PARADISE ━ MINSUNG

¡ ocho !

Jisung salió dando un portazo, dirigiendo sus pasos al mismo lugar de siempre. Subió las escaleras rápido, pisando cada escalón con furia y desagrado. Sentía el nudo en su garganta ahogarlo y la forma en la que sus manos se cerraban en dos fuertes puños; la ira le recorría el cuerpo. 

Odiaba a su madre, odiaba su casa y odiaba seguir esperando a su hermano. Pero por sobre todo, se odiaba a él mismo. El aire de la noche se sintió tan bien al pegar contra su rostro, tan fresco y liberador. Se sentó contra una pared pequeña, apoyando su espalda allí y atrayendo sus piernas hacia su pecho. Se sentía pequeño, cuando estaba sólo, le gustaba pensar que su apariencia vulnerable era un invento que lo mantenía a salvo de las desgracias de su vida. Jisung no sabía siquiera si eso tenía sentido.

Tomó su celular y luego de colocar una playlist para que se reprodujera, lo dejó junto a él con el parlante hacia arriba. No pasó mucho tiempo hasta que una voz lo sacó de sus penosos pensamientos, pinchando su burbuja.

—Hola.

Jisung giró el rostro hacia Minho.

—Hola.

Sin pedir permiso, el hombre se sentó junto a él, rozando sus hombros y chocando sus brazos.

—¿Cómo estás?

Jisung lo observó extrañado.

—¿Bien? —dijo dudoso— ¿Por qué está acá? Se supone que nadie sube, nunca.

Minho sonrió a penas.

—Te escuché golpear la puerta de tu departamento y quise venir a ver como estabas.

—Estoy bien, puede volver a hacer sus cosas —respondió rápidamente Jisung, sin saber bien por qué.

—No.

—¿No?

—Quiero quedarme con vos un rato.

Jisung se encogió de hombros y recostó su cabeza contra la pared, cerrando los ojos y sintiendo sus cabellos moverse un poco por la brisa fresca. La presencia de Minho junto a él era extraña, porque Jisung no entendía si le molestaba o, al contrario, le agradaba. Quizás, le tenía miedo a la sensación de estar acompañado, sintiendo un extraño y bonito calor en su pecho, por lo que se alejó unos centímetros de Minho.

—¿Te molesté? Perdón.

—No, está bien. Es que... No me gusta encariñarme con las personas.

Minho enarcó una ceja.

—¿Puedo preguntar por qué?

Jisung soltó una carcajada, su profesor era muy correcto, muy cortés.

—Todos se van, prefiero adelantar ese proceso y no sufrir después.

—¿Por qué se irían?

—Porque eso hace la gente cuando algo no los hace felices —dijo con simpleza, observando a cualquier lugar menos el rostro de Minho—. Y yo no puedo hacer feliz a nadie.

Minho hizo silencio, clavando sus ojos en el rostro de Jisung. El muchacho tenía una expresión extrañan, una que Lee no podía descifrar del todo; pero parecía como si Jisung no estuviese seguro del motivo por el que aún seguía vivos. Sus ojos estaban perdidos y los párpados caídos. Los labios apretados en una fina línea y las orejas perforadas como si fuese una rejilla. 

Minho quiso tomarlo de las manos y llevarlo a caminar bajo la ciudad, comenzaba a creer que a Jisung le gustaba mucho mirar la ciudad en la noche.

El hombre suspiró, acomodándose en el lugar. Al instante, Jisung se giró sobre su eje y lo observó.