran la cosa más insoportable, y la camisa de lino me estaba asfixiando.
Corría entre las calles de Beverly Hills, uno de los barrios con más dinero en L.A., suerte de tener un padre con herencia millonaria, el calor estaba horrible, el sol te quemaba, pero prefería este clima cálido al de Alemania...El papel que traía en la mano estaba ya todo arrugado, apretandolo en mi puño para que no se volara con el viento, un simple papel cambiaría mi destino por completo, esa hoja me estaba quemando la palma de la mano, llegué a la reja de la casa, bueno, la mansión de los Trümper, nada fuera de normal...para una mansión de Beverly Hills claro está.
—¡Hola Tom!— me saludó agitando la mano el portero, un buen hombre llamado Fernando, de madre mexicana y padre estadounidense— vaya que tienes prisa jovencito— me dijo con sus perfectos dientes blancos y ojos color azul claro, una combinación bastante rara, ya que su piel era de un moreno tipo bronceado, que con un poco de sol le quedaba un tono tirando a lo dorado...no es que me le quedara viendo cuando se quitaba la camisa...obvio no.
—¡Hola Fer!— lo salude amablemente, apenas me salía voz con todo el esfuerzo que hice por correr— si, verás...—trataba de ocultar el papel detrás de mí, pero fue un poco tarde, Fernando ya lo había vito.
—No Tom...— empezó a negar lentamente — esta no es tu guerra Tom, además, somos una nación neutra, no hay necesidad de que tires por la borda tu vida, no dejes de lado todo por lo que tus padres han luchado en este país, por dios Tom— apretaba los ojos y tallaba con ambas manos su rostro a modo de frustración— no lo hagas por favor...— me miró suplicando, y es que Fer tenía un ligero enamoramiento conmigo desde que él empezó a trabajar para la familia, pero lamentablemente jamás me fijaría en él, no cuando tengo a Billy esperándome.
—Lo siento Fer, pero sabes que no puedo quedarme aquí todo tranquilo cuando seguramente Bill está en peligro o sufriendo— le dije con el ceño fruncido, él sabía de mi decisión, me apoyó y me alentó, no entiendo por qué se pone de esta manera— además, es una decisión que ya había tomado— dije en un tono bastante tajante.
—Cómo quieras, pero vas a desperdiciar una beca para la Universidad en Londres sólo por este capricho tuyo, es más, no sé por qué estás tan seguro de que Will no está con alguien más, tal vez una mujer y ya tienen planeado casarse— dijo en un tono sarcástico con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón de algodón y mirada desafiante.
–Voy a pedir una prórroga de plazo en la Universidad para la beca, y aún si la perdiera— lo miré con la frente en alto, su tono de voz me estaba jodiendo demasiado, y no iba a soportar que se burlara de mí o de Bill— mi familia no tiene ningún problema con pagar las cuotas de la escuela...— sabía que estaba sacando una carta bastante mala, pero me estaba enfadando la actitud que tenía.
Y a juzgar por su ceño fruncido y quijada apretada, había dado en un punto bastante sensible 'nimodo, lo dicho ya no se puede deshacer'.
—Cómo quieras Tom...—levantó la quijada a modo de desprecio, se dió la media vuelta y sin siquiera dirigirme una mirada soltó aquellas palabras que jamás olvidaré -y hasta la fecha no las he podido olvidar- con tanto desprecio, que no creí pudieran salir de sus labios— pero cuando vuelvas en un cajón, no creas que voy a ir a tu entierro— y sin decir más se fue a la caseta de vigilancia que estaba pegada a la reja de la casa, abriendolas para darme acceso al camino de grava que daba a las escalinatas de la casa.
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Love is death.
FanfictionRompió en el llanto más amargo y lamentable que una persona jamás hubiera visto, el dolor era palpable, la angustia se hacía empática, el dolor...era real. -No...-apenas era audible su voz entre tantos sollozos que lograba soltar el pelinegro-no...p...