¡ trece !

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Eran cerca de las cuatro de la madrugada cuando Minho fue despertado de su sueño por fuertes golpes que provenían de la puerta de entrada. Se calzó con la mayor velocidad que pudo y se acercó a la puerta, buscando el por qué de los tan desesperados llamados. Al abrir, se encontró con los ojos rojizos e hinchados de Jisung, su cabello despeinado y un enorme bolso negro que colgaba de su hombro.

Minho no dijo nada, sólo lo miró porque sentía que la escena era demasiado irreal para ser verdad, que Jisung escapándose del infierno que llamaba hogar no era algo que realmente podía suceder. 

—Me voy —sentenció limpiando las lágrimas de sus mejillas— Venía a avisarle por si se preocupabas por mí, aunque dudo que lo haga.

Minho apretó la manija de la puerta, apretándose con la otra mano el tabique. No podía creerlo, pero su alumno de diecisiete años, al que vio llorar, reír, divertirse y destruirse tantas veces, por fin había decidido irse. 

Cuando todo indicaba que Jisung iba a dar media vuelta y marcharse de una vez por todas, Minho lo tomó de la muñeca.

—Esperá, voy a acompañarte.

Jisung negó.

—No, no puede venir.

Tironeó para soltarse del agarre de Minho, el cual se hizo más fuerte bajo los ojos aún adormilados del mayor.

—No quieras apartarme, Jisung. No podés irte sólo.

—Fue usted quien dijo que debería irme.

—¡Pero no sólo! —exclamó, no sabiendo como retener a Han.

—Minho...

—Por favor, Jisung. Voy a acompañarte.

El muchacho suspiró pesado y asintió.

—Está bien. No puedo pagárselo, de todas formas. 

—No estoy pidiendo que me pagues, Jisung —dijo con tranquilidad a la vez que le indicaba a Han pasar y sentarse en el sillón—. Ya te lo dije en la clase, quiero tenerte conmigo —con el correr de las palabras, su voz se iba haciendo cada vez más baja.

Jisung lo observó.

—Es más grande que yo por ocho años.

Minho no respondió, sino que fue a su cuarto para meter en una mochila ropa y bastante dinero. En otro bolso, colocó cosas que podrían servirle, como un poco de comida, elementos de higiene personal y una frazada azul por si en algún momento sentían frío.

Al salir de la habitación, observó en silencio a Jisung. Estaba sentado, apoyando sus codos sobre las rodillas y sosteniendo su rostro con cansancio entre sus manos. Quiso abrazarlo y decirle que todo estaría bien, que de ahí en más, no dejaría que nada malo le pasase. 

Pero Han tenía razón, él era más grande por ocho años y no estaba bien. No podía simplemente decirle que lo quería y que esperaba intentar algo junto a él. No podía. 

—Jisung, ya estoy.

El nombrado se giró con rapidez.

—¿Está seguro de querer irse? ¿Qué pasa con su trabajo? ¿O el dinero?

—No te preocupes por eso, Sung. 

—Pero... Yo pensaba en trabajar un poco, dónde necesiten algo.

—Está bien, ya vamos a verlo en el viaje. 

Jisung apretó sus manos. 

—No llores, ya está. Ya lo decidiste. 

—Pero...

Antes de poder decir algo, Jisung rompió en llanto. Respiraba de forma agitada e intentaba sorber su nariz para dejar pasar el aire hacia sus pulmones, apenas podía ver por la cantidad de lágrimas en sus ojos y a Minho le estrujaba el corazón escuchar los sonidos tan desgarradores que el menor intentaba callar. 

Minho se sentó junto a él y lo tomó entre brazos, acercándolo a su pecho y dejándolo llorar allí mientras acariciaba su cabello con suavidad. Siseaba bajito, intentando calmarlo y demostrarle que él estaba ahí para él, que lo tenía para lo que necesitase. 

Fue cuando Jisung apretó su remera entre los dedos cuando Minho se sintió desfallecer, deseando proteger a Han del mundo.

—Tranquilo, estoy acá.

—Gracias...

Minho sonrió con suavidad y cuando Jisung logró calmarse, acomodó su cabello detrás de las orejas decoradas con aros para luego dejarlo ir.

—¿Nos vamos? —preguntó Minho cuando Jisung terminó de limpiar sus mejillas sonrosadas.

—Sí, vamos.

Minho tomó las llaves de su auto y la mano de Jisung. Le sonrió queriendo transmitir un poco de confianza, una mueca amable que indicaba que todo estaría bien, o que al menos intentaría que estuviese lo mejor posible. Jisung bajó la vista y apretó el agarre de sus manos, quizás era demasiado para tratarse de un muchacho de diecisiete años y su profesor de baile.

Pero ahí estaban, sus caminos se habían cruzado y ahora huían juntos por un futuro mejor.

—¿Sabés, Jisung? —lo llamo Minho al entrar al ascensor, Han lo miró— Podríamos crear nuestro propio paraíso ahora. 

Paraíso...

Era una palabra linda, pensó Jisung. Y la idea de construir un lugar en el que podía ser finalmente feliz, no le pareció mala. Pero de forma repentina, una pregunta apareció en su cabeza y nunca más se fue de allí; ¿él merecía ser feliz tanto como Minho decía?

—Me da miedo.

—¿No es eso la vida? —Minho le sonrió sobre el hombro— Sobre hacer las cosas aunque te den miedo. 

—Me da miedo estar sólo en mi paraíso —corrigió, su mirada fija en las puertas de metal que se abrían lentamente.

—Nunca más vas a estar sólo. Ahora me tenés a mí.

Y en vez de responder, Jisung sólo fue capaz de pensar en una cosa. ¿Cuánto tiempo le quedaba con Minho?








viernes 19 de marzo, [02:57]
858 palabras 

¿qué opinan que va a pasar a
partir de ahora? 

PARADISE ━ MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora