CAP. 3.1 -. Geh nicht.-

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Berlín, Julio de 1939

Todo era un caos, los camisas pardas del partido estaban más prepotente cada día, golpeaban gente sin razón aparente, por mínima que fuera la "infracción" que cometieron, ellos simplemente los golpeaban hasta que les daba la gana, en más de una ocasión veía como golpeaban a un hombre, anciano o mujer hasta matarlos. Era realmente enfermo. Alemania estaba enferma, y todo esto empezó desde la Gran guerra, desde que el nacionalismo se enfundó en las mentes de los jóvenes...desde que Hitler apareció con sus impresionantes discursos de mierda, aunque debo admitir, sus palabras eran realmente convincentes, lastima que yo estaba del otro lado del rebaño, yo era uno de los pastores, y realmente odiaba eso...simplemente me drena toda la vida.

Ya van 6 años desde que el Führer se hizo del poder, y toda Alemania se ha vuelto loca, todos los No-alemanes están siendo evacuados a campos de trabajo, todos los comunistas están siendo deportados a campos de trabajo, todos los enemigos del estado...están siendo obligados a trabajar en esos campos.

Ya van 5 años en los que los judíos fueron nombrados como enemigos de Alemania, cuando, ellos fueron un gran apoyo en la posguerra, pero no, el odio estúpido hacía toda una cultura, infundado por un maniático con ideales falaces nos han llevado a un mundo de odio irracional, a ser simples borregos en este juego que se llama vida.

—Bill...— mi padre me sacó de mis pensamientos para llamar mi atención, íbamos en el carro que el General Host había mandado para recogernos, todo lujo, claro, ventajas de ser un maldito perro del gobierno — vamos hijo, deja de fruncir el ceño...si se te llega a marcar una arruga tu madre de seguro me mata por arruinar su obra de arte...que sabemos, eres tu— dijo fingiendo angustia, eso me hizo reír un poco, mi padre, aquel que me enseñó todo lo que sé, aquel que me defendió enfrente de casi todos los comandantes del Führer, si, mi padres era un hombre respetable entre los hombres del Führer, tenía casi el nombre de Reichmarshall, si no fuera porque realmente no quería estar tan cerca de todos ellos, sabía perfectamente que mi padre no simpatizaba con los ideales de todos ellos.

—No te preocupes apa...—suspiré mientras relajaba el rostro y volvía mi vista nuevamente al exterior de la ventana, donde podía ver perfectamente la parte afectada de Alemania...su gente — mi madre no tiene por qué enterarse— con una sonrisa de lado seguí con mis ensoñaciones.

—Gordon me mandó un paquete para ti Bill...—ante aquellas palabras mi atención se postró en él totalmente— sabía que eso llamaría tu atención—su sonrisa torcida era la más rara y graciosa de la vida, y la que más me jodía—peeeeero mi pequeño Billy...—desvió su mirada a la ventana, ante lo que hice un puchero, sabía que nadie se resistía a mis pucheros...nadie.

—Apaaaa...—cuando me dí cuenta de lo que estaba haciendo, tuve que sacar el armamento pesado, si, los ojos de cachorro apaleado y triste.

—No, no me vas a convencer jovencito...—saqué un poco más mi labio inferior, sorbiendo un poco mi nariz para darle más dramatismos— no, no funciona.

Vaya, mi padre estaba siendo más difícil de lo que era...bueno, sólo una carta más bajo la manga...

—P-pero papi...—sollozaba levemente, sacando las lágrimas de cocodrilo sabía que no resistía— y-yo quiero sa-saber d-de T-To-Tomii...—secando mis lágrimas con los talones de mis manos para crear más dramatismo. Y entonces sucedió, mi padre cerró los ojos fuertemente antes de gruñir en derrota, yo sólo sonreí de lado detrás de mis manos "Bingo..." pensé.

—Esta bien ya, para con el númerito que ya te lo compré—se cruzó de brazos ahora él haciendo el puchero, ya sabía yo que de mi madre no había sacado lo dramático— toma...—de la parte interna de su chaqueta del traje saco una carta, bastante gorda a decir verdad, que tenía sólo una palabra encima, o más bien, un nombre.

Love is death.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora