¡ veinticuatro !

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Cuando Jisung llegó a la habitación en la que estaban hospedándose al terminar con todas sus tareas, no entendió del todo qué hacía Minho sentado en el medio de la habitación rodeado de vidrios rotos, pero vio sus manos lastimadas y no atinó a hacer otra cosa que acercarse a él. 

—Minho —llamó bajito, arrodillándose frente a él para atraerlo en un abrazo. Apretó la cabeza del mayor contra su pecho y meció sus cuerpos con suavidad, sintiendo como las manos lastimadas de Minho subían hacia su espalda baja y lo apretaban con necesidad—. ¿Qué pasó? ¿Querés hablar de eso? Tenemos que curar tus manos.

—Lo siento tanto, Sungie —murmuró, sus ojos estaban fijos en el piso sobre el que estaban sentados y en la cantidad de pequeños vidrios desparramados en él.

—No lo sientas, Min. Vamos al baño, debe haber alcohol para limpiarte los cortes, ¿sí?

La cabeza de Jisung corría aceleradamente sobre pensamientos confusos, no sabiendo cómo ayudar a Minho ni qué había detonado ese comportamiento tan hostil. Se separó unos centímetros del abrazo cuando sintió a Minho asentir y tomó el rostro entre sus manos.

—¿Qué fue lo que provocó esto, Minnie?

El mentón de Minho tembló.

—Quise servirme agua cuando llegué, tuve un día muy... complicado —explicó, su voz temblaba ligeramente y Jisung no podía entender cómo era que el hombre erguido y tranquilo que era Minho normalmente también era ese muchacho entre sus brazos—. Y cuando estaba vertiendo el agua en el vaso... Pensé en cómo tu mamá te lastimó con el agua hirviendo y lo mucho que debe haber dolido y en que yo no estuve ahí para cuidarte. 

Los ojos de Jisung se cristalizaron y sus manos aseguraron su agarre en el rostro del mayor. Junto sus frentes en un gesto completamente dulce e infantil.

—No sé como ayudarte con esto, cómo hacer para que esto deje de molestarte. Pero mirá —dijo, tomando una mano de Minho para llevarla a su abdomen debajo de la remera—, ya está curándose. Y eso fue gracias a vos, y a todas las noches que me pusiste la crema para la herida y lo mucho que me cuidaste. 

Las yemas de los dedos de Minho tocaron con suavidad la piel de Jisung, era fría, y en la zona de la herida no se sentía tan suave como en su cintura, pero era hermosa, tenía un tinte acaramelado y Minho pensó por un momento que debía ser dulce y agradable. Llevó la mano hacia la espalda del menor y lo abrazó una vez más, escondiendo su rostro en el cuello de Jisung.

—Perdón por todo esto, por el desorden y todo lo que hay que limpiar. Voy a ducharme y después prometo ordenar todo.

Jisung se inclinó levemente hacia el tacto.

—No es necesario, yo puedo limpiarlo. ¿Me dejarías desinfectarte las heridas? 

—Sí, está bien.

Jisung se levantó primero, ofreciéndole sus manos a Minho para ayudarlo, pero prefirió levantarse sólo por sus heridas. Le sonrió a Jisung con pena y se dirigió al pequeño baño de la habitación, donde se sentó sobre la mesada del lavamanos y esperó que Jisung apareciera. 

Han entró al cuarto en silencio, buscando alcohol y algodón en el bolso que Minho había empacado la noche en la que se fueron. Una vez los hubo encontrado, se acercó al mayor y tomó sus manos lastimadas para examinarlas con detenimiento.

—Minnie... —musitó entre suspiros, sabiendo que debía ser un pilar fuerte para Minho en ese momento pero sintiendo enormes ganas de llorar porque todo el daño que su profesor de baile se había causado había sido por él. 

PARADISE ━ MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora