ValeryMe encontraba de regreso en la ciudad. Deambulando por la habitación como un alma en pena, mientras los recuerdos de los últimos acontecimientos me invadían.
Hace apenas unas horas había roto mi compromiso con Isaac Cisneros, uno de los hombres más ricos y poderosos de todo New York. Él era atento, carismático, un caballero en toda la extensión de la palabra.
Muchas personas se preguntarán, ¿por qué? ¿Por qué dejar a un hombre así? Él parecía ser el indicado, el hombre que me daría una vida tranquila, un hogar, una familia.
Me temo, que a veces eso no es suficiente. Siempre me he caracterizado por ser alguien de espíritu libre, una mujer independiente con ganas de amar y ser amada. Y eso, eso era lo que le faltaba a nuestra historia.
Isaac, podía ser el hombre más bueno y amoroso del mundo. Pero sentía que le hacía falta algo.
Por mucho tiempo, había pensado en una y mil maneras de terminar con lo nuestro, mis posibilidades se vieron afectadas cuando mi padre, Franco Kenner, le concedió mi mano. Pude haberme negado, pero no lo hice, siempre intentaba hacer lo que él deseaba. Intentaba evitar llevarle la contraria pensando que quizá así me ganaría un poco de su afecto.
Era una tarea bastante difícil, más si tomaba en cuenta que no era mi padre biológico. Muchas veces fracasé en mi intento por ser una buena hija, al menos la que él esperaba. A pesar de querer cumplir con cada una de sus exigencias, siempre me molestó el echo de que quisiera imponer su voluntad.
Dejé escapar un largo y profundo suspiro.
La noche apenas empezaba, no iba a quedarme sola dentro de estas cuatros paredes. Quería salir y divertirme. No iba a seguir lamentándome por lo que había echo.
Marqué el número de Esmeralda, mi amiga y confidente.
—Valery, me tenías preocupada. ¿Cómo ha ido todo con tu padre? —preguntó con inquietud.
—Mentiría si te dijera que bien, ya conoces a mi padre. No fue fácil, pero creo que ya era hora de que alguien le diera una lección —Suspiré—, pero no te hablé para eso.
—¡Ah! ¿No? —exclamó.
—No, te hablaba para invitarte a salir. No quería quedarme sola en casa, siento que si paso un minuto más dentro de estas cuatro paredes voy a enloquecer. —La escuché suspirar seguido de una pequeña risa burlona.
—Está bien, ¿qué tal si vamos a un nuevo club que está de moda? Me parece que se llama, Lodbork's Club —respondió.
—Si, es perfecto. Por favor pasa por mi dentro de una hora.
Confirmó y terminó la llamada.
Me desvestí, pasé al cuarto de baño y tomé una larga y relajante ducha. Los minutos pasaban, y debía de estar lista.
Al poco tiempo bajé y la encontré en la entrada del edificio. Me miraba con una amplia sonrisa dibujada en sus perfectos labios
—Hola guapa, ¿lista para divertirte? —comentó emocionada
Asentí con un suave movimiento de cabeza, mientras caminaba decidida, en dirección a su auto. No tardó nada en ponerlo en marcha y llevarnos hasta aquel famoso club.
El trayecto había sido silencioso, apenas me di cuenta en cuanto el coche se detuvo, miré hacia afuera dándome cuenta de que habíamos llegado. Giré mi vista en dirección hacia Esmeralda regalándole una miradita cómplice, la cual me fue correspondida. Estiré mis dedos para alcanzar mi bolso al mismo tiempo que trataba de bajar la visera en donde se encontraba un pequeño espejo, mi amiga hizo lo mismo y nos dimos un último retoque antes de salir.
Esmeralda notaba mi nerviosismo, me miraba angustiada. Pocas veces había venido a un sitio de estos.
—¿Estás segura de querer ir allí adentro? —preguntó dudosa.
—Claro que si —le respondí.
Usé un tono suave para sonar segura, y pude sentir como mis palabras hicieron efecto, noté que ella parecía más calmada. Caminamos con pasos firmes hasta adentrarnos en aquel lujoso lugar.
Analicé rápidamente la zona, era de dos niveles, la parte de arriba tenía una decoración en cristal, podías ver perfectamente hacia la parte de abajo con solo asomarte un poco, daba la sensación de un ambiente más moderno, a diferencia de la parte de abajo, donde la decoración era más nórdica: el decorado de los sillones era en cuero con un llamativo rojo caramelo que iban a juego con la luz láser led, la cual iba cambiando de tonalidades pero el rojo predominaba entre ellas.
Todas las zonas estaban bien distribuidas para crear ese ambiente de club disco.
Caminamos en línea recta dirigiéndonos hacia el fondo del lugar donde se encontraba el centro de las bebidas, atrajimos algunas miradas mientras nos acomodábamos en la barra.
—Buenas noches señoritas, ¿qué desean tomar? —preguntó el barman.
Maria Yrish
&
Nathaly Páez
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Enamorándome de la Bestia
RomanceValery Kenner, una chica con inseguridades, un poco rebelde y altanera. Caleb Lodbork, un hombre: agresivo, posesivo y egocéntrico. Valery, deseaba amar y poder ser amada, capaz de hacer cualquier cosa por sus seres queridos. Mientras que Caleb, era...