Caleb
Estoy sentado en mi sillón de cuero con la vista puesta en la pistola que yace en mi escritorio. Me fumo un cigarrillo dejándome consumir por mis pensamientos y entreabro mis labios soltando el humo con destreza.
Tenía pensado hablar con uno de mi socios, Angeló D' Olivo, la últimas tres entregas habían salido bien trabajando con él, pero aún no daba mi brazo a torcer. Cada que podía le recordaba que la ciudad era mía, y que estaba a donde estaba gracias a mi. Se escuchaba muy arrogante, pero no era más que la verdad. Simplemente podía eliminarlo y quedarme con sus negocios, la idea me agradaba pero tenía que asegurarme de que no lo necesitaría antes de matarlo. Moví mi mano suavemente para agitar el liquido color ámbar que llenaba mi vaso.
No suelo estar siempre en la mansión, pero había tenido una semana muy productiva y todos los negocios iban de viento en popa, no era suficiente yo siempre buscaba más, era ambicioso si, pero de no haber sido así no estaría donde estoy.
Escuché como la puerta de mi despacho se abría sin más, arrugué el entre cejo, odiaba aquello pero sabía que solo alguien se atrevía a entrar así, Alex.
Incliné mi sillón hacia atrás y miré a Alex, uno de mis hombre de más confianza, viene acompañado de Patric: Patric se encargaba de dirigir mis cargamentos de droga. Los dos tienen una cara de tragedia, lo cual me hace mostrar una ligera sonrisa arrogante.
Amo esa cara de terror hacia mi y más cuando lo que veo es miedo en sus ojos, apago el cigarrillo, dejo el vaso de cristal sobre la mesa, y lentamente volví a posar mis ojos en ellos.
—¿¡Que quieren!? —pregunté en un tono agrio.
—Una de las mercancías ha fallado, ha salido mal la entrega y hemos perdido 400 mil, señor —dijo Patric con una voz temblorosa dejándome saber que tenía miedo.
Pasé mi vista de Patric a Alex repetidas veces, eso era algo que no podía tolerar, no me habían dicho cuál era la razón pero no me importaba cual fuese, todo lo que significaba pérdida era imperdonable para mi.
—¿Y, lo dices así..., tranquilamente? —pregunté apretando la mandíbula.
—Caleb —dijo Alex haciéndome mirar en su dirección—. Esta noche hay una fiesta especial en el Lodbork's Club, irán muchos socios y creo que ahí podremos recuperar el dinero perdido, además ese dinero no le hace falta, usted suele gastar eso y más en poco tiempo.
Miré a Alex incrédulo con lo que me acababa de decir, sabía que Alex solo trataba de apaciguar las cosas, pero Patric ya era hombre muerto, y ni Alex ni nadie podría hacerme cambiar de opinión.
—Alex, no te metas en esto —bufé empuñando mi pistola mientras me levantaba de mi asiento—. Alguien tendrá que pagar, yo decido cuando y como pierdo mi dinero.
Caminé con pasos decididos rodeando la mesa de mi escritorio mientras señalaba con la punta de mi pistola hacia el suelo.
—De rodillas Patric —ordené.
Veo que se lo está pensando para arrodillarse, sus ojos fueron directamente hacia los de Alex, buscaba con desesperación que Alex dijera algo que me hiciera cambiar de opinión, pero estaba tan equivocado pareciese que no me conociera, su actitud me desesperaba así que simplemente apreté el gatillo. Un hilo de sangre se deslizó entre el medio de sus dos ojos y descendió por su nariz, segundo después el cuerpo de Patric se desplomó a mis pies, si, así como todo lo que me rodeaba, todo estaba a mis pies y no era el primero ni sería el último que caería ante mi.
—Que limpien todo —comenté usando un tono relajado mientras me dirigía a la salida.
Alex no se movió, no dijo ni una sola palabra, estaba totalmente estático, sabía que Patric y él eran amigos, habían creado una especie de lazo afectivo, tenía entendido que a Alex le gustaba la hermana de Patric, ellos tenían sus acuerdos y negocios.
Salí, y me dirigí hacia mi habitación, la mansión era de dos pisos, en si, tenía un largo pasillo con paredes rústicas que me guiaban desde mi oficina hasta mi habitación.
Finalmente había valorado la invitación de Alex en ir a la fiesta de unos de mis Clubs, necesitaba recuperar parte de lo que había perdido, así que no me lo pensé; además eso solo significaba: drogas, alcohol, mujeres y diversión.
[…]
Puse la llave en el contacto y encendí el motor de mi Crossover, lo puse en marcha dirigiéndome hacia el portón negro el cual se fue abriendo lentamente mientras me acercaba, aún no llegaba hacia la salida, pero podía apreciar cómo se abría desde unos 100 metros de distancia.
Apenas crucé el portón pisé el acelerador viendo como el velocímetro iba en aumento, había echo un cambio brusco de velocidad haciendo que las ruedas hicieran un ligero sonido de derrape, había tráfico y yo no estaba dispuesto a esperar, así que tomé el sentido contrario de la carretera que estaba menos transitado, me vi obligado a disminuir un poco la velocidad y aproveché para mirar a través de mi retrovisor, entonces visualicé a dos coches negros siguiéndome con cautela, ambos hacían malabares para no chocar entre los coches. Quienes me seguían eran dos de mis hombres siempre estaba escoltado, a donde yo me moviese ahí debían de estar como mi sombra, no era exactamente por capricho que así lo había decidido, la cantidad de enemigos que tenía lo ameritaba.
Me estacioné en mi plaza, tenía una especialmente para mí, era el dueño así que no era para menos. No esperé a que mis hombre se estacionaran bien cuando ya estaba bajando de mi coche.
María Yrish
&
Nathaly Páez
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Enamorándome de la Bestia
Storie d'amoreValery Kenner, una chica con inseguridades, un poco rebelde y altanera. Caleb Lodbork, un hombre: agresivo, posesivo y egocéntrico. Valery, deseaba amar y poder ser amada, capaz de hacer cualquier cosa por sus seres queridos. Mientras que Caleb, era...