Caleb
La niñata me miraba muy atenta deseando escuchar lo que tenía para contarle. Me concentré en como sus dedos rozaban el nombre de mi madre, ella lo delineaba con suavidad haciéndome perder en ese gesto.
-Nunca me ha gustado escudarme en el pasado, soy de los que cree que el que culpa al pasado de sus fracasos es un cobarde. Pero también soy de los que piensa que el pasado te convierte en el hombre o la mujer que eres hoy en día. Sea para bien o para mal, influye.
Ella detuvo su gesto posando su total atención en mí.
-Mi madre fue y será la única mujer que he querido con locura, lo era todo. Me gustaba pasar tiempo con ella gracias a ella mis primeros siete años fueron los más parecidos a cualquier niño de esa edad. Y ese era motivo de discusión entre mis padres, pero siempre fui un niño imperativo muy metido en mi mundo y eso no me afectaba de hecho desde siempre solía escuchar sus discusiones, eran discusiones fuertes mi padre llegaba a golpear a mi madre a tal punto de mandarla al hospital, mi madre siempre lo justificaba, decía que ella se lo buscaba que ella provocaba a mi padre y esas cosas que en su entonces yo creía que eran ciertas y las veía normales. Lo cierto era que ella lo amaba, no te lo digo yo, fueron palabras pronunciadas por sus propios labios. Aunque yo sabía que algo en eso no estaba bien siempre la veía llorar y en mi lógica de niño si lloraba era por que estaba triste o le dolía algo pero, ella hacía que pareciera que si lo era, que si era normal ese tipo de cosas. Creo que solo buscaba protegerme.
-Lamento que tuvieras que pasar por todas esas cosas -murmura.
Suspiré y retomé la palabra.-Ya no importa. Como te comentaba mi madre era todo para mí -continúo-. La relación de familia que teníamos era más o menos aceptable, hasta aquella noche. Tenía siete años y ya sabía disparar un arma, sabía muchas cosas y había presenciado muchas otras que no debería haber presenciado aunque para mí eso ya era de lo más normal. Esa noche escuché gritos la típica discusión de mis padres, por primera vez tenía miedo, los gritos de ellos estaban junto a los de alguien más. Entré a la habitación de mis padres pensando que los gritos provenían de ahí pero no, solo me encontré a una niña de unos 6 años quizás, estaba atada de pies y manos en la cama de mis padres, recuerdo que al verme ella comenzó a llorar de una forma ensordecedora poniéndome más nervioso. Solo quería que ella se callara, tomé una pistola que estaba en la mesita de noche y hice lo que veía que mi padre hacía siempre que quería algo y no lo tenía. Le disparé.
Valery posó su mano sobre la mía. La miré para que entienda que ya es pasado, con esto no busco la compasión ni lástima de nadie, solo contar... contar lo que nunca le he dicho a nadie.
-Ese disparo me quitó a la persona más importante para mí -confesé-. Resultaba que esa niña era un cebo que tenía mi padre para que una mafia le diera el territorio que el quería. Esa niña no debía morir y al yo matarla todo se fue a la mierda. Su padre era igual de poderoso que mi padre y como su hija había muerto fue la guerra. Todo estaba agitado en la mansión Lodbork, su enemigo consiguió aliados para enfrentarse a mi padre y consiguió que en un año la mafia de mi padre quedara vulnerable, cada vez morían más de sus hombres. Cada día era un reto llegar al otro. Así que mi padre debía rendirse no tenía de otra pero su orgullo no lo dejaba... y para salvar su culo ofreció a mi madre. Frente a mis ojos hizo la entrega ella era el intercambio por haber matado a su hija. Mi madre le suplicó que no lo hiciera, en mi cabeza todavía resuenan sus llantos y reclamos de piedad... Mi padre me hizo ver como violaron y descuartizaron viva a la única persona que había cuidado de mi, la única persona que me importaba. Vi todo con mis propios ojos, mientras él se fumaba un cigarrillo.
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Enamorándome de la Bestia
RomanceValery Kenner, una chica con inseguridades, un poco rebelde y altanera. Caleb Lodbork, un hombre: agresivo, posesivo y egocéntrico. Valery, deseaba amar y poder ser amada, capaz de hacer cualquier cosa por sus seres queridos. Mientras que Caleb, era...